martes, 3 de febrero de 2009

Restaurante Tamarindos

Ubicado en la 11 calle, 2-19 zona 10.

Un restaurante que siempre causa una extraordinaria impresion. Hay quienes creen que es el mejor de Guatemala. Yo, por supuesto, tengo mi propia opinión. Es un lugar muy bien decorado, al borde de lo pretencioso. Su bar tiene un aire de sofisticación y sencillez a la vez. Muy buen equilibrio.

La cocina es algo lenta. No regalan ni el agua. He visitado varias veces el lugar y no recuerdo una en que el pan haya estado caliente. Para acompañar el pan sirven una pastita de fresas que me resulta demasiado ascéptica, como si fuera para hacer gárgaras o para hacerme una limpieza de dentadura. Si la idea es limpiarse los dientes antes de comer, es todo un éxito.

He probado platos deliciosísimos en este lugar. Y seguiré frecuentándolo, seguro, por lo que esta no será la única reseña ¡no señor!

Por lo tanto, en lugar de divagar sobre los diferentes platos que he ordenado allí a lo largo de los años, me concentraré en mi más reciente visita.

Inicié la velada con pulpo al curry amarillo. Soy un amante del pulpo, y esta entrada me cautivó. Creo que necesitan perfeccionar una salsa más ligera, pues aunque la que me sirvieron tenía un sabor, un carácter y una complejidad de concurso, su espesura no se equilibraba bien con la singular consistencia del pulpo. En mi opinión, la salsa opaca indebidamente al pulpo, lo que se remediaría haciéndola más ligera.

Las tejas de lomito con brócoli y salsa de ostras me supieron pasadas de sal. La consistencia de la cane a manera de cecina seca (beef jerky) me pareció bien atrevida, pues a pesar de tener esa consistencia, que usualmente resulta en carne retorcida, las tejas tenían una forma y textura de lámina, es decir, rectas y lisas. Muy interesante.

El stake tartar no me sedujo. De nuevo, me pareció que los ingredientes periféricos opacaron el aroma (esta vez el aroma, no la consistencia) del ingrediente central. El atún rojo con curry no lo recuerdo con mucha claridad, saben...el pulpo ocupó casi todo mi disco duro. Tal vez por que no había mucho qué criticarle. Si mal no recuerdo, la salsa tenía una menor densidad, lo que permitía apreciar el atún con integridad, pero no me tomen la palabra. La próxima vez llevaré conmigo un notario para dejar constancia fiel de mi reacción.

Por último el postre. Como lo he confesado antes, soy un devoto de los samplers. Éste fue un sampler de de sorbetes. Un éxito total. Como gemas suculentas en un práctico plato blanco, las bolitas de colores y felicidad hechas con los sorbetes me hicieron sentir un niño de nuevo. ¡Aunque de niño nuca me gustaron los helados!

Lo divertido del postre fue adivinar cada uno de los sabores de los sorbetes. Uno más interesante y llamativo que el otro. El que más me sorprendió fue uno verde claro, cuyo ingrediente no revelaré para no estropear la sorpresa, pero antes que pudiera adivinar de qué se trataba, pensaba que era de toronja o de pomelo (¡no es lo mismo, pues!)

A pesar de que los platos eran perfectibles, la comida estuvo lo suficientemente buena para considerar por un momento otorgarle el máximo de cinco lenguas. Esa aspiración se desvaneció cuando ví que en mi cuenta (además de ser más alta que el cerro Alux) contenía un plato que no había ordenado. Le dije al mesero: no recuedo haberme comido este plato...por supuesto, corrigieron el error.

Ahh, lo perfecto es enemigo de lo bueno. Por eso, Tamarindos, sólo cuatro lenguas y media por esta vez :P :P :P :P p:

No hay comentarios:

Publicar un comentario