La Original Crítica Culinaria y Crítica de Restaurantes en Guatemala
sábado, 19 de diciembre de 2009
Mini reviews
viernes, 4 de diciembre de 2009
Restaurante Welten
En una visita relámpago que hice a Antigua, por motivos de negocios, ya me había entrado la tarde sin poder almorzar más que dos manzanas. Finalizados mis asuntos, cuando iba saliendo ya de la ciudad vi parqueo libre justo enfrente de Welten, lo que no desaproveché para visitar este lugar que ha motivado tantas buenas opiniones por años.
Restaurante La Mezquita
domingo, 15 de noviembre de 2009
Del Tingo al Tango
De Marios De nuevo
domingo, 1 de noviembre de 2009
El Festival de la Tortuga
Restaurante Le Petit Gourmet
sábado, 17 de octubre de 2009
Restaurante Ambia
Hace algunos años había visitado este lugar y me comí un cuestionable phad thai. No me interesó regresar, hasta que ví que habían remodelado el lugar creando un bistro de comida francesa junto al restaurante de comida internacional.
El ambiente es muy elegante, decorado con un gusto moderno pero sin dejar de ser serio. Me decidí por comer en el bistro, cuya selección de platillos no es muy amplia. Filetes de pescado o filetes de res en presentaciones con salsas cremosas parecía ser lo central del menú.
De entrada pedí un queso brie envuelto en una escamosa pasta de hojaldre, relleno de tomates secos, nueces y otras delicias. El cilindro lácteo reposaba en un plato blanco con dos manchas de salsa, una como de moras o saúco y otra interesantísima de guayaba. La mancha de la salsa de guayaba era algo así como la mancha naranja del logotipo del canal infantil Nickelodeon.
El platillo estuvo bastante convincente, con texturas interesantes, aunque me esperaba que el queso hubiera sido más aromático y que la salsa de guayaba hubiera sido más abundante. Lamentablemente la iluminación del lugar es tan discreta que casi no pude apreciar el colorido del relleno. Creo que es mejor ir de día.
Desde esta muy agradable entrada, mi velada se fue deteriorando. De plato fuerte pedí un Entrecote Café de París, que según el menú estaba acompañada por un sufflé de espinacas. La primera decepción fue que el mesero me indicó que no había tal sufflé, por lo que debía escoger entre papas ralladas y vegetales. Pedí los vegetales.
Bien pude haber hecho una siesta mientras me traían mi orden. Esperé como media hora y por fin llegó mi plato. Era un corte alargado de carne asada con un acompañamiento de ejote, zucchini, papas y zanahoria. Se supone que "Café de París" es una salsa compleja a base de mantequilla, pero este plato no tenía nada de salsa. Cuando corté la carne resultó estar recocida. Sin más, llamé al mesero para que se la llevara, una decepción total.
El capitán muy cortésmente me ofreció otro plato. Pedí un steak tartare ¡a prueba de recocimiento! Me llevaron unos diez minutos después, el picadillo de carne cruda con alcaparras, aceites y otros ingredientes atractivos, incluyendo un huevo crudo. De tono agresivo y desafiante, pimentoso y ácido, con texturas variadas y provocadoras, el steak me dejó una muy buena impresión.
De postre pedí una crème brûlée de pistacho. Bien me hubieran podido decir que era "chánclèta de gûisquìl con caramelo", que igual se los hubiera creído. Realmente he probado chancletas bastante más interesantes que esta crème brûlée.
Cuando me llevaron la cuenta, protesté por que me habían cargado por equivocación un cocktail de vodka de como Q45. Lo corrigieron y en la nueva cuenta, como es normal, escribí mi nombre y NIT para la factura, la que me llevaron luego sin nombre y sin NIT...además había una promoción de L'Occitane, y me esperaba que me trajeran mi vale de L'Occitane junto con mi factura, pero tampoco lo hicieron. Entonces, como niño reclamando el premio de su tapita contramarcada, demandé mi vale, el que me llevaron sin demora.
El queso brie y el seak tartare fueron platos que disfruté. La fracasada entrecote y el postre no fueron convincentes. El servicio lo sentí errático y a destiempo, aunque cortés. En balance, no le daré a Ambia una calificación mayor a dos lenguas y media :P :P :p
miércoles, 14 de octubre de 2009
Desayuno en La Perla
Restaurante Dim Sum Tea House
domingo, 4 de octubre de 2009
Comparaciones odiosas
Restaurante Café de la Paix
Soberana engullida
domingo, 13 de septiembre de 2009
Restaurante Jake's - de nuevo
Restaurante Casa Yurrita
lunes, 7 de septiembre de 2009
Restaurante Zumo
Con un poco de clemencia, que se manifestaba en una llovizna ligera, el clima me permitió visitar este interesante restaurante. Tiene un lounge tipo "dug out" y unos ambientes que invaden un jardín interior.
En esta ocasión probé como entrada unas vieiras con salsa de jamaica y menta, mi plato fuerte fue un Puk, y en cuanto al postre, mi factura dice "Douceur Noisette" pero recuerdo que el menú decía algo así como Chocovaky, o algo parecido.
Las vieiras estaban cubiertas por un petatillo de camote cada una, llamado capellini en el menú, y soberbiamente presentadas sobre una combinación hermosísima de glacée de jamaica y aceite de albahaca (¿o dije menta? ¡ya me hice bolas!) lo que asemejaba una nebulosa estelar colorida por el polvo cósmico ardiente, comprimiéndose para formar nuevas estrellas. Los colores verde vegetal y corinto intenso de la rosa de jamaica se abrazaban el uno al otro, como acuarelas, luciendo con transparencia su distinción y su (sutil) aroma. Muy impresionante. El sabor, pues no estaba mal, las vieras de por sí son más bien insípidas, y las salsas pudieron haber sido un poco más provocadoras al paladar. En todo caso, el gusto no fue tan despampanante como la presentación.
Siempre con la inspiración galáctica, me sirvieron el Puk. En forma de galaxia o de símbolo de yin y yang, una salsa de reducción de vino tinto y una de reducción de vino blanco eran el fondo de una pechuga de pollo enrollada y rellena de queso azul y otros ingredientes que no recuerdo bien. El plato estaba guarnecido por dos mitades de un iridiscente y destacado pak choi. Lamentablemente ví una partícula sospechosa en una de esas mitades, y me las cambiaron por zanahoria rayada, salteada en mantequilla. De nuevo, la presentación superó al sabor.
También probé un "Gaugin", un medallón de carne de cerdo con una croqueta de arroz por sombrero, posada sobre una salsa de curry. Ese plato era más aromático, pero el cerdo era demasiado magro, sin la provocación ni encanto de piel o de gordito.
El postre me convenció aún menos. Era un bizcocho con unas capas de chocolate, coronado por chocolate blanco y unas vetas de chocolate obscuro. Si no mal recuerdo, el bizcocho era como de estilo italiano, de esos que tienden a ser secos, hasta un poco arenosos.
El servicio resultó muy bueno: después de yo llenar de migas la mesa al consumir el plato fuerte, el mesero pasó una de estos cilindros para limpiarla. No recuerdo la última vez donde ví tan buen y sencillo detalle. Por una presentación artística, con un servicio de primera, y un gusto aceptable, a Zumo le confiero cuatro lenguas :P :P :P :P
Restaurante Pla
Eran dos medallones de carne coronadas con queso camembert, acompañados de una ensalada de arúgula muy bien seleccionada. La ensalada no necesitaba más que vinagre balsámico para causar una destacada impresión, debido a la calidad de sus ingredientes. El lomito, por el contrario, no me pareció muy aromático.
El salmón no estaba mal, descansaba sobre una cama de vegetales al vapor, pero no despertó mi curiosidad. Lo que sí me resultó curioso fue un como picadillo de chile relleno que acompañaba a los anacates de entrada.
El postre estuvo bien, el mousse blanco más dulce y seductor que el obscuro, espumoso pero no por ello sin carácter.
El host (¿socio, dueño?) se mostró muy interesado por nuestra opinión, y cuando vio que el lomito no nos había convencido del todo, nos compensó con vasos de amaretto. Pasé por alto decirle lo de la sangía, tal vez me hubiera dado la botella de vino entera ¡jejeje! Así, con gusto le hubiera dado más que tres lenguas y media, pues debo penalizar esa sangría, :P :P :P :p
martes, 1 de septiembre de 2009
Restaurante Tanoshii
De las varias veces que he ido a este restaurante, la comida me ha parecido siempre buena, pero el servicio, demasiado lento. En mi más reciente visita, las cosas fueron un poco mejores.
El clima del lugar es muy orientado a negocios, siento yo. O tal vez sea la clientela. El asunto es que mi orden consistió en tres platos: una sopa sutil, un ebi caliente y un postre de banano tempurizado.
La sopa sutil, de sutil no tiene nada. Es un plato súper llamativo, muy bueno y entretenido de comer, ligero, interesante y, espero, nutritivo. Se trata de un caldo claro depositado junto a unos camarones en un plato hondo, en cuyas orillas se acomodan verduras tempurizadas, como berenjena y otras, que hacen que el plato parezca como que florece con texturas y colores variados, ¡además cuesta sólo Q35! Si trabajara o viviera cerca, comería esto todos los días, y seguro que rebajo unas mis cuantas libras, que mal no me caería, y me ahorro un buen dinero también.
El ebi caliente sí que me resultó sutil, tanto que ya ni me acuerdo qué tal estaba. Tal vez la sopa lo opacó de tal manera que lo mandó directo a mi subconciente. Pero si hubiera estado feo, bien que me recordaría.
El postre estaba bien presentado, con interesantes texturas y colores, pero nada espectacular en sabor. Supongo que por ser comida japonesa, los postres no son particularmente agresivos o intensos. Como no soy un fanático de los postres sutiles, me resultó satisfactorio, pero hasta allí.
La experiencia hasta ese momento bastante agradable, acompañada de un té verde para retrasar el envejecimiento (right!), se vio empañada por que se tardaron más de lo debido en llevar la cuenta. Bueno, al menos van mejorando. Calificación: cuatro lenguas :P :P :P :P
Restaurante Como Como by Txoco
Un novísimo bar de tapas (la factura que me dieron era todavía de dos cifras solamente), Como Como, ofrece platos españoles, con la promesa de pronto poner a funcionar el ¿cómo le llaman? ¿faja, cinto? es un bar movible que va pasando las tapas para que la gente se sirva en sus mesas.
Si no estoy mal, en la Antigua hay un restaurante homónimo, pero desconozco si hay relación.
El menú está diseñado de una manera bastante confusa. No se entiende dónde comienza y dónde termina, y por la manera en que está impreso no es cómodo de leer tampoco. De entrada pedí unos medallones de cerdo que se llamaban algo así como "flamencos" o "flamenquitos", no recuerdo bien. Había una nota de que los medallones habían ganado algún reconocimiento gastronómico.
Bueno, como me los sirvieron no parecían muy galardonados, que digamos. La carne estaba reseca, sobrecocida, el empanizado no se sentía fresco, y estaban servidos sobre unos pimientos que eran lo mejor del plato.
Mi plato fuerte fue un arroz con calamares. Era un arroz suelto, frito, con cuatro calamares, sin mucho aroma ni complejidad. Un plato normal. También probé un plato de pescado, que era mucho más interesante. Era como un medallón de pescado sobre aguacate y pimientos, con una salsa a base de limón. Ese sí me resultó atractivo.
Se veía que unos meseros se esforzaban por ser corteses, pero el que me tocó a mí parecía que aún no había recibido el cursillo de capacitación. Otro detalle que me resultó incómodo fue que los platos son demasiado grandes y los cubiertos, demasiado pequeños. Un plato grande es elegante y presentable, pero cuando a uno se le va el cuchillo dentro de la comida por que no hay cómo apoyarlo, uno desea mejor tener un plato normal, o por lo menos, cubiertos más grandes.
De postre quise pedir un flan de queso, pero no había, por lo que ya no comí postre.
Lo que más disfruté del lugar fue el ambiente. Es elegante y sencillo a la vez, sin ser pretencioso, y cuando funcione la banda de tapas, creo que será muy entretenido. La cocina es totalmente abierta, lo que requiere mucho valor, pues uno puede ver exactamente qué le están poniendo a los platos y cómo los cocinan, así como la higiene general.
Por el momento, mi experiencia en Como Como no sube de tres lenguas. ¡Volveré a ir cuando esté funcionando el bar de tapas! :P :P :P
domingo, 23 de agosto de 2009
Restaurante Bing Bing
Como había indicado en respuesta a un amable comentario y recomendación, tenía yo años de no ir a Bing Bing. El local es un poco más agradable de como lo recordaba, pero no tiene ningún lujo, ninguno. La comida cantonesa es una de mis debilidades, y me dan ganas de probar todo lo que está en el menú. Por eso, visité dos veces este restaurante antes de hacer la reseña.
En ambas ocasiones inicié mi comida con una sopa. La primera fue una sopa agripicante de buche de cerdo. Una sopa interesante, con tiras marrones de esta víscera de cerdo que es de una consistencia muy agradable, como elástica y resistente a la mordida. La segunda sopa fue una de ja gao. El caldo es básicamente el mismo, también aromatizado con cebollines, pero en lugar de carne, esta tiene unos ravioles de tela de arroz rellena de camarones. El relleno estaba agrio, cuando debería ser más bien dulce. Me dejó un poco decepcionado.
Los platos fuertes que comí fueron San Choi Pau, camarones en mantequilla y pato rostizado. Lo mejor fue el San Choi Pau. Es una combinación de carne molida, de cerdo si no me equivoco, fideo de soya esponjado, verduras y semillas de marañón, que se come con hojas de lechuga, a manera de taco, pero bastante más saludable. La salsa de este plato creo que es de ostras. Estaba buenísimo. Las hojas de lechuga eran brillantes y frescas, y la combinación de texturas y aromas del San Choi Pau hecho con ingredientes decentes, le deja a uno la conciencia tranquila.
Los camarones a la mantequilla me resultaron bastante cuestionables. La salsa era abundante y espesa, color mostaza, con verduras salteadas, pero sin aromas interesantes. Lo peor eran los camarones. Estaban en oferta, pero tal vez por viejos.
El pato rostizado no me resultó terriblemente genial, tampoco. No era tan jugoso, aromático y suave como otros que he probado, pero estaba aceptable.
En ambos casos, de postre de cortesía me llevaron tacos de banano. Esto sí estaban muy buenos. De dimensiones aceptables, espolvoreados con azúcar glas, y envueltos en una crocante y dorada pasta, el relleno era espléndido, dulce, maternal y acogedor.
En lo que Bing Bing es campeón, es en los precios. Hay un platillo que cuesta Q240, que, me dijeron, incluye sopa, un pato que se come con salsa agridulce y tortillas de harina y el suculento San Choi Pau, con lo que bien comen 4 personas de buen diente, o tal vez 6 si no son tan comilonas.
Definitivamente voy a seguir yendo a este lugar, pues hay unos platillos de pescado que no me quiero perder. Por mi experiencia hasta el momento, le doy a Bing Bing una calificación de tres lenguas :P :P :P
Restaurante Tua
A la par de la vidriería Vimarco queda este atractivo restaurante en el Centro Comercial Escala. Creo que mencionar a Vimarco es relevante, pues la atmósfera que tienen los dos locales es sorprendentemente parecida. Primero, son más grandes de lo que parecen al principio; segundo, el vidrio y las líneas rectas y sencillas prevalecen indiscutiblemente en la decoración moderna de ambos ambientes; tercero, una vez uno ha hecho un pedido, ¡se tardan siglos en llevárselo!
Lo bueno es que desde allí, lo que uno encuentra en Tua son más bien, sorpresas agradables. La primera de ellas fue un tuna tataki. Un atún exquisitamente fresco, rebozado en ajonjolí y servido sobre una agresiva salsa ácida, que con mágica sutileza electrifica el sabor del pescado. Digo mágica por que si uno se come directamente la salsa, le deja la cara encogida de lo ácido, pero al combinarse con el pescado, resulta estimulante y moderada. Para refrescar el paladar, el atún estaba acompañado de aguacate triturado. Fue la parte que no me convenció del platillo. Para mí, el aguacate que no tiene un tono dulce y un aroma complementario (es decir, que no está combinado con un poco de cebolla picada y un toque de orégano, por ejemplo) le va bien al caldo. En este caso, creo que el aguacate sólo tenía unas gotas de limón, por eso ácido con ácido, pues como que redunda.
De platos fuertes probé el pollo provenzal y el plato vegetariano. El plato vegetariano consistía en un risotto muy cremoso recostado junto a unas berenjenas reposadas (así decía el menú, supongo que en agua de sal) con otras verduras. Un plato muy ingenioso. Resulta que el risotto estaba pasado de sal, y a las berenjenas les faltaba sal, por lo que al combinar ambos ingredientes se lograba un bocado con un equilibrio maravilloso. Tal vez nunca sabré si esa combinación fue intencional o accidental, en todo caso fue una sorpresa muy agradable.
El pollo provenzal no me comunicó nada interesante. De suyo, la pechuga no es mi parte preferida del pollo, y los vegetales que lo acompañaban, estaban bien preparados, pero nada espectacular.
Mi postre fueron unos tacos de banano, que el menú los llamaba "tempura" si no mal recuerdo. El "chinito veloz" servía de esas hace unos 5 años, recuerdo, pero no las llamaba "tempura". En todo caso, estaban aceptablemente bien hechos. Nada particularmente delicioso tampoco. Era un plato con tres taquitos como de 5cm, con una bola de helado al centro. Divertido de comer, pero no los mejores que he probado.
En balance, Tua tiene platos muy interesantes, un menú variado, pero debo penalizar la lentitud de la cocina, por lo que le confiero tres lenguas y media :P :P :P :p
domingo, 16 de agosto de 2009
Restaurante La Boquería de Barcelona Viva - ¡otra vez!
Una vez más me decidí por visitar este notable restaurante en el Hotel Mercure. Esta vez inicié mi almuerzo con una entrada de boquerones en aceite, muy sabrosos, con una buena dosis de aceite y jugo de limón, acompañados de las insuperables tostadas de pan con tomate y más aceite.
De bebida pedí una sangría, buenísima. Tomé tres sorbos y ya estaba mareado. Más tarde pregunté al mesero sobre cómo se hacía la sangría, y me dijo que usaban brandy, ginebra y por supuesto, vino tinto y frutas. ¡Con razón después no podía hablar correctamente!
De plato fuerte pedí uno de los especiales del día: cangrejos de concha suave. Cuando me los llevaron fue una decepción. Los suculentos animales estaban ocultos en una gruesa costra de empanizado y acompañada de una poco inspirada ensalada de lechuga, tomate, cebollas y pepino. Una salsita de mostaza complementaba el plato. Esperando que me pasara el efecto del alcohol, intenté quitarle poco a poco la costra a los cangrejos. Medio le quité el empanizado a los crustáceos y me comí lo que pude.
Para terminar de marearme, pedí de postre unas peras al vino. El estilo de este postre asemejaba el de duraznos en miel, sólo que en lugar de duraznos eran peras y en lugar de miel, era vino tinto. Estaban frías, muy agradables, firmes y crocantes. Un excelente postre, pero insuficiente para que mi experiencia fuera tan satisfactoria como en mi visita anterior.
Por último, para poder manejar, pedí un café negro. Esperé un tiempo. Antes de irme llegaron dos personas más, que pidieron boquerones, pero ya no había, y también cangrejos. Ojalá a ellos sí les hayan gustado. Calificación: tres lenguas y media :P :P :P :p
Restaurante Pecorino - ¡otra vez!
Creo que estoy empezando a revisitar varios restaurantes sin terminar de explorar los que aún no conozco, pero a veces se debe al tiempo y las circunstancias. En esta ocasión, afortunadamente las circunstancias me llevaron a revisitar Pecorino.
Inicié mi comida con un carpaccio de lomito. Bien preparado, con virutas de queso y alcaparras, una carne de muy buena calidad, y limón al gusto. Lo disfruté bastante.
En continuación al tema de la carne cruda, el mesero anunció que entre los especiales del día tenía Bistecca Fiorentina ¡el original T-bone de 2 libras! No pude resistirme a este excepcional corte y que ordené, término medio.
El T-bone es todo un espectáculo. Es imponente, a penas cabe en un plato, parece de esos bistecs que come el chucho que sale con Tom y Jerry, o en aquel episodio de "el caldillo" de looney toons. Estaba jugoso, suave, aromático, ¡podía sentir cómo mis arterias se alarmaban con tanta grasa y carne roja!
El espectacular corte venía acompañado de zucchini salteado. Nada particularmente exquisito. Me tuve que conformar.
Mi postre fue una Panna Cotta de vainilla. Definitivamente no es el mejor postre que he probado en Pecorino, pero no estaba mal. Era una especie de budín cremoso, encapsulado en una sutil gelatina, adornado con una retícula de una jalea roja, creo que de bayas.
La consistencia gelatinosa era muy agradable, pero el sabor no era lo suficentemente intenso para mi gusto. Supongo que para quienes prefieran los postres sutiles, será más interesante, pero se tendrán que exponer a la pesada digestión de la crema.
Pecorino no me defraudó. Su cocina, su ambiente y su servicio estuvieron a la altura. Reitero mi calificación anterior de cuatro lenguas :P :P :P :P
lunes, 10 de agosto de 2009
Dos Platos encomiables
El primero de ellos es la sopa "Sun Dae Guk Bab", que no tiene nada qué ver con los helados sun dae. En un comedor coreano llamado "Sun Pung" en la 32 avenida de la zona 7, Utatlán 1, probé esta exótica sopa por recomendación de un estimado amigo. El lugar es de una modestia difícil de superar: con decirles que ¡yo tuve que escribirme mi propia factura! Pero eso no es lo importante. Lo importante es la sopa. Podríamos llamarla "la anti-revolcado". Como ustedes saben, el revolcado de cabeza es un plato típico antigüeño hecho a base de menudos y vísceras, de color obscuro y notas aromáticas de chiles y tomates dulces.
La sopa coreana de la que les hablo, también está hecha a base de vísceras de cerdo: buche, oreja, panza...pero lo más impresionante es la morcilla. Un choricito negro que parece atravezado por apretados filamentos de fibra óptica (que en realidad es, me dijeron, fideo de papa), se combina con los demás ingredientes con un poco de cebolla verde, especias del lejano oriente y un ligero y pálido caldo. Mi paladar demandaba algún toque dulce, por lo que pedí salsa de soya, la cuál me sirvieron en un platito con ajonjolí y cebollines picados. Lo mejor fue remojar la morcilla en esa salsita. ¡Magnífica!
El segundo plato es bastante más convencional y se puede comprar en cualquier panadería San Martín que tenga cafetería. Se trata de la "ensalada toscana". Es una combinación sencilla y deliciosa de pasta corta, queso feta, tomates cherry, aceite de oliva, albahaca y hongos curtidos, hongos ostra, si no me equivoco.
Es aromática, vistosa, balanceada y económica, muy divertida de comer, pues viene acompañada con unas laminitas de pan de queso muy sabrosas.
Bueno, por ahora no hay lenguas qué otorgar, pero ¡espero que estas observaciones sobre dos platos diametralmente distintos haya sido de su interés!
viernes, 7 de agosto de 2009
Restaurante Camille
En un local que aspira a galería de arte, el restaurante Camille ofrece una compacta pero diversa selección de platillos atrevidos, aunque descritos en unas cartulinitas que exponen mejor las manchas de comida que la calidad de dichos platillos.
Me senté a la mesa un poco intimidado por el contexto minimalista y ascéptico del local. Traté de relajarme con una sangría (muy buena por cierto), mientras estudiaba el menú. El bocadillo de cortesía fue una sopa de arvejas con queso azul, acompañada de una mini albóndiga. Ambas muy agradables, aunque la sopa me resultó más confortante y seductora.
De entrada pedí un plato de estación que no estaba en el menú: anacates al cognac y crema. Un preludio fiel a lo que estaba por venir, los anacates eran de excelente calidad, cocinados a la perfección, pero con una inspiración que no es de mi gusto.
Es algo difícil de explicar. Es como decir "sí, yo sé que Arjona es muy talentoso, pero su música no me gusta". Resulta que la combinación de aromas y colores de los anacates resultó en un plato demasiado agresivo para mi gusto.
Mi plato principal fueron unos cangrejos de concha suave en tempura, con salsa de chipotle. Los cangrejos estaban simplemente exquisitos. Acompañados por unos espárragos salteados y, si no mal recuerdo, un puré de papas, los cangrejos resultaban en un ensamble desarmonizado y estridente. Cada uno de los elementos del plato era de inmejorable calidad, pero todos ellos juntos, parecían como chicas a la moda: con la figura, el maquillaje, el vestuario y el pelo perfectos, pero que se detestan la una a la otra, y cuando están juntas no se hablan y secretamente se desprecian.
También probé el atún a la pimienta y tuve la misma sensación. El atún rebozado crudamente en pimienta molida, reposaba en una salsa como de aguacate con menta. Una combinación forzada y difícil de comprender.
El postre tuvo en mí el mismo efecto. Fue un "Suspiro Camille". Una interesantísima combinación de aromas que iban del cardamomo a la naranja, con una consistencia entre espumosa y "budinosa". Una obra de arte, pero lejana, taciturna y vanidosa.
No me tomen a mal, mi insatisfacción por mi velada en Camille fue una cuestión de temperamento, tal vez de filosofía, pero no de gastronomía. Es una empresa imposible tratar de calificar objetivamente esta experiencia, por lo tanto, de manera intuitiva, le otorgo a Camille cuatro lenguas :P :P :P :P
domingo, 2 de agosto de 2009
Restaurante Tasca, el Rocío
Vagando el otro día en Fontabella, decidí visitar este restaurante de nombre curioso. El menú cuenta la historia de alguna virgen en España, de la cual se inspira el nombre del restaurante, de allí lo inusual. El lugar, que parece muy compacto, realmente tiene varios ambientes que van desde el que evoca un café de jardín en el primer nivel, hasta el de un balcón en el segundo nivel. Los muebles son de madera rústica y lazo, y lamentablemente, súper incómodos.
Lo bueno es que la comida ayuda a compensar esa incomodidad. Una variedad interesante y una lista de tapas despertaron mi curiosidad lo suficiente para olvidarme de la incomodidad de la silla; también unas cervezas ayudaron un poco. No me dieron bocadillo de cortesía, lo que no es un punto a favor. Pero de entrada pedí una tapa que me dejó muy bien impresionado. Fueron unos canelones de mariscos gratinados con bechamel y queso. El relleno era muy ingenioso: algo así como calamares molidos, tal vez pulpo también, en un aceite aromático, todo eso metido en un grueso canelón ahogado en la maternal bechamel.
Buscando en el menú un plato fuerte encontré una maravilla: estofado de rabo de toro. El "rabo", que lo llaman de buey, de toro, de res, etc., dependiendo del relacionista público del que se trate (quien diseñó el menú, quiero decir...), es un plato inusual en un restaurante, tal vez una arriesgada apuesta. A diferencia del "ossobuco" que es más sofisticado y comercial, el rabo, si bien es más barato, no sólo es difícil de cocinar, por su dureza y aceitocidad, sino es bastante más difícil de comer, por su estructura ósea como de alas de mariposa y el empedernido cartílago al final de cada vértebra, que es delicioso pero poco accesible. Por ello, creo yo, el rabo es más bien una comida casera o de comedor de mercado, imposible de comer con refinamiento en un lugar lujoso. En medio de mi admiración por incluir un plato así, no pude resistirme y lo ordené como comida principal.
Me lo sirvieron guarnecido de arroz y vegetales. Los tres trozos de rabo estaban magníficamente presentados en un plato de barro, caliente como es debido, para conservar la alta temperatura, indispensable para una comida así de sustanciosa. La salsa del rabo era maravillosa: sin pretensiones, muy auténtica, sustanciosa y de intenso sabor. El rabo tenía su usual consistencia cuasi-gelatinosa, que infunde vida y energía con cada mordida. El arroz y los vegetales no estaban mal, pero palidecían dramáticamente ante el suculento rabo.
Lleno de vigor y vitalidad, después de darle fin hasta el último rincón gelatinoso del rabo, pregunté sobre la selección de postres: nada interesante. Pedí entonces la cuenta. Por dos platos muy bien compuestos, un servicio a la altura, a pesar de la incomodidad de sus sillas, a Tasca, el Rocío, le otorgo cuatro lenguas :P :P :P :P
sábado, 1 de agosto de 2009
Restaurante Palmas del Mar
En una casona tipo art-deco, con un parqueo amplio, el comensal es recibido por un acuario de agua salada en donde habita un exótico e impresionante Pterois Volitans. El acuario no está nítidamente limpio, pero con tal de mantener vivo y contento al bello Volitans, yo no lo estaría manipulando mucho tampoco, aunque fuera para despegar las algas del vidrio del acuario.
Más adentro, el restaurante es mucho más grande de lo que uno se pudiera imaginar, y ocupa un espacio amplio del jardín también, algo muy agradable. Sin que me ofrecieran bocadillo de cortesía, pedí de entrada unos dumplings. Me los sirvieron dorados con salsa de soya, con un relleno agradable, pero una pasta que no estaba bien cocinada, entonces daba la sensación de estar dura por un lado, como mal tostada.
Algo que me decepcionó del menú fue no encontrar mucha variedad en cuanto a moluscos, y de pescado sólo se ofrece en filete. Pedí uno de dorado, que me lo sirvieron con una salsa de mostaza y alcaparras. El pescado estaba bien hecho, con la superficie apropiadamente dorada y el interior jugoso, y la salsa también estaba bien compuesta. El plato venía acompañado de vegetales, que estaban como me los ordenó el doctor: al vapor, sin grasa, sin sal, y básicamente sin sabor.
De postre pedí un pastel de mousse de mango. Nada impresionante, aparte de su precio ¡Q45 por la porción!
Aunque el Restaurante Palmas del Mar tiene un ambiente amplio y agradable, su comida podría ser bastante más variada. Calificación: tres lenguas :P :P :P
domingo, 26 de julio de 2009
Restaurante Light House
Ubicado en la 12 calle 3-46 zona 10, teléfonos 23319866, 23603075
Ubicado justo en frente de Fontabella, este lugar tiene, como bien lo indica su nombre, una estructura que evoca un faro, lo que permite que por dentro el cielo sea de unos 10 metros de alto, muy agradable, amplio e iluminado. El parqueo, aunque reducido, es gratis, un punto a favor. El bocadillo de cortesía fue un fumé de mariscos: un exquisito consomé, que con unas gotas de limón resulta insuperable. No es frecuente que escriba mucho sobre las bebidas, pero la que me sirvieron aquí fue impresionante. Pedí un red eye, también llamado "michelada" pero con jugo de tomate. No sé cuál será el truco del bar tender, pero es el mejor red eye que he probado. El jugo de tomate no dominaba totalmente, sino era un toque sutil y perfecto. Notas de pimienta, limón súper fresco y alguna gota de picante, complementaban esta bebida, inmejorable acompañante de un almuerzo de mariscos.
De plato fuerte pedí un lenguado con hierbas y aceite de oliva, llamado en el menú "Sole hierbas finas". Como el pescado estaba tardando un poco, el mesero, muy eficiente, cortés y con iniciativa, tuvo el atino de ofrecerme más consomé de mariscos, lo que acepté gustosamente. Por fin llegó mi lenguado bajo una vistosa cubierta de perejil y tomillo picados. El lenguado tiene la inigualable característica de tener los dos ojos de un mismo lado, lo que me permite comerlos sin tener que voltear todo el animal. Como he comentado anteriormente, los ojos son lo primero que me como de un pescado, pues indican la frescura del mismo. Este no estaba recién salido del océano, que digamos. Sin embargo, el sabor estaba bastante bien. Las guarniciones fueron papas al horno y vegetales. Por cierto, el agua pura también es gratis.
Las papas estaban aún menos frescas que el pescado, y los vegetales estaban salteados, más bien simples. De postre pedí unas peras en salsa de caramelo. Si bien estaban presentadas de una manera interesante (en una copa cónica y con una espesa salsa color kaki) las peras no me gustaron para nada. La salsa evocaba algún licor con buena intención, tal vez baileys. El resultado, lamentablemente, no me convenció en lo absoluto.
De manera inusitada me encontré en Light House con tres elementos verdaderamente sobresalientes: el fumé, el red eye y el servicio; acompañado de uno aceptable (el lenguado) y dos que no fueron de mi agrado (el postre y las papas). En un balance más positivo que negativo, le doy a Light House la calificación de tres lenguas y media :P :P :P :p
jueves, 23 de julio de 2009
A fuego lento...¡pero apúrese!
Estoy finalizando una reunión y todavía tengo tiempo de ir a almorzar. Si me apuro, puedo comer y llegar a mi siguiente reunión a las 2:30pm. Veo el reloj: la 1:10.
¿A dónde puedo ir? Está aquel restaurante fufurufo que no tiene parqueo, y aprovechando que aún estamos en canícula, sería una buena opción. Manejo vertiginosamente por la zona 10 hasta llegar a esa desierta avenida donde cruzo a la izquierda y me encuentro con el restaurante a la mitad de la cuadra. ¡Está cerrado!
¡Cerrado y ya son las 1:17! Todavía tengo tiempo de llegar a un restaurante sin parqueo techado. ¡A Fuego Lento! (en ese momento no me percaté de lo obvio: ¡el término "lento" se encuentra en el nombre del restaurante!).
Di otro par de vueltas en mi vehículo y me estacioné en ese parqueo de piedrín que está a la par de La Estancia, frente "Saúl" (café o restaurante, no recuerdo) y le pregunto al policía "¿hay algún atajo o hay que caminar toda la vuelta para llegar a A Fuego Lento?" "hay que dar la vuelta" me indica.
Así lo hago, y finalmente llego: la 1:25. 45 minutos deberían ser suficientes para comer y llegar a tiempo a mi reunión. Entro al local y me llevo la sorpresa de que es bastante diferente de como lo recordaba. Yo tenía la imagen de un lugar refinado, con sillas altas y acolchonadas, cristalería fina y cubiertos pulidos.
Ahora me encuentro dos ambientes. Uno con muebles de madera y metal, bastante extenso y con un graderío que ahora es macetero en el fondo. Otro, la reminiscencia del lugar afelpado que yo recordaba.
Si como del bufé, será rápido y eficiente. Pero doy la vuelta a la mesa y no encuentro nada atractivo. Me debo resignar a pedir del menú. Busco una mesa en el área de muebles de madera y metal y espero al mesero. Veo rápidamente el menú. Veo que hay un pescado a la Mernier. Le digo al mesero "un robalo a la mernier".
Pasan 10 minutos. Otro mesero llega: "fíjese que no ingresaron su orden y hasta ahorita la pedí, sírvase ensalada de cortesía por favor". ¡En ese momento reparé en que estaba en A Fuego LENTO!! Bueno, qué le voy a hacer. Todavía tengo un poco más de media hora para comer y partir hacia mi reunión. Voy al bar de ensaladas y no veo nada atractivo. Una ensalada waldorf y una capresse parecen lo más aceptable. Me sirvo de las dos y regreso a mi mesa.
Las manzanas de la waldorf están frescas, crujientes y sabrosamente ácidas, pero con un aderezo nada convincente. La capresse es una broma: rodajas de tomate manzano con una liniecita de aderezo de albahaca, casi imperceptible, y un triangulito de queso ¡de rodaja!
Sigo esperando y me llevan mi pescado. Es una loncha blanca, cubierta con champiñones y perejil, una papa al horno y una mini escudilla con espinaca gratinada. Pruebo las espinacas y están muy buenas... la papa también está bastante mejor de lo que me esperaba. El pescado por su parte, también está en un punto de cocimiento aceptable. La decepción, significativa, es que los champiñones son de lata.
martes, 14 de julio de 2009
Restaurante Los Volcanes
Un día lunes pasé a degustar el "buffé internacional" del restaurante Los Volcanes. Por Q130 uno tiene derecho a servirse del buffé, donde hay ensaladas, sopas, pupusas, tres platos fuertes y postre.
Usted acaba de adivinar: ¡¡es un menú internacional porque sirven pupusas!! Bueno, las aceitunas, por su parte, representan a Grecia, supongo.
Pero, ocupémonos un poco más de las pupusas. Las sirven magníficamente frescas, pues allí mismo las preparan y las mantienen calientes sobre una especie de comal. Tienen una consistencia tostadita, que recibe la mordida con una seductora resistencia, hasta que suelta su condiciado relleno de queso fundido, aromatizado con lorocos (si tiene uno suerte). Estaban tan frescas, que casi paso por alto el impregnante sabor calcáreo que me puso a dudar sobre si parecía más repello de pared o tabla yeso.
Las opciones de sopa eran de albóndigas y vegetales. Probé la de albóndigas. Tal vez fue lo mejor de todo el bufé, y no es que estuvieran espectaculares, ni mucho menos. Simplemente no evocaba materiales de construcción como los demás platos.
Uno de los platos fuertes era lasaña de pollo. Insípida y paliducha, tenía por alma un como engrudo de almidones mezclado con pollo desmenuzado. El quiche de pollo, su compinche, tampoco estaba muy en forma, que digamos.
Arroz con huevos y salchichas fueron el espectáculo del buffe. El arroz parecía el campo de batalla donde habían quedado abandonados los huevos estrellados del desayuno, rodeados de unas condenables salchichas de dudoso origen, mantecosas y pellejudas.
Visité la mesa de postres después de que había sido saqueada por participantes de algún taller que se estaba realizando en el hotel. Lo que quedó fue un páramo, como después de la batalla de Solferino. Un trozo de flan por un lado, unos cubos de pastel de zanahoria por otro...lo único que me atrajo fueron unos saquitos rellenos de higo.
Eran unas bolsitas como de hojaldre o alguna otra pasta, rellena de higos en dulce. El relleno no estaba mal, pero la pasta...¡estaba como fosilizada!
Un ejemplo muy elocuente sobre lo mala que puede ser la comida en un hotel, Los Volcanes se lleva la calificación de una lengua y media :P :p
sábado, 11 de julio de 2009
Restaurante Las Ventanas
El hotel Vista Real, antiguo hotel Quinta Real es un pequeño oasis en las afueras de la ciudad. Su restaurante “las Ventanas” es un salonón con un techo de 6 u 8 metros de alto, cerrado con un cielo con vigas y machimbre formoneado con incrustaciones o pintura color marfil, lo que crea una atmósfera elegante, pero sin ser amenazadora.
Normalmente la comida en los hoteles deja mucho qué desear (véase mi reseña de más abajo). Las Ventanas creo que es una de las notables excepciones. El servicio es excelente, el parqueo es gratis y el agua, que también lo es, la sirven con una rodaja de lima, un toque magnífico.
Inicié mi almuerzo con un hummus. Espléndido. Ingeniosamente servido en una copa cónica, como esas de martini, acompañado de dulces y finas aceitunas maduras y tomates cherry, el hummus fue la introducción perfecta y de precio razonable.
Mi plato fuerte consistió en unos ravioles de queso ricotta. Una pasta firme y de mucho carácter, ataviada con aceite y si no estoy mal, mantequilla, encerraba celosamente su cargamento de queso ricotta de inmejorable calidad. Mi postre consistió en un "chocolate pasión", pero la verdad, ya ni me acuerdo cómo estaba. Me temo que dejé pasar varios días desde mi visita y ahora no puedo recordar cómo fue mi postre. Lo que sí recuerdo es que el café americano que pedí al final fue magnífico. De los mejores que he probado.
Este restaurante reune tantas ventajas: instalaciones de primera, nada de aglomeraciones, precios que no son exorbitantes y como decía más arriba, con agua y parqueo gratis. ¡Qué más se puede pedir! Calificación: cuatro lenguas y media :P :P :P :P :p