sábado, 19 de diciembre de 2009

Mini reviews

A pesar de que hay varios lugares que me interesa visitar y que me han recomendado, por cuestiones del destino me hallo con frecuencia comiendo en restaurantes que ya he visitado y reseñado. Aun así, al menos he pedido comida diferente para poder expresar mi opinión en mini reseñas, como sigue:

Me comí unos spaghetti integrales a la bolognesa en Tre Fratteli de Fontabella. La verdad, no tenía altas expectativas, pero me quedé muy agradablemente sorprendido con el aroma ahumado de la salsa y los sencillos pero geniales toques de tomate fresco picado y mantequilla.

En Chez Fabrice me comí un maravilloso tuna tartare con un toque de mantequilla fundida, una rama de berro, y una salsa creo que bernesa, con aroma a mostaza, y otro día me deleité con un cordero acompañado de ratatouille, realmente iba por el lenguado, pero ya no lo estaban sirviendo.

Me quedé maravillado con una sencilla, saludable, abundante, barata y deliciosa sopa de repollo en Dim Sum Tea House.

En Sushi Itto de Condado Concepción me dijeron en noviembre que ya no les llevaban robalo, por lo que al platillo tailandés que lleva crema de coco (no recuerdo cómo se llama...) ahora le ponen un par de camarones para compensar esa sentida ausencia (que viva el colesterol!)

En Alfredo's me comí, junto a otras tres personas, un postre que se llamaba algo así como "torre de bananos", que no creo que alguien pueda comérselo sólo después de un ossobucco o un fetuccine tan buenos que sirven ahí. El platillo es una combinación de espumilla, galleta, crema batida y bananos, muy impresionante.

Probé una versión de un pato pekinés en J.K. Ming, seguido de una panacotta de jengibre. La panacotta estaba tan buena como breve, con un caramelo aromatizado con cítricos, que complementaba muy bien el distintivo gusto del jengibre. El pato no mucho me convenció. No estaba mal, pero yo lo hubiera preferido con más aroma, además el pato era tal vez el más pequeño que me he comido, fue tal mi sorpresa que pregunté como niño desengañado: "es eso un pato ENTERO?"

A principios de noviembre quise escribir una opinión sobre el fiambre, pero me intoxiqué por avorazarme con los camarones, y como entenderán, perdí la inspiración!

Como estamos en plena época de excesos gastronómicos, volveré en enero, espero, con algunas opiniones sobre comida callejera. Mientras tanto, happy Festivus!!

viernes, 4 de diciembre de 2009

Restaurante Welten

Ubicado en la 4a calle oriente No. 21, teléfono 78320630

En una visita relámpago que hice a Antigua, por motivos de negocios, ya me había entrado la tarde sin poder almorzar más que dos manzanas. Finalizados mis asuntos, cuando iba saliendo ya de la ciudad vi parqueo libre justo enfrente de Welten, lo que no desaproveché para visitar este lugar que ha motivado tantas buenas opiniones por años.

A pesar de su altísima reputación y estratégica ubicación, nunca había puesto un pie en Welten, y al hacerlo, me sentí inmediatamente transportado. El detalle y cuidado en la decoración, el carácter del recinto, su atmósfera... no me viene a la mente otro calificativo que "perfecto lugar para el día de la madre" (seguro me va a llover penca por decir esto, ¡pero es mi sincera opinión!)

La soberana influencia mudéjar me dejó sumamente impresionado. Los azulejos pintados, los motivos geométricos, los muebles tallados en madera, de exquisito acabado... el mini minúsculo lavamanos del baño...y al fondo del local, una inexplicable, profunda y embellecida piscina. ¡Brutal!

Me senté en una mesa del bar, en una silla con brazos que me apretaba lo suficiente para decidirme a evitar el postre. Pedí el menú, que está escrito como el 6 alfabetos diferentes, lo que es consistente con el evocador nombre "Welten" (mundos). Creo que el menú tiene más variedad de idiomas que variedad de comida, pues de las opciones de pescado, todas eran de filete de dorado, en distintas presentaciones. Y así, unas cuantas variedades de pasta, otro poco de carne roja, otro tanto de pescado, y al voltear la página, me topo con que inicia la escritura arábiga.

Mi orden consistió en una ensalada israelí, un filete de pescado con salsa de hierbas, y un té de menta. La ensalada estaba muy bien hecha, con un fuerte queso de cabra, pepinos, y maravillosas aceitunas. El té me lo sirvieron en una jarrillita, acompañado de un recipiente con miel, muy original y práctico, era algo así como un candelero aplastado con un agujero en un extremo, en el cual reposaba un bolillo de madera para servir la miel. Encantador.

El filete de pescado es de los mejores que he probado. Como apuntaba antes, se trataba de filete de dorado, un pescado que me gusta mucho, pero que no es nada especial. Me lo sirvieron, sin embargo, con un corte genial. El filete no era la típica loncha de carne, sino tenía cortes de cuadrícula que hacían que se abriera, lo que permitía que parte de la superficie estuviera dorada, como caramelizada, mientras el centro permanecía jugoso y aromático. La salsa estaba compuesta a base de ajo, perejil y tomillo, con mantequilla y un fondo interesante y sabroso. De guarnición pedí aguacate, por aquello del colesterol bueno, saben... y me lo llevaron cortado en lascas, con una presentación llamativa. Por cierto, el pescado me lo sirvieron en un plato de vidrio con forma de pez luna, otro toque original.

Junto con la cuenta, me llevaron una cartulinita con la información del restaurante, y amarrada a ella un mini papagayo de barro artesanal. No recuerdo ningún lugar donde se esmeren tanto en proveer al comensal de una experiencia feliz y memorable. Calificación: cuatro lenguas y media :P :P :P :P :p

Restaurante La Mezquita

Ubicado en la 6 avenida "A" 14-68 zona 1, teléfono 22326541

Continuando con el tema mudéjar, visité recientemente el afamado restaurante La Mezquita. En mi trayecto a la zona 1, me pareció ver a Isabel de los Ángeles Ruano descargando su vejiga de pie en pleno centro cívico...y después de estacionarme en el sótano del Parque Gómez Carrillo, tomé la desdichada decisión de caminar por la 15 calle, en lugar de la 14, por lo que innecesariamente me expuse a todas las inconvenientes excrecencias de la esquina de la 15 calle y 6 avenida "A".

La Mezquita lo recibe a uno con el letrero en la puerta que dice "No aceptamos tarjetas de crédito, pero lo aceptamos a usted". Pues quien me acepta a mí, también debería aceptar mi credomatic, no?? En fin, al atravesar esa puerta se encuentra uno con ese local anómalo, atípico, entre kitsch y bohemio, donde ya nada es sorpresa.

La especialidad de la casa es la paella, pero yo me decidí por un bíblico plato de lentejas...también probé un no tan bíblico plato de callos, ambos precedidos por un plato de pulpo con tomate, cebolla y aceite de oliva.

Cuánto me gustaría vivir en el centro, y comer un día lentejas en La Mezquita, otro día pacayas envueltas en huevo de la Placita Quemada, y otro un plato de patitas a la vinagreta y frijoles volteados en el mercado central, y unos wantanes del Fu Lu Sho. Creo que la zona 1 rivaliza con la zona 4 en cuanto a lugares sórdidos y clandestinos, pero es mucho más benevolente con el peatón, y por supuesto, tiene mucha más historia, más orden y riqueza. Dichosa la autora del blog del centro histérico http://elcentrohisterico.blogspot.com/

Volviendo a mi plato de lentejas, estaba muy sabroso, con pedacitos de chorizo y costilla ahumada, pero tal vez ambos pasados de algo, no sé bien de qué, si de salitre, o de ahumado, o de tiempo, pero no tenían el gusto recio y fresco de otros. Tuve la mala suerte de que en ese mismo instante se estaba celebrando una especie de reunión política en el salón del fondo, donde unos 50 comensales acaparaban casi todo el servicio del lugar, lo que resultaba en retrasos demasiado largos y frecuentes para el resto de clientes.

La autenticidad del plato de callos era maravillosa, la panza estaba en un punto y de una calidad inmejorables, y la salsa era muy buena. Olvidaba decir que el bocadillo de cortesía es una violineta de francesotes con mantequilla, que combinaba muy bien con el pulpo recién salido de la lata, con un picadillo de cebolla y tomate, como para hacer un ceviche.

Lo más impresionante del lugar es la variedad de vinos. Creo que la carta de vinos es bastante más extensa que la de comida. Cuando decida usted ir a esta insigne fonda, por favor, ¡no camine por la 15 calle, camine por la 14! Calificación tres lenguas y media :P :P :P :p

domingo, 15 de noviembre de 2009

Del Tingo al Tango

Ubicado en la 12 calle 4-08 zona 9

No son muchos los Steak Houses que tienen bufé de guarniciones. Puedo pensar en Ni Fu ni Fa, a Fuego Lento, alguno otro, y Del Tingo al Tango, con una ubicación y un parqueo bastante convenientes.

Los cortes de carne que he probado ahí han sido entraña y lomito. Mucha gente tiene una muy positiva opinión de esa carne, pero yo la encuentro buena, no necesariamente superior a otros lugares. Lo que sí es más interesante en Del Tingo al Tango es el bufé de acompañamientos.

Estos acompañamientos son variados y entretenidos. Van desde lo más convencional como ensaladas, hasta berenjenas asadas. La ortografía de los letreritos del bufé también es muy curiosa ("verengenas azadas"). Hay papas, pastas, sopas... nada terriblemente sofisticado, pero es mucho más de lo que se encuentra en otros steak houses.

Este es uno de los lugares donde me siento cómodo de comer de manera satisfactoria, con servicio rápido y atento, y con un toque de variedad que mucha de la competencia carece. Calificación: tres lenguas y media :P :P :P :p

De Marios De nuevo

Ubicado en la 13 calle 0-43 zona 10, teléfono 23392329

Un domingo, buscando un lugar decente donde comer un brunch, finalmente me dio tanta hambre que decidí pasar a almorzar a De Marios, otra vez. Mi intención era pasar a un lugar interesante donde comer algo más o menos ligero, lo que sirven en un brunch: salmón ahumado, yoghurt, huevos escalfados... como no encontraba ningún lugar, acumulé tanta hambre que inicié mi comida en De Marios con una nada ligera entrada de riñones al vino.

Unos riñones excelentes, con una textura y un aroma muy propios y convincentes, en una salsa muy apropiada. Con sólo este plato hubiera tenido suficiente para mi almuerzo, pero como no podía quedarme en eso, lo complementé con un plato de lechón asado, una langosta al ajillo y unas crepes sussettes a la naranja.

El lechón estaba muy bueno, jugoso y crocante. La langosta se sentía fresca, pero algunos ajos estaban rayando en lo quemado, por lo que quedaron un poco amargos. No hay como los ajos ligeramente salteados, quedan dulces y aromáticos. Lástima que este no fue el caso.

Las crepes sussettes, con un persuasivo aroma a naranjas, y una textura sobresaliente, resultaban interesantes, como panqueques sofisticados, no como otras crepes que más bien parecen medias sintéticas.

El broche de oro fue un excelente café, único elemento compatible con el brunch que buscaba originalmente. Calificación: cuatro lenguas :P :P :P :P

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Festival de la Tortuga

Alrededor del asueto del 20 de octubre, se celebró en la aldea Monterrico, del municipio de Taxisco, Santa Rosa, el Primer Festival de la Tortuga, con actividades culturales, deportivas y artísticas. El espectáculo central, por supuesto, era la liberación de las tortugas recién nacidas alrededor de las 5pm todos los días. Evidentemente, a pesar del nombre del festival, la sopa de tortuga y los huevos de parlama estaban fuera de toda consideración gastronómica.

El hotel y restaurante Café del Sol tenía un menú especial para la ocasión. Monterrico no es en absoluto un lugar elegante y sofisticado, pero su encanto radica precisamente en su sencillez, aunada a su atmósfera desenfadada, pero cosmopolita.

Olvidé tomar agua quina, cosa que acostumbro para reforzar el efecto del repelente de mosquitos, por lo que regresé a la ciudad con un souvenir de abundantes picaduras.

Durante mi estadía en el Café del Sol, que me parece es uno de los mejores lugares para comer, probé un ceviche monterriqueño, un pescado con salsa de tamarindo y manías, un carpaccio de atún, una sierra a la plancha y un soberbio caldo de mariscos.

El carpaccio era un experimento un poco atrevido para mi gusto, con texturas gelatinosas, aromas agresivos de pescado, y pan de poco conspicua presentación, no fue algo que volvería a pedir. Al contrario, el pescado en salsa de tamarindo era un plato más interesante, con una vistosa salsa agridulce sobre un filete jugoso, si no estoy mal, de dorado.

El ceviche monterriqueño lo sentí fresco, con un toque agrio inmejorablemente modulado, servido en una copa de esas que llaman "tongolele" o "chimbombona" o "chivola". Una copa gemela con una michelada fue el acompañamiento perfecto para este bocadillo costero.

El caldo de mariscos era el típico platón con una jaiba, un buen pedazo de tacazonte fresco, uno de los mejores pescados para hacer sopa, en mi opinión, y una docena de camarones, o algo así. Los camarones tenían un gusto extraño, por lo que no los comí todos. El pescado y la jaiba sí fueron mi deleite, abrigados por el aromático caldo.

La sierra, por ser un pescado sin escamas, tiene una piel más gruesa y una carne que no es muy delicada, pero bien preparado, como en esta ocasión, puede ser un plato bastante convincente.

Aunque el restaurante era en general un poco lento, tenían el atino de llevarle a uno nachos con queso mientras esperaba.

Las cervezas me mantuvieron a salvo de la deshidratación (right!) y la comida, el paisaje y un buen masaje, fueron la combinación inmejorable para un fin de semana largo.

En mi trayecto hacia Monterrico pasé a desayunar a un lugar que está después de Sarita, cuyo nombre no recuerdo, pero es un local con restaurante, tienda de conveniencia y tienda de artículos para surf. Ahí me tomé un atol de plátano espectacular. A mi regreso, pasé desayunando en Nais, unos huevos en salsa de espinaca dentro de un pan campesino, muy agradable también.

En la carretera de Monterrico a Hawaii está el hotel Dos Mundos, a donde pasé para hidratarme después de una caminata, y cuyo menú me llamó mucho la atención. En mi próxima visita pasaré por allí para verificar si la comida vale lo que cuesta.

Mi calificación general para el Café del Sol, es un balance bastante positivo de tres lenguas y media, muchos éxitos para el próximo Festival de la Tortuga! :P :P :P :p

Restaurante Le Petit Gourmet

Ubicado en el Km. 15.5 Carretera a El Salvador, Centro de Conveniencia Concepción, local 19, teléfono 66373597.

Le Petit Gourmet es un pequeño restaurante, muy evocador, de mobiliario sencillo y con muchas estampas, fotografías e imágenes evocadoras, que se centran en el vino, las viandas y la vida.

Es sorprendente el profundo conocimiento de las meseras sobre la cocina, por lo que uno puede sentirse muy bien asesorado y ordenar con confianza del menú que, a pesar de no ser terriblemente extenso, sí tiene una muy interesante variedad de opciones.

Mi orden consistió en un paté de entrada, un lomito Café de París como plato fuerte y un clafoutis de ciruela como postre. El paté era menos visceral de lo que me esperaba, por lo que me supo como a carne prensada en lugar de hígado, no estaba mal, pero no me sedujo tampoco.

El plato fuerte fue bastante más interesante. Como comenté en otra reseña, la salsa Café de París es muy compleja y se hace a base de mantequilla. Este lomito no descansaba en la original salsa Café de París, pero hacía un intento que me dejó bastante satisfecho. Dos serenos medallones de lomito descansaban sobre una de las mejores salsas morenas que he probado en mi vida, sabrosa y aromática, y sobre cada medallón había una cucharadita de mantequilla de hierbas.

De postre escogí el clafoutis, de inspiración encantadoramente casera, pero con una sutil sofisticación, esta especie de tarta fue un agradable final.

En otras ocasiones he probado las ancas de rana, muy buenas, con fuerte aroma a ajo y perejil, igual que los escargot. El fondue también me gustó mucho.

En resumen, Le Petit Gourmet es un lugar agradable, discreto y con una cocina muy convincente. Con gusto le doy cuatro lenguas :P :P :P :P

sábado, 17 de octubre de 2009

Restaurante Ambia

Ubicado en la 10av. 5-49 zona 14

Hace algunos años había visitado este lugar y me comí un cuestionable phad thai. No me interesó regresar, hasta que ví que habían remodelado el lugar creando un bistro de comida francesa junto al restaurante de comida internacional.

El ambiente es muy elegante, decorado con un gusto moderno pero sin dejar de ser serio. Me decidí por comer en el bistro, cuya selección de platillos no es muy amplia. Filetes de pescado o filetes de res en presentaciones con salsas cremosas parecía ser lo central del menú.

De entrada pedí un queso brie envuelto en una escamosa pasta de hojaldre, relleno de tomates secos, nueces y otras delicias. El cilindro lácteo reposaba en un plato blanco con dos manchas de salsa, una como de moras o saúco y otra interesantísima de guayaba. La mancha de la salsa de guayaba era algo así como la mancha naranja del logotipo del canal infantil Nickelodeon.

El platillo estuvo bastante convincente, con texturas interesantes, aunque me esperaba que el queso hubiera sido más aromático y que la salsa de guayaba hubiera sido más abundante. Lamentablemente la iluminación del lugar es tan discreta que casi no pude apreciar el colorido del relleno. Creo que es mejor ir de día.

Desde esta muy agradable entrada, mi velada se fue deteriorando. De plato fuerte pedí un Entrecote Café de París, que según el menú estaba acompañada por un sufflé de espinacas. La primera decepción fue que el mesero me indicó que no había tal sufflé, por lo que debía escoger entre papas ralladas y vegetales. Pedí los vegetales.

Bien pude haber hecho una siesta mientras me traían mi orden. Esperé como media hora y por fin llegó mi plato. Era un corte alargado de carne asada con un acompañamiento de ejote, zucchini, papas y zanahoria. Se supone que "Café de París" es una salsa compleja a base de mantequilla, pero este plato no tenía nada de salsa. Cuando corté la carne resultó estar recocida. Sin más, llamé al mesero para que se la llevara, una decepción total.

El capitán muy cortésmente me ofreció otro plato. Pedí un steak tartare ¡a prueba de recocimiento! Me llevaron unos diez minutos después, el picadillo de carne cruda con alcaparras, aceites y otros ingredientes atractivos, incluyendo un huevo crudo. De tono agresivo y desafiante, pimentoso y ácido, con texturas variadas y provocadoras, el steak me dejó una muy buena impresión.

De postre pedí una crème brûlée de pistacho. Bien me hubieran podido decir que era "chánclèta de gûisquìl con caramelo", que igual se los hubiera creído. Realmente he probado chancletas bastante más interesantes que esta crème brûlée.

Cuando me llevaron la cuenta, protesté por que me habían cargado por equivocación un cocktail de vodka de como Q45. Lo corrigieron y en la nueva cuenta, como es normal, escribí mi nombre y NIT para la factura, la que me llevaron luego sin nombre y sin NIT...además había una promoción de L'Occitane, y me esperaba que me trajeran mi vale de L'Occitane junto con mi factura, pero tampoco lo hicieron. Entonces, como niño reclamando el premio de su tapita contramarcada, demandé mi vale, el que me llevaron sin demora.

El queso brie y el seak tartare fueron platos que disfruté. La fracasada entrecote y el postre no fueron convincentes. El servicio lo sentí errático y a destiempo, aunque cortés. En balance, no le daré a Ambia una calificación mayor a dos lenguas y media :P :P :p

miércoles, 14 de octubre de 2009

Desayuno en La Perla

Ubicado en el centro comercial Plaza Tiffany en la 13 calle "A" 7-19 zona 10, teléfono 23661544.

Los sábados La Perla sirve un "breakfast in Tyffany's" que consiste en que por Q100 uno puede escoger tres platos de una selección tipo "brunch". Yo probé 9 platos. Vamos a ver si los recuerdo todos...un lomito en salsa de chipotle, un seviche de camarón, tostadas a la francesa, huevos escalfados, crepe de pollo, panqueques, un omelette con queso ricotta...¡hasta allí llega mi memoria! ¿me habré comido también un salmón con alcachofas??

Fue una experiencia muy satisfactoria, bastante más elegante e interesante que las batallas campales de los buffés de brunch de otros lugares. Más cara también.

Los huevos escalfados y la crepe de pollo descansaban sobre salsas blancas muy sabrosas, aromáticas y no muy pesadas.

Las tostadas a la francesa y los panqueques son acompañados por una especie de chutney o picadillo de piña con canela y clavo, un acompañamiento perfecto, junto con la miel de abeja y miel sintética (de maple que le llaman...)

El seviche era fresco y con un toque cítrico interesante. El lomito estuvo bastante provocador en la salsa picante, algo un poco estridente para un brunch, pero muy bueno.

Quedé más satisfecho que en mi visita anterior, por lo que le doy al bruch de La Perla una calificación de cuatro lenguas y media :P :P :P :P :p

Restaurante Dim Sum Tea House

Ubicado en la Plaza Futeca, zona 14, local 24, teléfono 23667909

Hace mucho que necesitábamos en Guatemala un lugar donde sirvieran Dim Sum (Yam Cha) de manera permanente. Dim Sum Tea House ha venido a llenar este vacío, así no hay que esperar los domingos para comer los interesantes bocadillos del sur de la China.

El local está más inspirado en un estilo japonés que en uno cantonés, con curiosas bancas y mesas de madera rústica, todas con un reverbero al centro, y tiene una cocina abierta donde se puede ver parcialmente la preparación de los bocadillos. Esta decoración sugiere fuertemente que se quiere hacer del Dim Sum una competencia seria contra los bares de sushi.

Mi selección de bocadillos consistió en un pau de carne de cerdo; unas costillas en salsa de frijol de soya (pai quat); unas bolas de arroz y carne de cerdo (pearl balls); siu mai de cerdo; empanadas de camarón (gyosas); li chi de camarón; chiles rellenos de pescado (yeon lat cin); enrollados de lechuga; y enrollados vietnamitas.

Debo decir que me esperaba una selección más abundante y más "artesanal", si es que el término es admisible, de bocadillos, pero aún así, el dim sum es una alternativa excelente frente al shushi.

Lo más destacado de la comida fue el pai quat. Costilla de cerdo en trocitos, cocinada en una vigorosa salsa de frijol de soya negro. Muy sabrosas y convincentes. Junto con el pai quat, el li chi de camarón sobresalía entre los demás platillos. Consiste en camarones insertados en frutas li chi, sobre una salsa agridulce que recuerda una mermelada de frambuesa. Muy impresionante. El menú decía que se había ganado un premio.

Las empanadas de camarón tenían una corteza un poco dura y aguda para mi gusto, pero el relleno estaba bien. Las bolitas de arroz y carne de cerdo eran pegajosas e inestables (¡sos isótopo!) y no tenían un gusto particularmente bueno. Los enrollados estuvieron entretenidos de comer. Los de lechuga más interesantes que los vietnamitas, con un relleno provocador que uno mismo envuelve en hojas de lechuga.

Mi bebida fue una sangría, bastante aceptable. El servicio fue puntual y efectivo. Una experiencia positiva. Dim Sum Tea House ofrece una curiosa y atractiva alternativa al sushi, con porciones breves, diversas y, diría yo, saludables. Calificación, tres lenguas y media :P :P :P :p

domingo, 4 de octubre de 2009

Comparaciones odiosas

Me parece que las comparaciones son de mal gusto y desmerecen los logros de cada objeto o persona que está siendo comparada.  Por eso en mis diversas reseñas, me he ocupado exclusivamente del lugar que estoy criticando, sin compararlo expresamente con otro.  

Hoy, sin embargo, por alguna razón esto del mal gusto me vale wango, y me siento de un súper ánimo para hacer comparaciones, así que aquí va mi opinión de diez platillos o bebidas, sobre la base de mi propia experiencia:

1.  Tostadas a la francesa.  Las mejores: Café de Saúl, ricamente compuestas y esponjosas.  Las peores: Skillets, enigmáticamente secas, sosas y duras.  Las más elegantes: La Perla, donde se pueden comer los sábados por la mañana, muy elaboradas y con un pan maravilloso.  

2.  Tacos de banano. Los mejores: Bing Bing, con un relleno dulce e intenso.  Los peores: el Chinito Veloz, tan malos que creo que ya los quitaron del menú.  Los más elegantes: Dim Sum Tea House, demasiado breves, pero presentados con excelente buen gusto, con una bola de helado de vainilla depositado en una estrella de tela de wantan dorado.  

3.  Ossobucco.  El mejor: Alfredo di Roma, con una salsa provocadora a la vez que noble.  El menos bueno, no puedo decir en ningún momento que el peor: La Cucina di Borgorotondo, creo que se pasa de artesanal y queda en desventaja ante los demás.  El más elegante: Peccorino, con una presentación regiamente montaraz y abundante, como para el diente de Olafo.

4.  Mousse de Chocolate. El mejor: Peccorino, hecho con amaretto, con una consistencia increíble.  El menos bueno: Jean Francois, de presentación descuidada.  

5.  Peras al vino. Las mejores: Clio's.  Una pera rellena de queso mascarpone, aromática y seductora.  La peor: Café de la Paix, no podía creer que le llamaran "pera al vino" a lo que me estaba comiendo.  La más curiosa: Tasca el Rocío, donde las sirven frías, como duraznos en miel. 

6.  Sangría.  La mejor: Tasca el Rocío, una verdadera bomba, pero intrigante y compleja.  La peor: Pla, me pareció más bien una granizada.  

7.  Paté.   El mejor: Chez Fabrice, el terrine de venado es un tesoro gastronómico en todo el sentido de la palabra.  El menos bueno: Clio's, menos complejo que otros.  El más curioso: Casa Yurrita, con fuerte aroma a perejil.

8.  Pato.  El mejor: Lai Lai, con la genial simpleza de la tradición cantonesa.  El menos bueno: Bing Bing, poco impresionante.  El más curioso: Casa Yurrita, sobre una sobresaliente salsa de rosa de jamaica.

9.  Carpaccio.  El mejor: Peccorino, con una carne de calidad que salta a la vista.  El menos bueno: la Fattoria, aceitoso y hecho de carne curtida.  El más curioso: Tuá, hecho con algo de jugo de naranja, y sin más ingredientes que queso.  

10.  Bocadillo de cortesía.  El mejor: Chez Fabrice, un paté con hierbas, magníficamente aromático.  El menos bueno: Tamarindo's, una pasta de fresas que me recordó que ya me tocaba ir donde el dentista.  El más curioso: El Faro, un fumé de mariscos que lo hace sentir a uno verdaderamente bienvenido.

Restaurante Café de la Paix

Ubicado en el Hotel Intercontinental, 14 calle y 2da avenida zona 10.

Con la típica elegancia de los hoteles lujosos, el Café de la Paix recibe el comensal con dos protagonistas en su carta: un bufé y un menú del día.  El menú, en su versión completa tipo degustación, es un poco más caro que el bufé.  El día de mi visita me decidí por el bufé, de inspiración italiana.  

Debí haber pedido el menú.  Lo destacado del bufé fue un paté con cognac.  Sabroso, intenso y refrescante al mismo tiempo.  El resto del bufé, no me causó mayor impresión.

Me serví unos gnocci con salsa de albahaca, aromáticos y suaves aunque un tanto aceitosos; unas papas con azafrán aceptables; y de ahí en adelante, la base de la comida era grasa, mucha grasa.  Había un pescado con tocino, un risotto de mariscos y unos tomates horneados, todo con más aceite de lo que me hubiera esperado.  Incluso el risotto estaba demasiado cremoso para mi gusto.  También comí pierna de cordero, que estaba bastante mejor que otras opciones.

De los postres no encontré nada cautivante tampoco.  Y entre las ensaladas, me serví una caesar que tenía una argolla de pan que cuando la quise partir, salió volando.  

A la próxima, creo que me decidiré por el menú del día.  Calificación, tres lenguas :P :P :P 

Soberana engullida

¿Qué se puede pensar de un restaurante que sólo abre durante el sábado, el domingo y los asuetos importantes? Puede ser que vendan tanto durante esos días, que sea innecesario abrir el resto de la semana.  O puede ser que los ingredientes se escogen con tanto esmero, y las recetas sean tan amorosamente aplicadas, que no se pueden hacer todos los días.  Algo como esto sucede en el "Mini Comedor" (nombre oficial y completo), ubicado en la 7 calle, 5-81 de Amatitlán.

Es una casa de estas con patio interior, donde hay una pintoresca fuente de piedra coronada por una muy notoria imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa.  

El 15 de Septiembre, el asueto de mayor importancia, pude visitar este lugar y darme una comida a la altura de la celebración de la independencia.  Esta es la lista de los platillos que probé:

Gallo en chicha Tiras en salsa verde Salpicón Pacayas envueltas

Lengua envuelta Frijoles volteados Hilachas Mojarra frita

Tortilla con pierna Carne adobada Molletes Mazapán

Esta soberana comida, la acompañé con un buen fresco de súchiles.   Pero no crean que yo sólo me comí todo esto.  Éramos cuatro comensales a la mesa, y comiendo todo esto, junto con bebidas ¡pagamos un total de Q315!

Para quien no desee quedarse en el local, hay un amplio mostrador que da a la calle, donde se despacha la comida para llevar.  Como la demanda es tanta, quienes llegan temprano son los únicos que encuentran toda la variedad de platillos.  

El gallo estaba tan suave y aromático que bien pudo haber sido otro tipo de ave.  Si no fuera por que las piezas no eran suficientemente grandes, hubiera pensado que era pavo.  La salsa fermentada no sólo envolvía cuidadosamente la carne, sino dejaba sentir vapores en el paladar, que acentuaban la combinación de aromas, de manera más familiar de como lo haría un vino.  La experiencia fue tan intensa que podía sentir el triptófano invadiendo mis neuronas.

El punto de cocimiento y la calidad de las tiras de panza era inmejorable.  La salsa verde era más bien modesta, en el sentido de que no tenía una complejidad particular, pero estaba muy buena, un fondo perfecto para la panza.  

A la mojarra la escogimos de entre la selección que nos presentó la mesera en una palangana plástica.  Cuando nos la pasaron ya frita, pude verificar en la gelatina de los ojos y la cabeza, la fantástica frescura del pescado.  

Las hilachas estaban hechas al mejor estilo de la comida casera más auténtica y tradicional, con carne de excelente calidad y una salsa a base de tomate aromatizada con pimientos.  

Las frituras estaban en su punto.  La lengua jugosa y las pacayas crocantes, con su sutil amargor, eran un festival envuelto en una tortilla.  La carne adobada, en su característica pasta de achiote, era intensa, al contrario de la pierna que me pareció que podía estar mejor aromatizada.  

Los frijoles volteados estuvieron sorprendentemente malos.  Salados y aceitosos, sugerían que no eran totalmente frescos.  Normalmente, quien tiene talento y práctica para la comida tradicional guatemalteca hace unos frijoles volteados que son exquisitos.  Pues este no fue el caso.  Los molletes tampoco estaban buenos, tenían un aire comercial, como de supermercado, sin la dedicación que se podía sentir en los otros platillos.

El toque final fue el mazapán.  Una pasta suave, con lejano aroma a almendras, me dio la paz suficiente para reflexionar sobre aquel sabio dicho que dice "atásquese, que hay lodo".  Vaya si no me quedé atascado.

El "Mini Comedor" es una auténtica y destacada fonda, que por abrir sólo los fines de semana nos fuerza a celebrar con nuestros seres queridos una identidad gastronómica, tan generosa y suculenta, como la más tradicional y secretamente guardada receta de la abuela.   Calificación: cuatro lenguas :P :P :P :P  

domingo, 13 de septiembre de 2009

Restaurante Jake's - de nuevo

Ubicado en la 17 calle 10-40 zona 10, teléfono 23680351

Versos para una Hamburguesa Sobrevaloada

Hamburguesa de ciento veinticinco quetzales
viniste para probar que como cuestas, vales
algo de queso cheddar y cebollas cabales
por caramelizadas, del montón sobresales

Tu carne un poco dulce, curiosidad despierta
pero prisionera eres de pan viejo que alerta
que pasaron por alto su consistencia yerta
aun con papas y salsa, me pareces desierta

Precedida estuviste de polenta exquisita
su maternal aroma, que con hongos gravita
muy implacable impidió que te vieras bonita
así te excluiré de mi próxima visita

Al terminar contigo, mientras un mousse comía
él, agrio inspiraba esta cuaderna vía
y siendo generoso, sin más algarabía
yo, tres lenguas, y no más, decidí, te daría

:P :P :P

Restaurante Casa Yurrita

Ubicado en la ruta 6, 8-52 zona 4, teléfono 23601615 (así dice la factura)

La zona 4 me parece de las más curiosas de la ciudad.  En los '70, el edificio el Triángulo, el Edificio Centroamericano, Torrecafé, el Banco Industrial, el edificio de la Cámara de Industria, eran los símbolos del poder financiero y de los servicios de profesionales codiciados.  Hoy, todavía están ahí, un poco decrépitos tal vez, rodeados de barras show, bares bohemios, otros más bares que bohemios, ventas de repuestos y casas de curiosa arquitectura.  A ciertas horas de la noche, la pequeña zona 4 se puede tornar en un lugar bastante sórdido.

En la calle Mariscal Serapio Cruz (conocido en sus tiempos como Tata Lapo) se encuentra la que es sin duda la más curiosa de todas las construcciones: la iglesia de Yurrita.  Justo a un costado, hay un portón que permite la entrada al restaurante Casa Yurrita.

Como Louis Charpentier en la Catedral de Charters, yo buscaba en la arquitectura de la Casa Yurrita símbolos de los templarios, marcas de masonería, alegorías del Santo Grial y del Arca de la Alianza.  Por supuesto, no encontré ninguna.  Bueno, hay unas estrellas de David, y una de ocho puntas en la entrada, pero parecen meramente decorativas.  Tal vez en la iglesia encuentre cosas más curiosas, pero el restaurante, tiene más bien una decoración evocadora y nostálgica, sin morbo de ocultismo.

Escogí una mesa y me llevaron de bocadillo de cortesía una cucharadita de tabule.  Trigo triturado con un toque agrio, un poco de tomate y, creo, pepino, galvanizado con algo de curry.  Apropiado para excitar el paladar.  Mi entrada fue un magnífico paté de Campagne.

El paté era un aglomerado de hígado de pollo y alguna carne de marrano, aromatizada con perejil y una combinación de especies orientales, tal vez Garam Marsala.  Estaba acompañado de una cucharadita de mostaza dijon, unas cebollas caramelizadas con un fuerte aroma a rosa de jamaica y una ensaladilla de tomates cherry, lechuga y cebolla morada.  Completaban el plato tres largos panes tostados con algo de aceite y ajo.  Una verdadera delicia, a un precio bastante razonable (Q55).  Con esto y una sopa, creo que se puede tener un almuerzo apropiado.

Mi plato fuerte fue una pechuga de pato con salsa de rosa de jamaica, por recomendación de un amable comentarista de la Papila.  El pato estaba excelente.  Adecuadamente envuelto en la salsa, que tenía el equilibrio justo de acidez y dulzura, y una densidad perfecta, que no la hacía ni muy pesada ni muy ligera, la pechuga mostraba las distintas texturas y composiciones de esta extraordinaria ave.  El acompañamiento consistió en unas papas fritas en cubos, con un agradable aroma a ajo y un perfecto punto de cocimiento, dos arvejas chinas crocantes y de intenso color, y una zanahoria moldeada, vieja y aguada, mácula estridente del plato.  

También probé el filete de dorado con pesto de cilantro.  No me convenció para nada.  Un pescado que no es particularmente delicado, estaba bien cocinado, pero bañado en un pesto sin complejidad, de aroma bruscamente verde, y prácticamente sin sal.  Estaba acompañado por unas bolitas de papa con perejil y unas verduras ralladas.  A todo le faltaba sal, a mi gusto.  Lo más gracioso fue que el salero era un cubito de vidrio con capacidad para únicamente media cucharadita de sal, que se me acabó a la primera sacudida.  

Mi postre fue un plato llamado "degustación de postres".  Un plato que vale mucho la pena.  Incluye un mousse de chocolate, de intenso carácter, excelentemente bien preparado, una pera confitada, delicada y crocante, una torrecita de fresas y chocolate blanco y una isla flotante.

La torrecita era una construcción que resultaba en un verdadero tesoro.  Fresas frescas y de óptima calidad, engullidas en una pasta de chocolate blanco.  Por supuesto, yo la llamo torrecita, en ignorancia total de su nombre verdadero, que simplemente no escuché bien.  

La isla flotante, esa sí la escuché bien.  Era una copa más grande que los otros postres, con una como natilla, a base de huevo y crema, si no estoy mal, y por encima un turrón ligero, coronada por una filigrana de caramelo que se extendía por la mitad del plato como un velo dorado.  El resultado, muy presentable, me pareció, sin embargo poco exitoso.  La pasta estaba pesada e insípida (tal vez totalmente arrollada por la intensidad de los otros postres).  El turrón, pues no estaba mal, pero la filigrana estaba afilada y dura, lo que fácilmente puede lastimar el paladar.

El servicio se suma a lo positivo de mi experiencia.  Una atención muy cordial y puntual.  En balance, el pato, tres de los cuatro postres, y el paté, ¡sobre todo el paté! fueron francamente sensacionales.  El pescado y la isla flotante, no fueron de mi gusto.  ¡Lo que menos me gustó fue que me cobraran Q20 por una botella de agua!  Calificación, cuatro lenguas :P :P :P :P

lunes, 7 de septiembre de 2009

Restaurante Zumo

Ubicado en la 1ra avenida 12-16 zona 10, teléfono 23346316 y 23610747

Con un poco de clemencia, que se manifestaba en una llovizna ligera, el clima me permitió visitar este interesante restaurante. Tiene un lounge tipo "dug out" y unos ambientes que invaden un jardín interior.

En esta ocasión probé como entrada unas vieiras con salsa de jamaica y menta, mi plato fuerte fue un Puk, y en cuanto al postre, mi factura dice "Douceur Noisette" pero recuerdo que el menú decía algo así como Chocovaky, o algo parecido.

Las vieiras estaban cubiertas por un petatillo de camote cada una, llamado capellini en el menú, y soberbiamente presentadas sobre una combinación hermosísima de glacée de jamaica y aceite de albahaca (¿o dije menta? ¡ya me hice bolas!) lo que asemejaba una nebulosa estelar colorida por el polvo cósmico ardiente, comprimiéndose para formar nuevas estrellas. Los colores verde vegetal y corinto intenso de la rosa de jamaica se abrazaban el uno al otro, como acuarelas, luciendo con transparencia su distinción y su (sutil) aroma. Muy impresionante. El sabor, pues no estaba mal, las vieras de por sí son más bien insípidas, y las salsas pudieron haber sido un poco más provocadoras al paladar. En todo caso, el gusto no fue tan despampanante como la presentación.

Siempre con la inspiración galáctica, me sirvieron el Puk. En forma de galaxia o de símbolo de yin y yang, una salsa de reducción de vino tinto y una de reducción de vino blanco eran el fondo de una pechuga de pollo enrollada y rellena de queso azul y otros ingredientes que no recuerdo bien. El plato estaba guarnecido por dos mitades de un iridiscente y destacado pak choi. Lamentablemente ví una partícula sospechosa en una de esas mitades, y me las cambiaron por zanahoria rayada, salteada en mantequilla. De nuevo, la presentación superó al sabor.

También probé un "Gaugin", un medallón de carne de cerdo con una croqueta de arroz por sombrero, posada sobre una salsa de curry. Ese plato era más aromático, pero el cerdo era demasiado magro, sin la provocación ni encanto de piel o de gordito.

El postre me convenció aún menos. Era un bizcocho con unas capas de chocolate, coronado por chocolate blanco y unas vetas de chocolate obscuro. Si no mal recuerdo, el bizcocho era como de estilo italiano, de esos que tienden a ser secos, hasta un poco arenosos.

El servicio resultó muy bueno: después de yo llenar de migas la mesa al consumir el plato fuerte, el mesero pasó una de estos cilindros para limpiarla. No recuerdo la última vez donde ví tan buen y sencillo detalle. Por una presentación artística, con un servicio de primera, y un gusto aceptable, a Zumo le confiero cuatro lenguas :P :P :P :P


Restaurante Pla

Ubicado en la 2a calle 13-25 zona 10, local B

Es un gusto sentirse apreciado como cliente en un restaurante. En Pla, probablemente por su reciente apertura, o tal vez por la camaradería que inspiran sus integrantes (¡ya se volvió comité, jajaja!), se puede percibir el franco esfuerzo por dejar a cliente complacido, para que regrese.

La noche que fui a cenar allí, que creo que por exponerme al chiflón me gané un soberano resfriado, me pareció que el host (¿socio, dueño?) y el chef, tenían de comensales a un buen grupo de sus amigos, lo que resultaba en una atmósfera de jolgorio y confianza.

En cuanto a la comida, probé un salmón, una trucha y un lomito con queso camembert. Mi entrada fueron unos anacates y mi postre, un mousse de chocolate blanco y chocolate de leche. Mi bebida fue una mal lograda sangría que más parecía granizada.
La trucha estaba excelente, cultivada en la Sierra de las Minas, según nos dijeron. Eran dos filetes color rosa, jugosos y de intenso sabor. Si no recuerdo mal estaba acompañada de unos espárragos salteados. El lomito, que según entendí, era de los más pedidos, no me convenció del todo.

Eran dos medallones de carne coronadas con queso camembert, acompañados de una ensalada de arúgula muy bien seleccionada. La ensalada no necesitaba más que vinagre balsámico para causar una destacada impresión, debido a la calidad de sus ingredientes. El lomito, por el contrario, no me pareció muy aromático.

El salmón no estaba mal, descansaba sobre una cama de vegetales al vapor, pero no despertó mi curiosidad. Lo que sí me resultó curioso fue un como picadillo de chile relleno que acompañaba a los anacates de entrada.

El postre estuvo bien, el mousse blanco más dulce y seductor que el obscuro, espumoso pero no por ello sin carácter.

El host (¿socio, dueño?) se mostró muy interesado por nuestra opinión, y cuando vio que el lomito no nos había convencido del todo, nos compensó con vasos de amaretto. Pasé por alto decirle lo de la sangía, tal vez me hubiera dado la botella de vino entera ¡jejeje! Así, con gusto le hubiera dado más que tres lenguas y media, pues debo penalizar esa sangría, :P :P :P :p

martes, 1 de septiembre de 2009

Restaurante Tanoshii

Ubicado en el interior del Hotel Intecontinental, 14 calle entre 2da y 3ra avenidas zona 10.

De las varias veces que he ido a este restaurante, la comida me ha parecido siempre buena, pero el servicio, demasiado lento. En mi más reciente visita, las cosas fueron un poco mejores.

El clima del lugar es muy orientado a negocios, siento yo. O tal vez sea la clientela. El asunto es que mi orden consistió en tres platos: una sopa sutil, un ebi caliente y un postre de banano tempurizado.

La sopa sutil, de sutil no tiene nada. Es un plato súper llamativo, muy bueno y entretenido de comer, ligero, interesante y, espero, nutritivo. Se trata de un caldo claro depositado junto a unos camarones en un plato hondo, en cuyas orillas se acomodan verduras tempurizadas, como berenjena y otras, que hacen que el plato parezca como que florece con texturas y colores variados, ¡además cuesta sólo Q35! Si trabajara o viviera cerca, comería esto todos los días, y seguro que rebajo unas mis cuantas libras, que mal no me caería, y me ahorro un buen dinero también.

El ebi caliente sí que me resultó sutil, tanto que ya ni me acuerdo qué tal estaba. Tal vez la sopa lo opacó de tal manera que lo mandó directo a mi subconciente. Pero si hubiera estado feo, bien que me recordaría.

El postre estaba bien presentado, con interesantes texturas y colores, pero nada espectacular en sabor. Supongo que por ser comida japonesa, los postres no son particularmente agresivos o intensos. Como no soy un fanático de los postres sutiles, me resultó satisfactorio, pero hasta allí.

La experiencia hasta ese momento bastante agradable, acompañada de un té verde para retrasar el envejecimiento (right!), se vio empañada por que se tardaron más de lo debido en llevar la cuenta. Bueno, al menos van mejorando. Calificación: cuatro lenguas :P :P :P :P

Restaurante Como Como by Txoco

Ubicado en el Centro Comercial Escala, Km. 14.5 Carretera a El Salvador

Un novísimo bar de tapas (la factura que me dieron era todavía de dos cifras solamente), Como Como, ofrece platos españoles, con la promesa de pronto poner a funcionar el ¿cómo le llaman? ¿faja, cinto? es un bar movible que va pasando las tapas para que la gente se sirva en sus mesas.

Si no estoy mal, en la Antigua hay un restaurante homónimo, pero desconozco si hay relación.

El menú está diseñado de una manera bastante confusa. No se entiende dónde comienza y dónde termina, y por la manera en que está impreso no es cómodo de leer tampoco. De entrada pedí unos medallones de cerdo que se llamaban algo así como "flamencos" o "flamenquitos", no recuerdo bien. Había una nota de que los medallones habían ganado algún reconocimiento gastronómico.

Bueno, como me los sirvieron no parecían muy galardonados, que digamos. La carne estaba reseca, sobrecocida, el empanizado no se sentía fresco, y estaban servidos sobre unos pimientos que eran lo mejor del plato.

Mi plato fuerte fue un arroz con calamares. Era un arroz suelto, frito, con cuatro calamares, sin mucho aroma ni complejidad. Un plato normal. También probé un plato de pescado, que era mucho más interesante. Era como un medallón de pescado sobre aguacate y pimientos, con una salsa a base de limón. Ese sí me resultó atractivo.

Se veía que unos meseros se esforzaban por ser corteses, pero el que me tocó a mí parecía que aún no había recibido el cursillo de capacitación. Otro detalle que me resultó incómodo fue que los platos son demasiado grandes y los cubiertos, demasiado pequeños. Un plato grande es elegante y presentable, pero cuando a uno se le va el cuchillo dentro de la comida por que no hay cómo apoyarlo, uno desea mejor tener un plato normal, o por lo menos, cubiertos más grandes.

De postre quise pedir un flan de queso, pero no había, por lo que ya no comí postre.

Lo que más disfruté del lugar fue el ambiente. Es elegante y sencillo a la vez, sin ser pretencioso, y cuando funcione la banda de tapas, creo que será muy entretenido. La cocina es totalmente abierta, lo que requiere mucho valor, pues uno puede ver exactamente qué le están poniendo a los platos y cómo los cocinan, así como la higiene general.

Por el momento, mi experiencia en Como Como no sube de tres lenguas. ¡Volveré a ir cuando esté funcionando el bar de tapas! :P :P :P

domingo, 23 de agosto de 2009

Restaurante Bing Bing

Ubicado en la 6a calle 7-55 zona 9, teléfono 23315265

Como había indicado en respuesta a un amable comentario y recomendación, tenía yo años de no ir a Bing Bing. El local es un poco más agradable de como lo recordaba, pero no tiene ningún lujo, ninguno. La comida cantonesa es una de mis debilidades, y me dan ganas de probar todo lo que está en el menú. Por eso, visité dos veces este restaurante antes de hacer la reseña.

En ambas ocasiones inicié mi comida con una sopa. La primera fue una sopa agripicante de buche de cerdo. Una sopa interesante, con tiras marrones de esta víscera de cerdo que es de una consistencia muy agradable, como elástica y resistente a la mordida. La segunda sopa fue una de ja gao. El caldo es básicamente el mismo, también aromatizado con cebollines, pero en lugar de carne, esta tiene unos ravioles de tela de arroz rellena de camarones. El relleno estaba agrio, cuando debería ser más bien dulce. Me dejó un poco decepcionado.

Los platos fuertes que comí fueron San Choi Pau, camarones en mantequilla y pato rostizado. Lo mejor fue el San Choi Pau. Es una combinación de carne molida, de cerdo si no me equivoco, fideo de soya esponjado, verduras y semillas de marañón, que se come con hojas de lechuga, a manera de taco, pero bastante más saludable. La salsa de este plato creo que es de ostras. Estaba buenísimo. Las hojas de lechuga eran brillantes y frescas, y la combinación de texturas y aromas del San Choi Pau hecho con ingredientes decentes, le deja a uno la conciencia tranquila.

Los camarones a la mantequilla me resultaron bastante cuestionables. La salsa era abundante y espesa, color mostaza, con verduras salteadas, pero sin aromas interesantes. Lo peor eran los camarones. Estaban en oferta, pero tal vez por viejos.

El pato rostizado no me resultó terriblemente genial, tampoco. No era tan jugoso, aromático y suave como otros que he probado, pero estaba aceptable.

En ambos casos, de postre de cortesía me llevaron tacos de banano. Esto sí estaban muy buenos. De dimensiones aceptables, espolvoreados con azúcar glas, y envueltos en una crocante y dorada pasta, el relleno era espléndido, dulce, maternal y acogedor.

En lo que Bing Bing es campeón, es en los precios. Hay un platillo que cuesta Q240, que, me dijeron, incluye sopa, un pato que se come con salsa agridulce y tortillas de harina y el suculento San Choi Pau, con lo que bien comen 4 personas de buen diente, o tal vez 6 si no son tan comilonas.

Definitivamente voy a seguir yendo a este lugar, pues hay unos platillos de pescado que no me quiero perder. Por mi experiencia hasta el momento, le doy a Bing Bing una calificación de tres lenguas :P :P :P

Restaurante Tua

Ubicado en el Centro Comercial Escala, local 30, Carretera a El Salvador. Teléfono 66375443 y 44.

A la par de la vidriería Vimarco queda este atractivo restaurante en el Centro Comercial Escala. Creo que mencionar a Vimarco es relevante, pues la atmósfera que tienen los dos locales es sorprendentemente parecida. Primero, son más grandes de lo que parecen al principio; segundo, el vidrio y las líneas rectas y sencillas prevalecen indiscutiblemente en la decoración moderna de ambos ambientes; tercero, una vez uno ha hecho un pedido, ¡se tardan siglos en llevárselo!

Lo bueno es que desde allí, lo que uno encuentra en Tua son más bien, sorpresas agradables. La primera de ellas fue un tuna tataki. Un atún exquisitamente fresco, rebozado en ajonjolí y servido sobre una agresiva salsa ácida, que con mágica sutileza electrifica el sabor del pescado. Digo mágica por que si uno se come directamente la salsa, le deja la cara encogida de lo ácido, pero al combinarse con el pescado, resulta estimulante y moderada. Para refrescar el paladar, el atún estaba acompañado de aguacate triturado. Fue la parte que no me convenció del platillo. Para mí, el aguacate que no tiene un tono dulce y un aroma complementario (es decir, que no está combinado con un poco de cebolla picada y un toque de orégano, por ejemplo) le va bien al caldo. En este caso, creo que el aguacate sólo tenía unas gotas de limón, por eso ácido con ácido, pues como que redunda.

De platos fuertes probé el pollo provenzal y el plato vegetariano. El plato vegetariano consistía en un risotto muy cremoso recostado junto a unas berenjenas reposadas (así decía el menú, supongo que en agua de sal) con otras verduras. Un plato muy ingenioso. Resulta que el risotto estaba pasado de sal, y a las berenjenas les faltaba sal, por lo que al combinar ambos ingredientes se lograba un bocado con un equilibrio maravilloso. Tal vez nunca sabré si esa combinación fue intencional o accidental, en todo caso fue una sorpresa muy agradable.

El pollo provenzal no me comunicó nada interesante. De suyo, la pechuga no es mi parte preferida del pollo, y los vegetales que lo acompañaban, estaban bien preparados, pero nada espectacular.

Mi postre fueron unos tacos de banano, que el menú los llamaba "tempura" si no mal recuerdo. El "chinito veloz" servía de esas hace unos 5 años, recuerdo, pero no las llamaba "tempura". En todo caso, estaban aceptablemente bien hechos. Nada particularmente delicioso tampoco. Era un plato con tres taquitos como de 5cm, con una bola de helado al centro. Divertido de comer, pero no los mejores que he probado.

En balance, Tua tiene platos muy interesantes, un menú variado, pero debo penalizar la lentitud de la cocina, por lo que le confiero tres lenguas y media :P :P :P :p

domingo, 16 de agosto de 2009

Restaurante La Boquería de Barcelona Viva - ¡otra vez!

Ubicado en el primer nivel del Hotel Mercure, Edificio Casa Veranda, local 7, 12 calle 1-24 zona 10, teléfono 23602934, 52277829, 54852499.

Una vez más me decidí por visitar este notable restaurante en el Hotel Mercure. Esta vez inicié mi almuerzo con una entrada de boquerones en aceite, muy sabrosos, con una buena dosis de aceite y jugo de limón, acompañados de las insuperables tostadas de pan con tomate y más aceite.

De bebida pedí una sangría, buenísima. Tomé tres sorbos y ya estaba mareado. Más tarde pregunté al mesero sobre cómo se hacía la sangría, y me dijo que usaban brandy, ginebra y por supuesto, vino tinto y frutas. ¡Con razón después no podía hablar correctamente!

De plato fuerte pedí uno de los especiales del día: cangrejos de concha suave. Cuando me los llevaron fue una decepción. Los suculentos animales estaban ocultos en una gruesa costra de empanizado y acompañada de una poco inspirada ensalada de lechuga, tomate, cebollas y pepino. Una salsita de mostaza complementaba el plato. Esperando que me pasara el efecto del alcohol, intenté quitarle poco a poco la costra a los cangrejos. Medio le quité el empanizado a los crustáceos y me comí lo que pude.

Para terminar de marearme, pedí de postre unas peras al vino. El estilo de este postre asemejaba el de duraznos en miel, sólo que en lugar de duraznos eran peras y en lugar de miel, era vino tinto. Estaban frías, muy agradables, firmes y crocantes. Un excelente postre, pero insuficiente para que mi experiencia fuera tan satisfactoria como en mi visita anterior.

Por último, para poder manejar, pedí un café negro. Esperé un tiempo. Antes de irme llegaron dos personas más, que pidieron boquerones, pero ya no había, y también cangrejos. Ojalá a ellos sí les hayan gustado. Calificación: tres lenguas y media :P :P :P :p

Restaurante Pecorino - ¡otra vez!

Ubicado en la 11 calle 3-36 zona 10

Creo que estoy empezando a revisitar varios restaurantes sin terminar de explorar los que aún no conozco, pero a veces se debe al tiempo y las circunstancias. En esta ocasión, afortunadamente las circunstancias me llevaron a revisitar Pecorino.

Inicié mi comida con un carpaccio de lomito. Bien preparado, con virutas de queso y alcaparras, una carne de muy buena calidad, y limón al gusto. Lo disfruté bastante.

En continuación al tema de la carne cruda, el mesero anunció que entre los especiales del día tenía Bistecca Fiorentina ¡el original T-bone de 2 libras! No pude resistirme a este excepcional corte y que ordené, término medio.

El T-bone es todo un espectáculo. Es imponente, a penas cabe en un plato, parece de esos bistecs que come el chucho que sale con Tom y Jerry, o en aquel episodio de "el caldillo" de looney toons. Estaba jugoso, suave, aromático, ¡podía sentir cómo mis arterias se alarmaban con tanta grasa y carne roja!

El espectacular corte venía acompañado de zucchini salteado. Nada particularmente exquisito. Me tuve que conformar.

Mi postre fue una Panna Cotta de vainilla. Definitivamente no es el mejor postre que he probado en Pecorino, pero no estaba mal. Era una especie de budín cremoso, encapsulado en una sutil gelatina, adornado con una retícula de una jalea roja, creo que de bayas.

La consistencia gelatinosa era muy agradable, pero el sabor no era lo suficentemente intenso para mi gusto. Supongo que para quienes prefieran los postres sutiles, será más interesante, pero se tendrán que exponer a la pesada digestión de la crema.

Pecorino no me defraudó. Su cocina, su ambiente y su servicio estuvieron a la altura. Reitero mi calificación anterior de cuatro lenguas :P :P :P :P

lunes, 10 de agosto de 2009

Dos Platos encomiables

Hoy no me referiré a restaurantes sino a dos platos que he descubierto y que me parecieron muy interesantes y que los venden en lugares que no son particularmente exclusivos.

El primero de ellos es la sopa "Sun Dae Guk Bab", que no tiene nada qué ver con los helados sun dae. En un comedor coreano llamado "Sun Pung" en la 32 avenida de la zona 7, Utatlán 1, probé esta exótica sopa por recomendación de un estimado amigo. El lugar es de una modestia difícil de superar: con decirles que ¡yo tuve que escribirme mi propia factura! Pero eso no es lo importante. Lo importante es la sopa. Podríamos llamarla "la anti-revolcado". Como ustedes saben, el revolcado de cabeza es un plato típico antigüeño hecho a base de menudos y vísceras, de color obscuro y notas aromáticas de chiles y tomates dulces.

La sopa coreana de la que les hablo, también está hecha a base de vísceras de cerdo: buche, oreja, panza...pero lo más impresionante es la morcilla. Un choricito negro que parece atravezado por apretados filamentos de fibra óptica (que en realidad es, me dijeron, fideo de papa), se combina con los demás ingredientes con un poco de cebolla verde, especias del lejano oriente y un ligero y pálido caldo. Mi paladar demandaba algún toque dulce, por lo que pedí salsa de soya, la cuál me sirvieron en un platito con ajonjolí y cebollines picados. Lo mejor fue remojar la morcilla en esa salsita. ¡Magnífica!

El segundo plato es bastante más convencional y se puede comprar en cualquier panadería San Martín que tenga cafetería. Se trata de la "ensalada toscana". Es una combinación sencilla y deliciosa de pasta corta, queso feta, tomates cherry, aceite de oliva, albahaca y hongos curtidos, hongos ostra, si no me equivoco.

Es aromática, vistosa, balanceada y económica, muy divertida de comer, pues viene acompañada con unas laminitas de pan de queso muy sabrosas.

Bueno, por ahora no hay lenguas qué otorgar, pero ¡espero que estas observaciones sobre dos platos diametralmente distintos haya sido de su interés!


viernes, 7 de agosto de 2009

Restaurante Camille

Ubicado en la 9a avenida, 15-27 zona 10, teléfono 23680048, 23671525

En un local que aspira a galería de arte, el restaurante Camille ofrece una compacta pero diversa selección de platillos atrevidos, aunque descritos en unas cartulinitas que exponen mejor las manchas de comida que la calidad de dichos platillos.

Me senté a la mesa un poco intimidado por el contexto minimalista y ascéptico del local. Traté de relajarme con una sangría (muy buena por cierto), mientras estudiaba el menú. El bocadillo de cortesía fue una sopa de arvejas con queso azul, acompañada de una mini albóndiga. Ambas muy agradables, aunque la sopa me resultó más confortante y seductora.

De entrada pedí un plato de estación que no estaba en el menú: anacates al cognac y crema. Un preludio fiel a lo que estaba por venir, los anacates eran de excelente calidad, cocinados a la perfección, pero con una inspiración que no es de mi gusto.

Es algo difícil de explicar. Es como decir "sí, yo sé que Arjona es muy talentoso, pero su música no me gusta". Resulta que la combinación de aromas y colores de los anacates resultó en un plato demasiado agresivo para mi gusto.

Mi plato principal fueron unos cangrejos de concha suave en tempura, con salsa de chipotle. Los cangrejos estaban simplemente exquisitos. Acompañados por unos espárragos salteados y, si no mal recuerdo, un puré de papas, los cangrejos resultaban en un ensamble desarmonizado y estridente. Cada uno de los elementos del plato era de inmejorable calidad, pero todos ellos juntos, parecían como chicas a la moda: con la figura, el maquillaje, el vestuario y el pelo perfectos, pero que se detestan la una a la otra, y cuando están juntas no se hablan y secretamente se desprecian.

También probé el atún a la pimienta y tuve la misma sensación. El atún rebozado crudamente en pimienta molida, reposaba en una salsa como de aguacate con menta. Una combinación forzada y difícil de comprender.

El postre tuvo en mí el mismo efecto. Fue un "Suspiro Camille". Una interesantísima combinación de aromas que iban del cardamomo a la naranja, con una consistencia entre espumosa y "budinosa". Una obra de arte, pero lejana, taciturna y vanidosa.

No me tomen a mal, mi insatisfacción por mi velada en Camille fue una cuestión de temperamento, tal vez de filosofía, pero no de gastronomía. Es una empresa imposible tratar de calificar objetivamente esta experiencia, por lo tanto, de manera intuitiva, le otorgo a Camille cuatro lenguas :P :P :P :P

domingo, 2 de agosto de 2009

Restaurante Tasca, el Rocío

Ubicado en el Centro Comercial Fontabella, local 8C

Vagando el otro día en Fontabella, decidí visitar este restaurante de nombre curioso. El menú cuenta la historia de alguna virgen en España, de la cual se inspira el nombre del restaurante, de allí lo inusual. El lugar, que parece muy compacto, realmente tiene varios ambientes que van desde el que evoca un café de jardín en el primer nivel, hasta el de un balcón en el segundo nivel. Los muebles son de madera rústica y lazo, y lamentablemente, súper incómodos.

Lo bueno es que la comida ayuda a compensar esa incomodidad. Una variedad interesante y una lista de tapas despertaron mi curiosidad lo suficiente para olvidarme de la incomodidad de la silla; también unas cervezas ayudaron un poco. No me dieron bocadillo de cortesía, lo que no es un punto a favor. Pero de entrada pedí una tapa que me dejó muy bien impresionado. Fueron unos canelones de mariscos gratinados con bechamel y queso. El relleno era muy ingenioso: algo así como calamares molidos, tal vez pulpo también, en un aceite aromático, todo eso metido en un grueso canelón ahogado en la maternal bechamel.

Buscando en el menú un plato fuerte encontré una maravilla: estofado de rabo de toro. El "rabo", que lo llaman de buey, de toro, de res, etc., dependiendo del relacionista público del que se trate (quien diseñó el menú, quiero decir...), es un plato inusual en un restaurante, tal vez una arriesgada apuesta. A diferencia del "ossobuco" que es más sofisticado y comercial, el rabo, si bien es más barato, no sólo es difícil de cocinar, por su dureza y aceitocidad, sino es bastante más difícil de comer, por su estructura ósea como de alas de mariposa y el empedernido cartílago al final de cada vértebra, que es delicioso pero poco accesible. Por ello, creo yo, el rabo es más bien una comida casera o de comedor de mercado, imposible de comer con refinamiento en un lugar lujoso. En medio de mi admiración por incluir un plato así, no pude resistirme y lo ordené como comida principal.

Me lo sirvieron guarnecido de arroz y vegetales. Los tres trozos de rabo estaban magníficamente presentados en un plato de barro, caliente como es debido, para conservar la alta temperatura, indispensable para una comida así de sustanciosa. La salsa del rabo era maravillosa: sin pretensiones, muy auténtica, sustanciosa y de intenso sabor. El rabo tenía su usual consistencia cuasi-gelatinosa, que infunde vida y energía con cada mordida. El arroz y los vegetales no estaban mal, pero palidecían dramáticamente ante el suculento rabo.

Lleno de vigor y vitalidad, después de darle fin hasta el último rincón gelatinoso del rabo, pregunté sobre la selección de postres: nada interesante. Pedí entonces la cuenta. Por dos platos muy bien compuestos, un servicio a la altura, a pesar de la incomodidad de sus sillas, a Tasca, el Rocío, le otorgo cuatro lenguas :P :P :P :P

sábado, 1 de agosto de 2009

Restaurante Palmas del Mar

Ubicado en la 6a avenida 12-24 zona 10

En una casona tipo art-deco, con un parqueo amplio, el comensal es recibido por un acuario de agua salada en donde habita un exótico e impresionante Pterois Volitans. El acuario no está nítidamente limpio, pero con tal de mantener vivo y contento al bello Volitans, yo no lo estaría manipulando mucho tampoco, aunque fuera para despegar las algas del vidrio del acuario.

Más adentro, el restaurante es mucho más grande de lo que uno se pudiera imaginar, y ocupa un espacio amplio del jardín también, algo muy agradable. Sin que me ofrecieran bocadillo de cortesía, pedí de entrada unos dumplings. Me los sirvieron dorados con salsa de soya, con un relleno agradable, pero una pasta que no estaba bien cocinada, entonces daba la sensación de estar dura por un lado, como mal tostada.

Algo que me decepcionó del menú fue no encontrar mucha variedad en cuanto a moluscos, y de pescado sólo se ofrece en filete. Pedí uno de dorado, que me lo sirvieron con una salsa de mostaza y alcaparras. El pescado estaba bien hecho, con la superficie apropiadamente dorada y el interior jugoso, y la salsa también estaba bien compuesta. El plato venía acompañado de vegetales, que estaban como me los ordenó el doctor: al vapor, sin grasa, sin sal, y básicamente sin sabor.

De postre pedí un pastel de mousse de mango. Nada impresionante, aparte de su precio ¡Q45 por la porción!

Aunque el Restaurante Palmas del Mar tiene un ambiente amplio y agradable, su comida podría ser bastante más variada. Calificación: tres lenguas :P :P :P

domingo, 26 de julio de 2009

Restaurante Light House

Ubicado en la 12 calle 3-46 zona 10, teléfonos 23319866, 23603075


Ubicado justo en frente de Fontabella, este lugar tiene, como bien lo indica su nombre, una estructura que evoca un faro, lo que permite que por dentro el cielo sea de unos 10 metros de alto, muy agradable, amplio e iluminado.  El parqueo, aunque reducido, es gratis, un punto a favor.  El bocadillo de cortesía fue un fumé de mariscos: un exquisito consomé, que con unas gotas de limón resulta insuperable.  No es frecuente que escriba mucho sobre las bebidas, pero la que me sirvieron aquí fue impresionante.  Pedí un red eye, también llamado "michelada" pero con jugo de tomate.  No sé cuál será el truco del bar tender, pero es el mejor red eye que he probado.  El jugo de tomate no dominaba totalmente, sino era un toque sutil y perfecto.  Notas de pimienta, limón súper fresco y alguna gota de picante, complementaban esta bebida, inmejorable acompañante de un almuerzo de mariscos.


De plato fuerte pedí un lenguado con hierbas y aceite de oliva, llamado en el menú "Sole hierbas finas".  Como el pescado estaba tardando un poco, el mesero, muy eficiente, cortés y con iniciativa, tuvo el atino de ofrecerme más consomé de mariscos, lo que acepté gustosamente.  Por fin llegó mi lenguado bajo una vistosa cubierta de perejil y tomillo picados.  El lenguado tiene la inigualable característica de tener los dos ojos de un mismo lado, lo que me permite comerlos sin tener que voltear todo el animal.  Como he comentado anteriormente, los ojos son lo primero que me como de un pescado, pues indican la frescura del mismo.  Este no estaba recién salido del océano, que digamos.  Sin embargo, el sabor estaba bastante bien.  Las guarniciones fueron papas al horno y vegetales.  Por cierto, el agua pura también es gratis. 


Las papas estaban aún menos frescas que el pescado, y los vegetales estaban salteados, más bien simples.  De postre pedí unas peras en salsa de caramelo.  Si bien estaban presentadas de una manera interesante (en una copa cónica y con una espesa salsa color kaki) las peras no me gustaron para nada.  La salsa evocaba algún licor con buena intención, tal vez baileys.  El resultado, lamentablemente, no me convenció en lo absoluto.  


De manera inusitada me encontré en Light House con tres elementos verdaderamente sobresalientes: el fumé, el red eye y el servicio;  acompañado de uno aceptable (el lenguado) y dos que no fueron de mi agrado (el postre y las papas).  En un balance más positivo que negativo, le doy a Light House la calificación de tres lenguas y media :P :P :P :p

jueves, 23 de julio de 2009

A fuego lento...¡pero apúrese!

Restaurante "A Fuego Lento" ubicado en la 16 calle 6-17 zona 10, teléfono 23680475 y 23681747.

Estoy finalizando una reunión y todavía tengo tiempo de ir a almorzar. Si me apuro, puedo comer y llegar a mi siguiente reunión a las 2:30pm. Veo el reloj: la 1:10.

¿A dónde puedo ir? Está aquel restaurante fufurufo que no tiene parqueo, y aprovechando que aún estamos en canícula, sería una buena opción. Manejo vertiginosamente por la zona 10 hasta llegar a esa desierta avenida donde cruzo a la izquierda y me encuentro con el restaurante a la mitad de la cuadra. ¡Está cerrado!

¡Cerrado y ya son las 1:17! Todavía tengo tiempo de llegar a un restaurante sin parqueo techado. ¡A Fuego Lento! (en ese momento no me percaté de lo obvio: ¡el término "lento" se encuentra en el nombre del restaurante!).

Di otro par de vueltas en mi vehículo y me estacioné en ese parqueo de piedrín que está a la par de La Estancia, frente "Saúl" (café o restaurante, no recuerdo) y le pregunto al policía "¿hay algún atajo o hay que caminar toda la vuelta para llegar a A Fuego Lento?" "hay que dar la vuelta" me indica.

Así lo hago, y finalmente llego: la 1:25. 45 minutos deberían ser suficientes para comer y llegar a tiempo a mi reunión. Entro al local y me llevo la sorpresa de que es bastante diferente de como lo recordaba. Yo tenía la imagen de un lugar refinado, con sillas altas y acolchonadas, cristalería fina y cubiertos pulidos.

Ahora me encuentro dos ambientes. Uno con muebles de madera y metal, bastante extenso y con un graderío que ahora es macetero en el fondo. Otro, la reminiscencia del lugar afelpado que yo recordaba.

Si como del bufé, será rápido y eficiente. Pero doy la vuelta a la mesa y no encuentro nada atractivo. Me debo resignar a pedir del menú. Busco una mesa en el área de muebles de madera y metal y espero al mesero. Veo rápidamente el menú. Veo que hay un pescado a la Mernier. Le digo al mesero "un robalo a la mernier".

Pasan 10 minutos. Otro mesero llega: "fíjese que no ingresaron su orden y hasta ahorita la pedí, sírvase ensalada de cortesía por favor". ¡En ese momento reparé en que estaba en A Fuego LENTO!! Bueno, qué le voy a hacer. Todavía tengo un poco más de media hora para comer y partir hacia mi reunión. Voy al bar de ensaladas y no veo nada atractivo. Una ensalada waldorf y una capresse parecen lo más aceptable. Me sirvo de las dos y regreso a mi mesa.

Las manzanas de la waldorf están frescas, crujientes y sabrosamente ácidas, pero con un aderezo nada convincente. La capresse es una broma: rodajas de tomate manzano con una liniecita de aderezo de albahaca, casi imperceptible, y un triangulito de queso ¡de rodaja!

Sigo esperando y me llevan mi pescado. Es una loncha blanca, cubierta con champiñones y perejil, una papa al horno y una mini escudilla con espinaca gratinada.  Pruebo las espinacas y están muy buenas... la papa también está bastante mejor de lo que me esperaba.  El pescado por su parte, también está en un punto de cocimiento aceptable.  La decepción, significativa, es que los champiñones son de lata.

No tengo tiempo qué perder.  Tengo que pedir el postre y la cuenta.  Llamo al mesero y le pido un mousse de dulce de caramelo.    Me lo llevan bajo un domo de caramelo, muy interesante presentación.  El mousse, sin embargo, no tiene un aroma convincente.  

Me dan mi cuenta: el plato era bastante más caro que lo que decía el menú.  Reclamo. Me explican que con filete de dorado, me hubieran dado el precio del menú, pero como pedí robalo, me tengo que aguantar el precio más alto.  Bueno, tengo prisa.  Pago y me voy a mi reunión.  Llego a las 2:25pm para enterarme de que...¡la trasladaron para el día siguiente!

Ahh, bueno.  Reflexiono sobre mi almuerzo y concluyo que, a pesar de haberme dado ensalada de cortesía, la comida en A Fuego Lento no me inspira más allá de tres lenguas :P :P :P

martes, 14 de julio de 2009

Restaurante Los Volcanes

Ubicado en el Hotel Crowne Plaza, avenida Las Américas 9-08 zona 13, teléfono 24225000

Un día lunes pasé a degustar el "buffé internacional" del restaurante Los Volcanes. Por Q130 uno tiene derecho a servirse del buffé, donde hay ensaladas, sopas, pupusas, tres platos fuertes y postre.

Usted acaba de adivinar: ¡¡es un menú internacional porque sirven pupusas!! Bueno, las aceitunas, por su parte, representan a Grecia, supongo.

Pero, ocupémonos un poco más de las pupusas. Las sirven magníficamente frescas, pues allí mismo las preparan y las mantienen calientes sobre una especie de comal. Tienen una consistencia tostadita, que recibe la mordida con una seductora resistencia, hasta que suelta su condiciado relleno de queso fundido, aromatizado con lorocos (si tiene uno suerte). Estaban tan frescas, que casi paso por alto el impregnante sabor calcáreo que me puso a dudar sobre si parecía más repello de pared o tabla yeso.

Las opciones de sopa eran de albóndigas y vegetales. Probé la de albóndigas. Tal vez fue lo mejor de todo el bufé, y no es que estuvieran espectaculares, ni mucho menos. Simplemente no evocaba materiales de construcción como los demás platos.

Uno de los platos fuertes era lasaña de pollo. Insípida y paliducha, tenía por alma un como engrudo de almidones mezclado con pollo desmenuzado. El quiche de pollo, su compinche, tampoco estaba muy en forma, que digamos.

Arroz con huevos y salchichas fueron el espectáculo del buffe. El arroz parecía el campo de batalla donde habían quedado abandonados los huevos estrellados del desayuno, rodeados de unas condenables salchichas de dudoso origen, mantecosas y pellejudas.

Visité la mesa de postres después de que había sido saqueada por participantes de algún taller que se estaba realizando en el hotel. Lo que quedó fue un páramo, como después de la batalla de Solferino. Un trozo de flan por un lado, unos cubos de pastel de zanahoria por otro...lo único que me atrajo fueron unos saquitos rellenos de higo.

Eran unas bolsitas como de hojaldre o alguna otra pasta, rellena de higos en dulce. El relleno no estaba mal, pero la pasta...¡estaba como fosilizada!

Un ejemplo muy elocuente sobre lo mala que puede ser la comida en un hotel, Los Volcanes se lleva la calificación de una lengua y media :P :p

sábado, 11 de julio de 2009

Restaurante Las Ventanas

Restaurante Las Ventanas Ubicado en el hotel Vista Real, Km. 9.5 carretera a El Salvador, teléfono 24270000.

El hotel Vista Real, antiguo hotel Quinta Real es un pequeño oasis en las afueras de la ciudad. Su restaurante “las Ventanas” es un salonón con un techo de 6 u 8 metros de alto, cerrado con un cielo con vigas y machimbre formoneado con incrustaciones o pintura color marfil, lo que crea una atmósfera elegante, pero sin ser amenazadora.

Normalmente la comida en los hoteles deja mucho qué desear (véase mi reseña de más abajo). Las Ventanas creo que es una de las notables excepciones. El servicio es excelente, el parqueo es gratis y el agua, que también lo es, la sirven con una rodaja de lima, un toque magnífico.

Inicié mi almuerzo con un hummus. Espléndido. Ingeniosamente servido en una copa cónica, como esas de martini, acompañado de dulces y finas aceitunas maduras y tomates cherry, el hummus fue la introducción perfecta y de precio razonable.

Mi plato fuerte consistió en unos ravioles de queso ricotta. Una pasta firme y de mucho carácter, ataviada con aceite y si no estoy mal, mantequilla, encerraba celosamente su cargamento de queso ricotta de inmejorable calidad. Mi postre consistió en un "chocolate pasión", pero la verdad, ya ni me acuerdo cómo estaba. Me temo que dejé pasar varios días desde mi visita y ahora no puedo recordar cómo fue mi postre. Lo que sí recuerdo es que el café americano que pedí al final fue magnífico. De los mejores que he probado.

Este restaurante reune tantas ventajas: instalaciones de primera, nada de aglomeraciones, precios que no son exorbitantes y como decía más arriba, con agua y parqueo gratis. ¡Qué más se puede pedir! Calificación: cuatro lenguas y media :P :P :P :P :p