viernes, 26 de febrero de 2010

Restaurante La Barraca de Don Paco

Ubicado en la 11 calle 15-18 zona 13, teléfonos 2332-6288, 2360-0411

La zona 13 es un poco más modesta en cuanto a oferta culinaria que su vecina del otro lado de la Avenida las Américas. La Barraca de Don Paco ofrece una opción española en un local que parece esconder antiguas recetas familiares rodeado de su mobiliario acogedor y sin pretensiones.

Con meseros que parecen tener largo recorrido sirviendo platos llenos de carácter, es difícil resistirse a su recomendación de una tortilla española. El bocadillo de cortesía fueron unas deliciosas aceitunas verdes, una intrigante y agradable sorpresa: ¿cómo puede algo tan sencillo ser tan delicioso y provocador?

Mi orden consistió en una porción de tortilla española, una de morcilla y un plato de callos. Mi bebida fue una bien compuesta y equilibrada sangría. La morcilla estaba muy bien, casi tan buena como la que hacen en San Felipe, Retalhulehu. De ahí en adelante, mi experiencia en la Barraca de Don Paco se fue deteriorando.

La tortilla era una porción, a un precio no tan proporcional que digamos, pero lo peor es que estaba recalentada. Y hasta mal recalentada ¿la habrán tenido congelada? Si bien no tenía mal sabor, ni nada por el estilo, el hecho de no estar fresca resultó en un inmerecido desmérito.

El plato de callos tenía una composición muy convincente, y hubiera estado muy bueno si además de la panza y pedacitos de chorizo, ¡HUBIERA TENIDO CALLOS!... Como dejé el plato a la mitad, el mesero me preguntó si había algún problema con él, a lo que respondí que le dijera al chef que "su olla de callos, ya no tenía callos". Como que al mesero y al chef les vino del norte, pues no hubo ninguna reacción a mi comentario.

Después de pagar me llevaron mi vuelto incompleto, bueno, por un quetzal nada más (¡¡pero a ver si a uno le aceptan quedar debiendo un quetzal de la cuenta!!), no reclamé, pues ya me había decidido que a la Barraca de Don Paco le daría sólo dos lenguas y media :P :P :p


viernes, 12 de febrero de 2010

Restaurante Kibo

Ubicado en la 2a avenida, 14-01 zona 10, local 5B

Tuve que subir un graderío sólo para encontrarme que el restaurante Kibo tiene una entrada por la mismísima terraza donde dejé parqueado el carro. Lo bueno de haber entrado por la calle y no por el parqueo es que el ambiente oscuro y minimalista del lugar se plantea como una caverna cuesta arriba que se transforma luego en un bar.

Vamos a ver qué fue lo que pedí esa vez: una sopa miso, tempura de berenjena y hongos shitake, un yakisoba mixto y un helado de té verde y gengibre. También probé una crema de brócoli y teriyaki de res.

Inicié mi comida con una jarillita de vigorizante té verde, preludio un poco redundante para la exquisita misoshiro que me tomé a continuación. Por sólo Q20 me he comido la mejor misoshiro en mucho tiempo: con una buena dosis de algas, que no sólo dan colorido y despierta el interés en la sopa, sino también lo hace a uno sentir como que está en camino a vivir 90 años.

El tempura de berenjena consistía en delgadas rodajas de esa nunca bien ponderada planta, dobladas como canoli y rellenas con hongos shitake, todo envuelto en el clásico y ligero empanizado tempura, complementada con una salsa oriental como teriyaki.

Esos dos platos estuvieron seductores y estimulantes. Un poco más tarde llegaría mi yakisoba mixto. El yakisoba no es más que el pariente japonés del "cho min" (si me permiten escribirlo fonéticamente). El cho min es una institución culinaria en sí, tan aceptada popularmente en Guatemala que hasta se vende en pan francés o en tostadas (ahh, una mi tostada de cho min se me antojó! de las que venden por el parque Concordia...)

El mayor mérito del yakisoba era su salsa, ligera pero inspirada, con notas frutales y fermentadas, que desarrollaban un aroma ahumado por momentos, era sin duda el alma de los fideos con carnes y verduras, que por lo demás era típicamente chominesco. Bueno, debo decir que los cuatro camarones eran de mucho mejor calidad que los que lleva el típico cho min que cuesta la mitad del precio.

La sopa de brócoli, que también tenía de espárragos, no estaba mal, pero muy convencional para mi gusto, licuada, con base cremosa y color de menta, más parecía de un restaurante europeo que japonés.

El teriyaki lo probé muy rápidamente, muy sabroso y no tan caro como en otros lugares. Para terminar, seguí con la línea de antioxidantes en virtud del helado de té verde con jengibre. Exótica y refrescante, la primera cucharada me supo a wasabe. La segunda a algas. La tercera a jengibre en conserva. Me recordó de aquella heladería que hay en la 6a calle de la zona 1, creo que todavía existe, donde hacen helados exóticos (de frijoles, de tamal, de fiambre...!!) y que si hacen helado de sushi, ha de saber como este.

Aclaro, no lo digo peyorativamente, el helado de sushi me pareció muy bueno, y volvería a pedirlo sin titubear, por supuesto, llamándolo por su nombre correcto: helado de té verde con jengibre.

Presto a salir del restaurante por la puerta correcta, la que conduce a la terraza donde estaba parqueado mi auto, pedí la cuenta y adjunté mi ticket de parqueo. Me lo devolvieron con un "disculpe pero no sellamos ticket de parqueo". ¡Ala gran! eso me resultó en que mi cuenta subiera 10%, pues esos parqueos de la zona 10 no tienen las tarifas más competitivas que digamos. Cuando sellen el ticket de parqueo, estoy seguro que le darle a Kibo bastante más que tres lenguas y media :P :P :P :p

sábado, 6 de febrero de 2010

Café Enchanté

Ubicado en la 20 calle 25-96 zona 10, local 24, Centro Comercial La Plaza.

La plaza 20 calle, que está detrás del World Gym del boulevar Los Próceres, tiene varios atractivos gastronómicos, incluyendo el Café Enchanté.

En un local breve pero bien acondicionado, y sucumbiendo a la, tan en boga, influencia de la decoración barroca contemporánea, este lugar ofrece un oasis de comida francesa en el contexto insufriblemente comercial y anti-peatonal del final del bulevar Los Próceres.

El menú es refrescantemente original: está basado en especialidades del día y dos ofertas poco comunes en Guatemala: tartines y macarons. Los tartines son rodajas de pan con ingredientes, en este caso, refinados y exquisitos. Los macarons son una especie de alfajores de espumilla, es decir, en lugar de consistir en dos galletas con relleno, son dos discos como de espumilla con relleno, que puede ser de caramelo, nutella, cajeta, etc.

Los platillos que probé en Enchanté fueron: pato confitado, sopa de frijoles, postre de compota de fresas, tartines Napoleón y Marie Antoinette, ensalada de arroz, sopa de cebolla y macarons variados.

El pato presentaba ese carácter curtido y fuerte que resulta de la técnica del confitado, y estaba acompañado de papas doradas. Junto con las papas había unos dientes de ajo, que pelé y trituré para darle aroma a este platillo, pero sin mucho éxito. Tanto este pato como la sopa de frijoles resultaban, para mi gusto, demasiado fieles a su simpleza.

La sopa de cebolla me resultó un poco superior, pero no tan buena como la colorida y sugestiva ensalada de arroz. Esa ensalada estaba preparada con tomates secos, aceitunas maduras y otras delicadezas que aderezaban el medallón hecho de arroz frío. Una composición muy seductora y exquisita, más que recomendable.

Los tartines estuvieron a la altura de la ocasión. El Napoleón es de carpaccio de res y el Marie Antoinette es de pollo. El Napoleón, con visibles trozos de parmeggiano sobre láminas de carne maravillosamente frescas, resultaba en una total delicia. El Marie Antoinette contaba con una mayonesa de ajo y cebollas caramelizadas. Todo es mejor con cebollas caramelizadas. Acompañando a mis tartines llegó una ensalada no muy sofisticada pero sí muy fresca.

El postre de compota de de fresa fue celestial. Sobre una galleta de almendras y mantequilla, reposaba la compota coronada con fresas frescas y chips de chocolate. Aunque los chips parecían algo fuera de lugar, como elementos cubistas sobre un paisaje barroco, resultaban en un merecidísimo complemento para las fresas. Los macarons me los tragué tan rápido que apenas recuerdo su interesante relleno y llamativo colorido.

Como tienen servicio de internet wi-fi, Enchanté me parece un lugar excelente para una reunión informal de negocios, que en medio de un par de tartines y la ensalada que los acompaña, me haría sentir ligero, contento y productivo. Califiación: cuatro lenguas :P :P :P :P