domingo, 26 de julio de 2009

Restaurante Light House

Ubicado en la 12 calle 3-46 zona 10, teléfonos 23319866, 23603075


Ubicado justo en frente de Fontabella, este lugar tiene, como bien lo indica su nombre, una estructura que evoca un faro, lo que permite que por dentro el cielo sea de unos 10 metros de alto, muy agradable, amplio e iluminado.  El parqueo, aunque reducido, es gratis, un punto a favor.  El bocadillo de cortesía fue un fumé de mariscos: un exquisito consomé, que con unas gotas de limón resulta insuperable.  No es frecuente que escriba mucho sobre las bebidas, pero la que me sirvieron aquí fue impresionante.  Pedí un red eye, también llamado "michelada" pero con jugo de tomate.  No sé cuál será el truco del bar tender, pero es el mejor red eye que he probado.  El jugo de tomate no dominaba totalmente, sino era un toque sutil y perfecto.  Notas de pimienta, limón súper fresco y alguna gota de picante, complementaban esta bebida, inmejorable acompañante de un almuerzo de mariscos.


De plato fuerte pedí un lenguado con hierbas y aceite de oliva, llamado en el menú "Sole hierbas finas".  Como el pescado estaba tardando un poco, el mesero, muy eficiente, cortés y con iniciativa, tuvo el atino de ofrecerme más consomé de mariscos, lo que acepté gustosamente.  Por fin llegó mi lenguado bajo una vistosa cubierta de perejil y tomillo picados.  El lenguado tiene la inigualable característica de tener los dos ojos de un mismo lado, lo que me permite comerlos sin tener que voltear todo el animal.  Como he comentado anteriormente, los ojos son lo primero que me como de un pescado, pues indican la frescura del mismo.  Este no estaba recién salido del océano, que digamos.  Sin embargo, el sabor estaba bastante bien.  Las guarniciones fueron papas al horno y vegetales.  Por cierto, el agua pura también es gratis. 


Las papas estaban aún menos frescas que el pescado, y los vegetales estaban salteados, más bien simples.  De postre pedí unas peras en salsa de caramelo.  Si bien estaban presentadas de una manera interesante (en una copa cónica y con una espesa salsa color kaki) las peras no me gustaron para nada.  La salsa evocaba algún licor con buena intención, tal vez baileys.  El resultado, lamentablemente, no me convenció en lo absoluto.  


De manera inusitada me encontré en Light House con tres elementos verdaderamente sobresalientes: el fumé, el red eye y el servicio;  acompañado de uno aceptable (el lenguado) y dos que no fueron de mi agrado (el postre y las papas).  En un balance más positivo que negativo, le doy a Light House la calificación de tres lenguas y media :P :P :P :p

jueves, 23 de julio de 2009

A fuego lento...¡pero apúrese!

Restaurante "A Fuego Lento" ubicado en la 16 calle 6-17 zona 10, teléfono 23680475 y 23681747.

Estoy finalizando una reunión y todavía tengo tiempo de ir a almorzar. Si me apuro, puedo comer y llegar a mi siguiente reunión a las 2:30pm. Veo el reloj: la 1:10.

¿A dónde puedo ir? Está aquel restaurante fufurufo que no tiene parqueo, y aprovechando que aún estamos en canícula, sería una buena opción. Manejo vertiginosamente por la zona 10 hasta llegar a esa desierta avenida donde cruzo a la izquierda y me encuentro con el restaurante a la mitad de la cuadra. ¡Está cerrado!

¡Cerrado y ya son las 1:17! Todavía tengo tiempo de llegar a un restaurante sin parqueo techado. ¡A Fuego Lento! (en ese momento no me percaté de lo obvio: ¡el término "lento" se encuentra en el nombre del restaurante!).

Di otro par de vueltas en mi vehículo y me estacioné en ese parqueo de piedrín que está a la par de La Estancia, frente "Saúl" (café o restaurante, no recuerdo) y le pregunto al policía "¿hay algún atajo o hay que caminar toda la vuelta para llegar a A Fuego Lento?" "hay que dar la vuelta" me indica.

Así lo hago, y finalmente llego: la 1:25. 45 minutos deberían ser suficientes para comer y llegar a tiempo a mi reunión. Entro al local y me llevo la sorpresa de que es bastante diferente de como lo recordaba. Yo tenía la imagen de un lugar refinado, con sillas altas y acolchonadas, cristalería fina y cubiertos pulidos.

Ahora me encuentro dos ambientes. Uno con muebles de madera y metal, bastante extenso y con un graderío que ahora es macetero en el fondo. Otro, la reminiscencia del lugar afelpado que yo recordaba.

Si como del bufé, será rápido y eficiente. Pero doy la vuelta a la mesa y no encuentro nada atractivo. Me debo resignar a pedir del menú. Busco una mesa en el área de muebles de madera y metal y espero al mesero. Veo rápidamente el menú. Veo que hay un pescado a la Mernier. Le digo al mesero "un robalo a la mernier".

Pasan 10 minutos. Otro mesero llega: "fíjese que no ingresaron su orden y hasta ahorita la pedí, sírvase ensalada de cortesía por favor". ¡En ese momento reparé en que estaba en A Fuego LENTO!! Bueno, qué le voy a hacer. Todavía tengo un poco más de media hora para comer y partir hacia mi reunión. Voy al bar de ensaladas y no veo nada atractivo. Una ensalada waldorf y una capresse parecen lo más aceptable. Me sirvo de las dos y regreso a mi mesa.

Las manzanas de la waldorf están frescas, crujientes y sabrosamente ácidas, pero con un aderezo nada convincente. La capresse es una broma: rodajas de tomate manzano con una liniecita de aderezo de albahaca, casi imperceptible, y un triangulito de queso ¡de rodaja!

Sigo esperando y me llevan mi pescado. Es una loncha blanca, cubierta con champiñones y perejil, una papa al horno y una mini escudilla con espinaca gratinada.  Pruebo las espinacas y están muy buenas... la papa también está bastante mejor de lo que me esperaba.  El pescado por su parte, también está en un punto de cocimiento aceptable.  La decepción, significativa, es que los champiñones son de lata.

No tengo tiempo qué perder.  Tengo que pedir el postre y la cuenta.  Llamo al mesero y le pido un mousse de dulce de caramelo.    Me lo llevan bajo un domo de caramelo, muy interesante presentación.  El mousse, sin embargo, no tiene un aroma convincente.  

Me dan mi cuenta: el plato era bastante más caro que lo que decía el menú.  Reclamo. Me explican que con filete de dorado, me hubieran dado el precio del menú, pero como pedí robalo, me tengo que aguantar el precio más alto.  Bueno, tengo prisa.  Pago y me voy a mi reunión.  Llego a las 2:25pm para enterarme de que...¡la trasladaron para el día siguiente!

Ahh, bueno.  Reflexiono sobre mi almuerzo y concluyo que, a pesar de haberme dado ensalada de cortesía, la comida en A Fuego Lento no me inspira más allá de tres lenguas :P :P :P

martes, 14 de julio de 2009

Restaurante Los Volcanes

Ubicado en el Hotel Crowne Plaza, avenida Las Américas 9-08 zona 13, teléfono 24225000

Un día lunes pasé a degustar el "buffé internacional" del restaurante Los Volcanes. Por Q130 uno tiene derecho a servirse del buffé, donde hay ensaladas, sopas, pupusas, tres platos fuertes y postre.

Usted acaba de adivinar: ¡¡es un menú internacional porque sirven pupusas!! Bueno, las aceitunas, por su parte, representan a Grecia, supongo.

Pero, ocupémonos un poco más de las pupusas. Las sirven magníficamente frescas, pues allí mismo las preparan y las mantienen calientes sobre una especie de comal. Tienen una consistencia tostadita, que recibe la mordida con una seductora resistencia, hasta que suelta su condiciado relleno de queso fundido, aromatizado con lorocos (si tiene uno suerte). Estaban tan frescas, que casi paso por alto el impregnante sabor calcáreo que me puso a dudar sobre si parecía más repello de pared o tabla yeso.

Las opciones de sopa eran de albóndigas y vegetales. Probé la de albóndigas. Tal vez fue lo mejor de todo el bufé, y no es que estuvieran espectaculares, ni mucho menos. Simplemente no evocaba materiales de construcción como los demás platos.

Uno de los platos fuertes era lasaña de pollo. Insípida y paliducha, tenía por alma un como engrudo de almidones mezclado con pollo desmenuzado. El quiche de pollo, su compinche, tampoco estaba muy en forma, que digamos.

Arroz con huevos y salchichas fueron el espectáculo del buffe. El arroz parecía el campo de batalla donde habían quedado abandonados los huevos estrellados del desayuno, rodeados de unas condenables salchichas de dudoso origen, mantecosas y pellejudas.

Visité la mesa de postres después de que había sido saqueada por participantes de algún taller que se estaba realizando en el hotel. Lo que quedó fue un páramo, como después de la batalla de Solferino. Un trozo de flan por un lado, unos cubos de pastel de zanahoria por otro...lo único que me atrajo fueron unos saquitos rellenos de higo.

Eran unas bolsitas como de hojaldre o alguna otra pasta, rellena de higos en dulce. El relleno no estaba mal, pero la pasta...¡estaba como fosilizada!

Un ejemplo muy elocuente sobre lo mala que puede ser la comida en un hotel, Los Volcanes se lleva la calificación de una lengua y media :P :p

sábado, 11 de julio de 2009

Restaurante Las Ventanas

Restaurante Las Ventanas Ubicado en el hotel Vista Real, Km. 9.5 carretera a El Salvador, teléfono 24270000.

El hotel Vista Real, antiguo hotel Quinta Real es un pequeño oasis en las afueras de la ciudad. Su restaurante “las Ventanas” es un salonón con un techo de 6 u 8 metros de alto, cerrado con un cielo con vigas y machimbre formoneado con incrustaciones o pintura color marfil, lo que crea una atmósfera elegante, pero sin ser amenazadora.

Normalmente la comida en los hoteles deja mucho qué desear (véase mi reseña de más abajo). Las Ventanas creo que es una de las notables excepciones. El servicio es excelente, el parqueo es gratis y el agua, que también lo es, la sirven con una rodaja de lima, un toque magnífico.

Inicié mi almuerzo con un hummus. Espléndido. Ingeniosamente servido en una copa cónica, como esas de martini, acompañado de dulces y finas aceitunas maduras y tomates cherry, el hummus fue la introducción perfecta y de precio razonable.

Mi plato fuerte consistió en unos ravioles de queso ricotta. Una pasta firme y de mucho carácter, ataviada con aceite y si no estoy mal, mantequilla, encerraba celosamente su cargamento de queso ricotta de inmejorable calidad. Mi postre consistió en un "chocolate pasión", pero la verdad, ya ni me acuerdo cómo estaba. Me temo que dejé pasar varios días desde mi visita y ahora no puedo recordar cómo fue mi postre. Lo que sí recuerdo es que el café americano que pedí al final fue magnífico. De los mejores que he probado.

Este restaurante reune tantas ventajas: instalaciones de primera, nada de aglomeraciones, precios que no son exorbitantes y como decía más arriba, con agua y parqueo gratis. ¡Qué más se puede pedir! Calificación: cuatro lenguas y media :P :P :P :P :p

Restaurante Clio's - ¡otra vez!

Gracias a las torrenciales lluvias de mediados de año en nuestro amado y tropical país, me he percatado de los pocos restaurantes finos que tienen parqueo techado. Hace tiempo que quiero visitar algunos restaurantes que tienen parqueo en la calle o bien no tienen sótano, sino parqueo al aire libre. Deberé esperar una canícula para ese propósito.

Así, una noche muy lluviosa, dando vueltas por la zona 10, decidí ir a Clio's de nuevo, sacando provecho del céntrico y techado parqueo del Centro Comercial Fontabella. Esta vez me senté en las mesas que tienen vista a la calle. Aquí la propuesta decorativa de Edith-Edith se complementa con unas fotografías un poco perturbadoras para mi gusto.

El bocadillo de cortesía fue de nuevo pan con mantequilla con hierbas, pero también me llevaron una tostadita con mousse de salmón. Mi entrada consistió en un bisque de camarón. Una sopa homogénea y cremosa que condensa los aromas del típico caldo de mariscos pero sin la fuerte impresión del cilantro, tan influyente en nuestra cocina vernácula.

Posteriormente ordené el plato del día, risotto de codorniz. Sobre un círculo de cremoso risotto me llevaron una codorniz dorada. El arroz estaba muy bien preparado, con quesos y carne de ave desmenuzada. La codorniz que coronaba el plato, sin embargo, me pareció poco jugosa, con un aroma ahumado, no del todo convincente. Recuerdo que el risotto estaba acompañado de ciertos elementos con texturas interesantes, incluyendo una especie de galleta dorada.

El postre fue bastante más exitoso: pera al vino rellena de queso mascarpone. La pera, saturada de vino tinto, aún conservaba un acento verde (aroma verde, quiero decir), reafirmando así su calidad de fruta fresca. Estaba talentosamente rellena del fluido queso que sorpresivamente surgía cuando hacía cortes profundos en su pulpa.

Todo esto lo acompañé con una infusión de durazno para evitar que el frío de la noche reactivara mis alergias respiratorias.

Aunque en esta visita no me sentí tan agradado como en mi experiencia anterior, mantengo la calificación para Clío's de cuatro lenguas y media gracias a su convincente postre :P :P :P :P :p

Restaurante La Perla

Ubicado en el centro comercial Plaza Tiffany en la 13 calle "A" 7-19 zona 10, teléfono 23661544.

Definitivamente la mezcla de Edith Piaf con Edith González está terriblemente de moda entre los decoradores de restaurantes. Tal vez tengo que explicar un poco qué decir con esto. Es un estilo que recoge las texturas y los colores de Francia de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, es decir, terciopelos, panas y fieltros (realmente ignoro la diferencia entre uno y otro, pero se trata de esas telas peludas y suaves), en colores metálicos y obscuros, aplicados a muebles de madera con curvas suaves y adornos moderados. Esto se contrasta con otros muebles con colores neutros, como blanco, negro, o transparentes, y diseño con líneas rectas, o muebles que parecen de juguete, de influencia sueca tal vez. Seguramente este estilo tiene un nombre y una historia bien definidos, pero desconocidos para mí.

En fin, La Perla también está influenciada por esta tendencia. Es un interesante restaurante que mezcla algo de la estética de un bar de sushi con el estilo Edith-Edith que acabo de describir, lo que crea una atmósfera de "lounge".

El menú está impreso en un tarjetón que me recuerda al periódico "El Imparcial", muy curioso. Tiene una selección no muy extensa pero sí interesante. Hay algunas recomendaciones del chef. Yo no tenía mucho apetito, por lo que no pedí entrada. Tampoco hubo bocadillo de cortesía.

Ordené una cimarrona, y me la llevaron amarga, nada fresca. Cuando observé esto frente al mesero, inmediatamente se la llevaron para traerme una fresquísima.

El menú tiene este sistema en el cual el plato fuerte y su guarnición se ordenan, y se cobran, por separado. Aunque con este sistema el precio puede parecer un poco alto, tiene la ventaja de ser opcional y además ofrece variedades interesantes de guarniciones.

Yo ordené un robalo imperial con croquetas de risotto y azafrán. Las croquetas lucían muy bien y estaban acompañadas por un picadillo de tomates guisados generoso y discreto. El robalo merece una descripción más detallada. Era una loncha de filete con una salsa de mandarinas y macadamias. La salsa iba de lo amargo a lo dulce, en un estallido de sabores extremadamente interesante y temerario.

El pescado estaba rebozado en un poco de harina, lo que me parece una pequeña trampa para reducir el sabor a pescado y mantener la integridad de la carne. Confieso que no es un plato que volvería a ordenar, pues para mí, la combinación entre lo agridulce y pescado sólo es aceptable si se galvaniza con especies fuertes, lo que esta salsa no tenía, pero me quito el sombrero ante la sagacidad de la receta.

De postre pedí un mousse de chico-zapote. Me gusta más escribir el nombre de esta fruta con guión, pues luce más sofisticada, algo así como "Camila Parker-Bowles". El mousse era cremoso y más pesado de lo que me hubiera imaginado, suficiente para compartir entre dos personas. De convincente aroma y seductor sabor, el mousse venía acompañado de un gajo de cítrico, naranja o mandarina, no estoy seguro, un toque un tanto excéntrico para mi gusto.

La Perla, definitivamente tiene una cocina audaz, sin temor a experimentar, que estimula la curiosidad para que el paladar del comensal se encuentre con agradables sorpresas, asumiendo algún emocionante riesgo. Calificación, cuatro lenguas :P :P :P :P

sábado, 4 de julio de 2009

Restaurante Nicolás

Ubicado en la 4ta calle oriente, No. 20, Antigua Guatemala, teléfono 78320471

Dicen que los lugares más exclusivos y elegantes deben tener nombres sencillos y honestos. "Nicolás" es un nombre con una interesante musicalidad, tal vez sea el nombre del dueño, o del chef, no lo sé. A mi juicio evoca, ingenuidad y criollismo. Es como ver en el santoral en el calendario y decir: hoy es el día san Filomeno, por lo tanto le pondré a mi restaurante "Filomeno's".

Volviendo a Nicolás, quien lo asocie con Santaclós, pensando que le van a dar muchas cosas regaladas, va a darse una soberana sorpresa. Pero si el comensal guarda expectativas de una comida delicada y con carácter a la vez, esas creo que sí quedarán satisfechas.

Ahh, quisiera redoblantes para anunciar la manera en que inicié mi cena....rrrprprrrprrrp, rrrppaparrrr, prrrrrrrr ¡¡ CON HONGOS DE SAN JUAN Y FOI GRAS FRESCO!! (¡fanfarria, por favor!)

Eran dos entradas diferentes, no vaya creer usted que son dos cosas que se pueden mezclar fácilmente. Los hongos de San Juan, cumbre de los ingredientes de la estación lluviosa, estaban servidos con un caldillo ligero pero de complejos aromas. Perejil, orégano, tal vez tomillo, reverentes y discretos, servían de fondo donde reposaban magníficos, estos elusivos hongos de consistencia inigualable. Los probé y...les faltaba sal...algo que remedié inmediatamente.

El Foi Gras es algo que simplemente no puedo resistir. Estaba salteado, acompañado de cebollas caramelizadas y una fantástica ensaladilla de arúgula con un aderezo agridulce inmejorable, ¡despampanante!... la ensaladilla, quiero decir. Debajo de cada una de las dos lonchas de hígado, había un trozo de manzana en dulce. Definitivamente un plato florido y convincente, aunque por su precio, no muy persuasivo que digamos.

Me entusiasmó tanto contarles de estas recias entradas, que olvidé comentar el bocadillo de cortesía. De hecho fueron dos. Uno fue un picadillo de aceitunas negras con aceite de oliva y ajo. Tuve la suerte (?) de que al servirme el picadillo en un pedazo de pan (del cual ofrecen varias opciones, incluyendo integral) ví algo como una almendra, que al darle una enérgica mordida resultó ser ¡un diente de ajo! así enterito. Con todo y esta sorpresa, que no fue del todo desagradable, el bocadillo de cortesía se lleva más halagos que críticas.

El segundo bocadillo fue un mousse de salmón en una tostadita de pan. A escala atómica habrá sido significativo, pero en mi paladar, fue tan poquito que no pude apreciar el mousse en su plenitud. De bebida pedí una cimarrona, que tenía la brillantez de un toque de pimienta fresca.

Ordené de plato fuerte un "Steak Nicolás", tratando de someter a prueba una vez más las habilidades del chef, a través del plato que debiera ser representativo del restaurante. Debo decir que me costó un tanto decidirme, pues aunque el menú no es terriblemente extenso, tiene una variedad y un atractivo realmente sobresaliente.

Tardó tanto mi orden, que pude apreciar con detalle el gran esfuerzo decorativo en el restaurante y el lounge subterráneo. La decoración del restaurante es impecablemente profesional, con todos los detalles exhaustivamente bien cuidados. Las sillas de pesadísimo metal, bajo la bóveda nervada y la araña con almendrones, resultan en un ambiente súper elegante, al borde de lo solemne, lo que contrasta cómicamente con el bar bastante más modesto que está en la entrada del lugar.

El lounge es una catacumba donde no me quisiera encontrar a la hora de una emergencia. Tiene un solo ingreso por una estrecha escalera de caracol y una propuesta decorativa que mezcla a Edith Piaf con Edith González (no precisamente en su papel de Condesa Mónica de Altamira de Alcázar y Valle de la novela Corazón Salvaje - now that is some made-up name!). Creo que no soy lo suficientemente joven para disfrutar de un lounge como este, ni lo suficientemente rico para sentirme cómodo en él. Lo contemplé absorto, y hasta se me olvidó que estaba en un restaurante y que esperaba mi Steak Nicolás.

Regresé a mi mesa, y todavía tardaron otro tanto en llevarme mi plato. Por fin me llevaron mi steak acompañado de un vistoso puré de papas. Tal como lo indicaba el menú, el steak era una combinación de lomito molido con alcaparras, remolacha, pepinillos y cebolla, lo que resulta en una especie de tortita de carne muy aromática. Lo pedí término medio. Por dentro estaba jugoso y provocador, realmente delicioso, pero por fuera se pasó un tanto de tueste y quedó algo amargo. Ya van tres veces que me pasa esto, una con el robalo en don Emiliano, otra con la merluza en Giuseppe Verdi, y ahora con mi steak Nicolás. ¡Es toda una epidemia de aceite requemado! El mesero muy cortésmente ofreció cambiármelo, pero ya no tenía apetito suficiente para comerme otro, que me imagino, tardaría otros 20 minutos.

Mi postre fue un plato de fresas con crema. Me imaginé una salsa cremosa y fluida con vetas de vinagre balsámico y fresas del tamaño de un caimito. Nada qué ver. Eran unas fresas mas bien pequeñas, en un aderezo de vinagre balsámico, interesante, eso sí, pero con ¡¡CREMA BATIDA!! algo que me esperaría en un sundae de heladería de tercera categoría, pero no aquí. En fin, creo que debí haber preguntado antes.

Nicolás es un lugar con finísimos platos y excelentes recetas basadas en ingredientes de primera. Sin embargo, la lentitud de la cocina y un tanto de descuido en mi plato principal, sumado a mi insatisfacción por el postre, no me permiten darle, por esta ocasión, más de cuatro lenguas :P :P :P :P

jueves, 2 de julio de 2009

Restaurante Brix

Ubicado en el centro comercial Escala en el Km. 14.5 carretera a El Salvador, teléfono 66341462

El centro comercial Escala tiene una oferta diversa de lugares para comer. No confundir con "Eskala", que ese queda en la calzada Roosevelt al otro lado de la ciudad. En Escala de carretera a El Salvador acaban de inaugurar un restaurante Hooters, y me disculparán ustedes, pero me parece comiquísimo ver cómo los padres de familia pasan por la entrada, viendo hacia Hooters como adolescentes, sabiendo que deben reprimir sus ganas de entrar, pues van con la familia, la suegra, los bebés, etc. Creo que es prevalente la opinión de que a Hooters no se va por la comida, precisamente.

Pues yo fui a Brix, un restaurante interesante, con una bonita vista al barranco, en donde se hace canopy y hay otros entretenimientos familiares. Inicié mi comida con un queso camembert empanizado, allí llamado "french melt". Bien hecho, interesante, con una ensalada de lechugas espinudas a un lado. Buena elección.

En mi experiencia, Brix se destaca por las pizzas y las ensaladas. He comido la Chinese Chicken Salad, muy buena y satisfactoria, es decir, satisface el apetito sin ser pesada, por su combinación de proteínas y vegetales. También probé un día una pizza con queso camembert y arúgula. Valió mucho la pena. En mi más reciente visita ordené una ensalada Caesar con pollo. La presentación estuvo muy interesante: unas frituras, seguramente alguna especie de churro, coronaba la ensalada que estaba fresca y aromática. Los churros ya estaban fríos, entonces se tornan elásticos y si se enfrían más, se ponen duros. Ese fue el "churro" de la comida.

Mi postre consistió en un "after eight". Una interesante combinación de un pastelito de chocolate con mousse de menta. La menta penetrante y vistosa hacía contraste con el pastel, más denso y firme. El resultado fue un poco indigesto para mí, no estoy seguro por qué, pero creo que fue una elección que, sin ser magnífica, estuvo bien.

Lo que me gusta de Brix es su ambiente desenfadado, sus precios no son para nada exorbitantes, y su cocina es colorida y atractiva. El servicio es bastante decente también. Con gusto le doy cuatro lenguas :P :P :P :P