domingo, 23 de enero de 2011

Restaurante Biba Trattoria

Ubicado en la 10a avenida 5-49 zona 14

No recuerdo cuándo fue la última vez que entré a un restaurante y que todas las mesas estuvieran llenas, lo que me dio una muy buena impresión de Biba Trattoria. Esperé unos minutos sentado en el bar, impresionado por el atinado detalle de construir un bar alrededor de un árbol. De la factura, se puede ver que Biba es del mismo grupo de los restaurantes Giuseppe Verdi y de Ambia. Debo decir que de los tres, Biba es el que tiene la atmósfera que más me cautivó: desenfadada, y menos formal, como lo sugiere el término "trattoria".

Cuando una mesa por fin se desocupó, procedí a sentarme, no sin tener que evadir el reflejo del sol de medio día, que al rebotar en los vidrios de los autos del parqueo, no dejaba de perseguirme. Si no entendí mal, una de las especialidades del lugar es la pizza, pero al ver "ossobuco" en el menú, no tuve que pensarlo más. Pregunté al mesero "cuénteme cómo está el ossobuco hoy"; "¡muy fresco!" me dijo con la seguridad de quien sabe bien de lo que está hablando. A través de su intercomunicador inalámbrico, el mesero avisió inmediatamente a la cocina mi orden de ossobuco para adelantar la preparación. Después de degustar una entrada de berenjena gratinada (¿pisano, se llamaba? ya no recuerdo bien), me llevaron el suculento ossobuco.

La pieza de carne se posaba gloriosa en el centro del plato, guarnecida con un cremoso risotto. Ataqué la médula del hueso con diligencia, pues su consistencia gelatinosa y su aroma no se aprecia bien si se deja enfriar. Ciertamente estaba muy fresca, y se combinaba con el seductor aroma de limón que sutilmente invadía a la salsa de tomate, base suculenta del platillo.

Encantado con la excelencia de la carne y la salsa, voltee hacia el risotto, que ofrecía un llamativo contraste con la intensamente colorida salsa. Cuando me llevé el risto a la boca, el aroma de la salsa del ossobuco y su encanto ¡desaparecieron por completo! "¿a dónde se fue?, ¡totalmente neutralizado! ¿será ese el efecto deseado?" me pregunté. Hubiera preferido una guarnición que realzara la salsa, en lugar de tener un contraste tan marcado.

Mi postre consistió en un helado de toronja. Las bolitas cítricas fueron un buen cierre para mi comida. Vi cómo otro comensal había pedido un postre similar, y terminó rompiendo el recipiente de vidrio por quererle meter la cuchara con mucha fuerza al helado.

Por una agradable experiencia, y un delicioso ossobuco, a Biba Trattoria con gusto le otorgo cuatro lenguas y media :P :P :P :P :p

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