domingo, 23 de agosto de 2009

Restaurante Bing Bing

Ubicado en la 6a calle 7-55 zona 9, teléfono 23315265

Como había indicado en respuesta a un amable comentario y recomendación, tenía yo años de no ir a Bing Bing. El local es un poco más agradable de como lo recordaba, pero no tiene ningún lujo, ninguno. La comida cantonesa es una de mis debilidades, y me dan ganas de probar todo lo que está en el menú. Por eso, visité dos veces este restaurante antes de hacer la reseña.

En ambas ocasiones inicié mi comida con una sopa. La primera fue una sopa agripicante de buche de cerdo. Una sopa interesante, con tiras marrones de esta víscera de cerdo que es de una consistencia muy agradable, como elástica y resistente a la mordida. La segunda sopa fue una de ja gao. El caldo es básicamente el mismo, también aromatizado con cebollines, pero en lugar de carne, esta tiene unos ravioles de tela de arroz rellena de camarones. El relleno estaba agrio, cuando debería ser más bien dulce. Me dejó un poco decepcionado.

Los platos fuertes que comí fueron San Choi Pau, camarones en mantequilla y pato rostizado. Lo mejor fue el San Choi Pau. Es una combinación de carne molida, de cerdo si no me equivoco, fideo de soya esponjado, verduras y semillas de marañón, que se come con hojas de lechuga, a manera de taco, pero bastante más saludable. La salsa de este plato creo que es de ostras. Estaba buenísimo. Las hojas de lechuga eran brillantes y frescas, y la combinación de texturas y aromas del San Choi Pau hecho con ingredientes decentes, le deja a uno la conciencia tranquila.

Los camarones a la mantequilla me resultaron bastante cuestionables. La salsa era abundante y espesa, color mostaza, con verduras salteadas, pero sin aromas interesantes. Lo peor eran los camarones. Estaban en oferta, pero tal vez por viejos.

El pato rostizado no me resultó terriblemente genial, tampoco. No era tan jugoso, aromático y suave como otros que he probado, pero estaba aceptable.

En ambos casos, de postre de cortesía me llevaron tacos de banano. Esto sí estaban muy buenos. De dimensiones aceptables, espolvoreados con azúcar glas, y envueltos en una crocante y dorada pasta, el relleno era espléndido, dulce, maternal y acogedor.

En lo que Bing Bing es campeón, es en los precios. Hay un platillo que cuesta Q240, que, me dijeron, incluye sopa, un pato que se come con salsa agridulce y tortillas de harina y el suculento San Choi Pau, con lo que bien comen 4 personas de buen diente, o tal vez 6 si no son tan comilonas.

Definitivamente voy a seguir yendo a este lugar, pues hay unos platillos de pescado que no me quiero perder. Por mi experiencia hasta el momento, le doy a Bing Bing una calificación de tres lenguas :P :P :P

Restaurante Tua

Ubicado en el Centro Comercial Escala, local 30, Carretera a El Salvador. Teléfono 66375443 y 44.

A la par de la vidriería Vimarco queda este atractivo restaurante en el Centro Comercial Escala. Creo que mencionar a Vimarco es relevante, pues la atmósfera que tienen los dos locales es sorprendentemente parecida. Primero, son más grandes de lo que parecen al principio; segundo, el vidrio y las líneas rectas y sencillas prevalecen indiscutiblemente en la decoración moderna de ambos ambientes; tercero, una vez uno ha hecho un pedido, ¡se tardan siglos en llevárselo!

Lo bueno es que desde allí, lo que uno encuentra en Tua son más bien, sorpresas agradables. La primera de ellas fue un tuna tataki. Un atún exquisitamente fresco, rebozado en ajonjolí y servido sobre una agresiva salsa ácida, que con mágica sutileza electrifica el sabor del pescado. Digo mágica por que si uno se come directamente la salsa, le deja la cara encogida de lo ácido, pero al combinarse con el pescado, resulta estimulante y moderada. Para refrescar el paladar, el atún estaba acompañado de aguacate triturado. Fue la parte que no me convenció del platillo. Para mí, el aguacate que no tiene un tono dulce y un aroma complementario (es decir, que no está combinado con un poco de cebolla picada y un toque de orégano, por ejemplo) le va bien al caldo. En este caso, creo que el aguacate sólo tenía unas gotas de limón, por eso ácido con ácido, pues como que redunda.

De platos fuertes probé el pollo provenzal y el plato vegetariano. El plato vegetariano consistía en un risotto muy cremoso recostado junto a unas berenjenas reposadas (así decía el menú, supongo que en agua de sal) con otras verduras. Un plato muy ingenioso. Resulta que el risotto estaba pasado de sal, y a las berenjenas les faltaba sal, por lo que al combinar ambos ingredientes se lograba un bocado con un equilibrio maravilloso. Tal vez nunca sabré si esa combinación fue intencional o accidental, en todo caso fue una sorpresa muy agradable.

El pollo provenzal no me comunicó nada interesante. De suyo, la pechuga no es mi parte preferida del pollo, y los vegetales que lo acompañaban, estaban bien preparados, pero nada espectacular.

Mi postre fueron unos tacos de banano, que el menú los llamaba "tempura" si no mal recuerdo. El "chinito veloz" servía de esas hace unos 5 años, recuerdo, pero no las llamaba "tempura". En todo caso, estaban aceptablemente bien hechos. Nada particularmente delicioso tampoco. Era un plato con tres taquitos como de 5cm, con una bola de helado al centro. Divertido de comer, pero no los mejores que he probado.

En balance, Tua tiene platos muy interesantes, un menú variado, pero debo penalizar la lentitud de la cocina, por lo que le confiero tres lenguas y media :P :P :P :p

domingo, 16 de agosto de 2009

Restaurante La Boquería de Barcelona Viva - ¡otra vez!

Ubicado en el primer nivel del Hotel Mercure, Edificio Casa Veranda, local 7, 12 calle 1-24 zona 10, teléfono 23602934, 52277829, 54852499.

Una vez más me decidí por visitar este notable restaurante en el Hotel Mercure. Esta vez inicié mi almuerzo con una entrada de boquerones en aceite, muy sabrosos, con una buena dosis de aceite y jugo de limón, acompañados de las insuperables tostadas de pan con tomate y más aceite.

De bebida pedí una sangría, buenísima. Tomé tres sorbos y ya estaba mareado. Más tarde pregunté al mesero sobre cómo se hacía la sangría, y me dijo que usaban brandy, ginebra y por supuesto, vino tinto y frutas. ¡Con razón después no podía hablar correctamente!

De plato fuerte pedí uno de los especiales del día: cangrejos de concha suave. Cuando me los llevaron fue una decepción. Los suculentos animales estaban ocultos en una gruesa costra de empanizado y acompañada de una poco inspirada ensalada de lechuga, tomate, cebollas y pepino. Una salsita de mostaza complementaba el plato. Esperando que me pasara el efecto del alcohol, intenté quitarle poco a poco la costra a los cangrejos. Medio le quité el empanizado a los crustáceos y me comí lo que pude.

Para terminar de marearme, pedí de postre unas peras al vino. El estilo de este postre asemejaba el de duraznos en miel, sólo que en lugar de duraznos eran peras y en lugar de miel, era vino tinto. Estaban frías, muy agradables, firmes y crocantes. Un excelente postre, pero insuficiente para que mi experiencia fuera tan satisfactoria como en mi visita anterior.

Por último, para poder manejar, pedí un café negro. Esperé un tiempo. Antes de irme llegaron dos personas más, que pidieron boquerones, pero ya no había, y también cangrejos. Ojalá a ellos sí les hayan gustado. Calificación: tres lenguas y media :P :P :P :p

Restaurante Pecorino - ¡otra vez!

Ubicado en la 11 calle 3-36 zona 10

Creo que estoy empezando a revisitar varios restaurantes sin terminar de explorar los que aún no conozco, pero a veces se debe al tiempo y las circunstancias. En esta ocasión, afortunadamente las circunstancias me llevaron a revisitar Pecorino.

Inicié mi comida con un carpaccio de lomito. Bien preparado, con virutas de queso y alcaparras, una carne de muy buena calidad, y limón al gusto. Lo disfruté bastante.

En continuación al tema de la carne cruda, el mesero anunció que entre los especiales del día tenía Bistecca Fiorentina ¡el original T-bone de 2 libras! No pude resistirme a este excepcional corte y que ordené, término medio.

El T-bone es todo un espectáculo. Es imponente, a penas cabe en un plato, parece de esos bistecs que come el chucho que sale con Tom y Jerry, o en aquel episodio de "el caldillo" de looney toons. Estaba jugoso, suave, aromático, ¡podía sentir cómo mis arterias se alarmaban con tanta grasa y carne roja!

El espectacular corte venía acompañado de zucchini salteado. Nada particularmente exquisito. Me tuve que conformar.

Mi postre fue una Panna Cotta de vainilla. Definitivamente no es el mejor postre que he probado en Pecorino, pero no estaba mal. Era una especie de budín cremoso, encapsulado en una sutil gelatina, adornado con una retícula de una jalea roja, creo que de bayas.

La consistencia gelatinosa era muy agradable, pero el sabor no era lo suficentemente intenso para mi gusto. Supongo que para quienes prefieran los postres sutiles, será más interesante, pero se tendrán que exponer a la pesada digestión de la crema.

Pecorino no me defraudó. Su cocina, su ambiente y su servicio estuvieron a la altura. Reitero mi calificación anterior de cuatro lenguas :P :P :P :P

lunes, 10 de agosto de 2009

Dos Platos encomiables

Hoy no me referiré a restaurantes sino a dos platos que he descubierto y que me parecieron muy interesantes y que los venden en lugares que no son particularmente exclusivos.

El primero de ellos es la sopa "Sun Dae Guk Bab", que no tiene nada qué ver con los helados sun dae. En un comedor coreano llamado "Sun Pung" en la 32 avenida de la zona 7, Utatlán 1, probé esta exótica sopa por recomendación de un estimado amigo. El lugar es de una modestia difícil de superar: con decirles que ¡yo tuve que escribirme mi propia factura! Pero eso no es lo importante. Lo importante es la sopa. Podríamos llamarla "la anti-revolcado". Como ustedes saben, el revolcado de cabeza es un plato típico antigüeño hecho a base de menudos y vísceras, de color obscuro y notas aromáticas de chiles y tomates dulces.

La sopa coreana de la que les hablo, también está hecha a base de vísceras de cerdo: buche, oreja, panza...pero lo más impresionante es la morcilla. Un choricito negro que parece atravezado por apretados filamentos de fibra óptica (que en realidad es, me dijeron, fideo de papa), se combina con los demás ingredientes con un poco de cebolla verde, especias del lejano oriente y un ligero y pálido caldo. Mi paladar demandaba algún toque dulce, por lo que pedí salsa de soya, la cuál me sirvieron en un platito con ajonjolí y cebollines picados. Lo mejor fue remojar la morcilla en esa salsita. ¡Magnífica!

El segundo plato es bastante más convencional y se puede comprar en cualquier panadería San Martín que tenga cafetería. Se trata de la "ensalada toscana". Es una combinación sencilla y deliciosa de pasta corta, queso feta, tomates cherry, aceite de oliva, albahaca y hongos curtidos, hongos ostra, si no me equivoco.

Es aromática, vistosa, balanceada y económica, muy divertida de comer, pues viene acompañada con unas laminitas de pan de queso muy sabrosas.

Bueno, por ahora no hay lenguas qué otorgar, pero ¡espero que estas observaciones sobre dos platos diametralmente distintos haya sido de su interés!


viernes, 7 de agosto de 2009

Restaurante Camille

Ubicado en la 9a avenida, 15-27 zona 10, teléfono 23680048, 23671525

En un local que aspira a galería de arte, el restaurante Camille ofrece una compacta pero diversa selección de platillos atrevidos, aunque descritos en unas cartulinitas que exponen mejor las manchas de comida que la calidad de dichos platillos.

Me senté a la mesa un poco intimidado por el contexto minimalista y ascéptico del local. Traté de relajarme con una sangría (muy buena por cierto), mientras estudiaba el menú. El bocadillo de cortesía fue una sopa de arvejas con queso azul, acompañada de una mini albóndiga. Ambas muy agradables, aunque la sopa me resultó más confortante y seductora.

De entrada pedí un plato de estación que no estaba en el menú: anacates al cognac y crema. Un preludio fiel a lo que estaba por venir, los anacates eran de excelente calidad, cocinados a la perfección, pero con una inspiración que no es de mi gusto.

Es algo difícil de explicar. Es como decir "sí, yo sé que Arjona es muy talentoso, pero su música no me gusta". Resulta que la combinación de aromas y colores de los anacates resultó en un plato demasiado agresivo para mi gusto.

Mi plato principal fueron unos cangrejos de concha suave en tempura, con salsa de chipotle. Los cangrejos estaban simplemente exquisitos. Acompañados por unos espárragos salteados y, si no mal recuerdo, un puré de papas, los cangrejos resultaban en un ensamble desarmonizado y estridente. Cada uno de los elementos del plato era de inmejorable calidad, pero todos ellos juntos, parecían como chicas a la moda: con la figura, el maquillaje, el vestuario y el pelo perfectos, pero que se detestan la una a la otra, y cuando están juntas no se hablan y secretamente se desprecian.

También probé el atún a la pimienta y tuve la misma sensación. El atún rebozado crudamente en pimienta molida, reposaba en una salsa como de aguacate con menta. Una combinación forzada y difícil de comprender.

El postre tuvo en mí el mismo efecto. Fue un "Suspiro Camille". Una interesantísima combinación de aromas que iban del cardamomo a la naranja, con una consistencia entre espumosa y "budinosa". Una obra de arte, pero lejana, taciturna y vanidosa.

No me tomen a mal, mi insatisfacción por mi velada en Camille fue una cuestión de temperamento, tal vez de filosofía, pero no de gastronomía. Es una empresa imposible tratar de calificar objetivamente esta experiencia, por lo tanto, de manera intuitiva, le otorgo a Camille cuatro lenguas :P :P :P :P

domingo, 2 de agosto de 2009

Restaurante Tasca, el Rocío

Ubicado en el Centro Comercial Fontabella, local 8C

Vagando el otro día en Fontabella, decidí visitar este restaurante de nombre curioso. El menú cuenta la historia de alguna virgen en España, de la cual se inspira el nombre del restaurante, de allí lo inusual. El lugar, que parece muy compacto, realmente tiene varios ambientes que van desde el que evoca un café de jardín en el primer nivel, hasta el de un balcón en el segundo nivel. Los muebles son de madera rústica y lazo, y lamentablemente, súper incómodos.

Lo bueno es que la comida ayuda a compensar esa incomodidad. Una variedad interesante y una lista de tapas despertaron mi curiosidad lo suficiente para olvidarme de la incomodidad de la silla; también unas cervezas ayudaron un poco. No me dieron bocadillo de cortesía, lo que no es un punto a favor. Pero de entrada pedí una tapa que me dejó muy bien impresionado. Fueron unos canelones de mariscos gratinados con bechamel y queso. El relleno era muy ingenioso: algo así como calamares molidos, tal vez pulpo también, en un aceite aromático, todo eso metido en un grueso canelón ahogado en la maternal bechamel.

Buscando en el menú un plato fuerte encontré una maravilla: estofado de rabo de toro. El "rabo", que lo llaman de buey, de toro, de res, etc., dependiendo del relacionista público del que se trate (quien diseñó el menú, quiero decir...), es un plato inusual en un restaurante, tal vez una arriesgada apuesta. A diferencia del "ossobuco" que es más sofisticado y comercial, el rabo, si bien es más barato, no sólo es difícil de cocinar, por su dureza y aceitocidad, sino es bastante más difícil de comer, por su estructura ósea como de alas de mariposa y el empedernido cartílago al final de cada vértebra, que es delicioso pero poco accesible. Por ello, creo yo, el rabo es más bien una comida casera o de comedor de mercado, imposible de comer con refinamiento en un lugar lujoso. En medio de mi admiración por incluir un plato así, no pude resistirme y lo ordené como comida principal.

Me lo sirvieron guarnecido de arroz y vegetales. Los tres trozos de rabo estaban magníficamente presentados en un plato de barro, caliente como es debido, para conservar la alta temperatura, indispensable para una comida así de sustanciosa. La salsa del rabo era maravillosa: sin pretensiones, muy auténtica, sustanciosa y de intenso sabor. El rabo tenía su usual consistencia cuasi-gelatinosa, que infunde vida y energía con cada mordida. El arroz y los vegetales no estaban mal, pero palidecían dramáticamente ante el suculento rabo.

Lleno de vigor y vitalidad, después de darle fin hasta el último rincón gelatinoso del rabo, pregunté sobre la selección de postres: nada interesante. Pedí entonces la cuenta. Por dos platos muy bien compuestos, un servicio a la altura, a pesar de la incomodidad de sus sillas, a Tasca, el Rocío, le otorgo cuatro lenguas :P :P :P :P

sábado, 1 de agosto de 2009

Restaurante Palmas del Mar

Ubicado en la 6a avenida 12-24 zona 10

En una casona tipo art-deco, con un parqueo amplio, el comensal es recibido por un acuario de agua salada en donde habita un exótico e impresionante Pterois Volitans. El acuario no está nítidamente limpio, pero con tal de mantener vivo y contento al bello Volitans, yo no lo estaría manipulando mucho tampoco, aunque fuera para despegar las algas del vidrio del acuario.

Más adentro, el restaurante es mucho más grande de lo que uno se pudiera imaginar, y ocupa un espacio amplio del jardín también, algo muy agradable. Sin que me ofrecieran bocadillo de cortesía, pedí de entrada unos dumplings. Me los sirvieron dorados con salsa de soya, con un relleno agradable, pero una pasta que no estaba bien cocinada, entonces daba la sensación de estar dura por un lado, como mal tostada.

Algo que me decepcionó del menú fue no encontrar mucha variedad en cuanto a moluscos, y de pescado sólo se ofrece en filete. Pedí uno de dorado, que me lo sirvieron con una salsa de mostaza y alcaparras. El pescado estaba bien hecho, con la superficie apropiadamente dorada y el interior jugoso, y la salsa también estaba bien compuesta. El plato venía acompañado de vegetales, que estaban como me los ordenó el doctor: al vapor, sin grasa, sin sal, y básicamente sin sabor.

De postre pedí un pastel de mousse de mango. Nada impresionante, aparte de su precio ¡Q45 por la porción!

Aunque el Restaurante Palmas del Mar tiene un ambiente amplio y agradable, su comida podría ser bastante más variada. Calificación: tres lenguas :P :P :P