La zona 13 es un poco más modesta en cuanto a oferta culinaria que su vecina del otro lado de la Avenida las Américas. La Barraca de Don Paco ofrece una opción española en un local que parece esconder antiguas recetas familiares rodeado de su mobiliario acogedor y sin pretensiones.
Con meseros que parecen tener largo recorrido sirviendo platos llenos de carácter, es difícil resistirse a su recomendación de una tortilla española. El bocadillo de cortesía fueron unas deliciosas aceitunas verdes, una intrigante y agradable sorpresa: ¿cómo puede algo tan sencillo ser tan delicioso y provocador?
Mi orden consistió en una porción de tortilla española, una de morcilla y un plato de callos. Mi bebida fue una bien compuesta y equilibrada sangría. La morcilla estaba muy bien, casi tan buena como la que hacen en San Felipe, Retalhulehu. De ahí en adelante, mi experiencia en la Barraca de Don Paco se fue deteriorando.
La tortilla era una porción, a un precio no tan proporcional que digamos, pero lo peor es que estaba recalentada. Y hasta mal recalentada ¿la habrán tenido congelada? Si bien no tenía mal sabor, ni nada por el estilo, el hecho de no estar fresca resultó en un inmerecido desmérito.
El plato de callos tenía una composición muy convincente, y hubiera estado muy bueno si además de la panza y pedacitos de chorizo, ¡HUBIERA TENIDO CALLOS!... Como dejé el plato a la mitad, el mesero me preguntó si había algún problema con él, a lo que respondí que le dijera al chef que "su olla de callos, ya no tenía callos". Como que al mesero y al chef les vino del norte, pues no hubo ninguna reacción a mi comentario.
Después de pagar me llevaron mi vuelto incompleto, bueno, por un quetzal nada más (¡¡pero a ver si a uno le aceptan quedar debiendo un quetzal de la cuenta!!), no reclamé, pues ya me había decidido que a la Barraca de Don Paco le daría sólo dos lenguas y media :P :P :p