domingo, 13 de septiembre de 2009

Restaurante Jake's - de nuevo

Ubicado en la 17 calle 10-40 zona 10, teléfono 23680351

Versos para una Hamburguesa Sobrevaloada

Hamburguesa de ciento veinticinco quetzales
viniste para probar que como cuestas, vales
algo de queso cheddar y cebollas cabales
por caramelizadas, del montón sobresales

Tu carne un poco dulce, curiosidad despierta
pero prisionera eres de pan viejo que alerta
que pasaron por alto su consistencia yerta
aun con papas y salsa, me pareces desierta

Precedida estuviste de polenta exquisita
su maternal aroma, que con hongos gravita
muy implacable impidió que te vieras bonita
así te excluiré de mi próxima visita

Al terminar contigo, mientras un mousse comía
él, agrio inspiraba esta cuaderna vía
y siendo generoso, sin más algarabía
yo, tres lenguas, y no más, decidí, te daría

:P :P :P

Restaurante Casa Yurrita

Ubicado en la ruta 6, 8-52 zona 4, teléfono 23601615 (así dice la factura)

La zona 4 me parece de las más curiosas de la ciudad.  En los '70, el edificio el Triángulo, el Edificio Centroamericano, Torrecafé, el Banco Industrial, el edificio de la Cámara de Industria, eran los símbolos del poder financiero y de los servicios de profesionales codiciados.  Hoy, todavía están ahí, un poco decrépitos tal vez, rodeados de barras show, bares bohemios, otros más bares que bohemios, ventas de repuestos y casas de curiosa arquitectura.  A ciertas horas de la noche, la pequeña zona 4 se puede tornar en un lugar bastante sórdido.

En la calle Mariscal Serapio Cruz (conocido en sus tiempos como Tata Lapo) se encuentra la que es sin duda la más curiosa de todas las construcciones: la iglesia de Yurrita.  Justo a un costado, hay un portón que permite la entrada al restaurante Casa Yurrita.

Como Louis Charpentier en la Catedral de Charters, yo buscaba en la arquitectura de la Casa Yurrita símbolos de los templarios, marcas de masonería, alegorías del Santo Grial y del Arca de la Alianza.  Por supuesto, no encontré ninguna.  Bueno, hay unas estrellas de David, y una de ocho puntas en la entrada, pero parecen meramente decorativas.  Tal vez en la iglesia encuentre cosas más curiosas, pero el restaurante, tiene más bien una decoración evocadora y nostálgica, sin morbo de ocultismo.

Escogí una mesa y me llevaron de bocadillo de cortesía una cucharadita de tabule.  Trigo triturado con un toque agrio, un poco de tomate y, creo, pepino, galvanizado con algo de curry.  Apropiado para excitar el paladar.  Mi entrada fue un magnífico paté de Campagne.

El paté era un aglomerado de hígado de pollo y alguna carne de marrano, aromatizada con perejil y una combinación de especies orientales, tal vez Garam Marsala.  Estaba acompañado de una cucharadita de mostaza dijon, unas cebollas caramelizadas con un fuerte aroma a rosa de jamaica y una ensaladilla de tomates cherry, lechuga y cebolla morada.  Completaban el plato tres largos panes tostados con algo de aceite y ajo.  Una verdadera delicia, a un precio bastante razonable (Q55).  Con esto y una sopa, creo que se puede tener un almuerzo apropiado.

Mi plato fuerte fue una pechuga de pato con salsa de rosa de jamaica, por recomendación de un amable comentarista de la Papila.  El pato estaba excelente.  Adecuadamente envuelto en la salsa, que tenía el equilibrio justo de acidez y dulzura, y una densidad perfecta, que no la hacía ni muy pesada ni muy ligera, la pechuga mostraba las distintas texturas y composiciones de esta extraordinaria ave.  El acompañamiento consistió en unas papas fritas en cubos, con un agradable aroma a ajo y un perfecto punto de cocimiento, dos arvejas chinas crocantes y de intenso color, y una zanahoria moldeada, vieja y aguada, mácula estridente del plato.  

También probé el filete de dorado con pesto de cilantro.  No me convenció para nada.  Un pescado que no es particularmente delicado, estaba bien cocinado, pero bañado en un pesto sin complejidad, de aroma bruscamente verde, y prácticamente sin sal.  Estaba acompañado por unas bolitas de papa con perejil y unas verduras ralladas.  A todo le faltaba sal, a mi gusto.  Lo más gracioso fue que el salero era un cubito de vidrio con capacidad para únicamente media cucharadita de sal, que se me acabó a la primera sacudida.  

Mi postre fue un plato llamado "degustación de postres".  Un plato que vale mucho la pena.  Incluye un mousse de chocolate, de intenso carácter, excelentemente bien preparado, una pera confitada, delicada y crocante, una torrecita de fresas y chocolate blanco y una isla flotante.

La torrecita era una construcción que resultaba en un verdadero tesoro.  Fresas frescas y de óptima calidad, engullidas en una pasta de chocolate blanco.  Por supuesto, yo la llamo torrecita, en ignorancia total de su nombre verdadero, que simplemente no escuché bien.  

La isla flotante, esa sí la escuché bien.  Era una copa más grande que los otros postres, con una como natilla, a base de huevo y crema, si no estoy mal, y por encima un turrón ligero, coronada por una filigrana de caramelo que se extendía por la mitad del plato como un velo dorado.  El resultado, muy presentable, me pareció, sin embargo poco exitoso.  La pasta estaba pesada e insípida (tal vez totalmente arrollada por la intensidad de los otros postres).  El turrón, pues no estaba mal, pero la filigrana estaba afilada y dura, lo que fácilmente puede lastimar el paladar.

El servicio se suma a lo positivo de mi experiencia.  Una atención muy cordial y puntual.  En balance, el pato, tres de los cuatro postres, y el paté, ¡sobre todo el paté! fueron francamente sensacionales.  El pescado y la isla flotante, no fueron de mi gusto.  ¡Lo que menos me gustó fue que me cobraran Q20 por una botella de agua!  Calificación, cuatro lenguas :P :P :P :P

lunes, 7 de septiembre de 2009

Restaurante Zumo

Ubicado en la 1ra avenida 12-16 zona 10, teléfono 23346316 y 23610747

Con un poco de clemencia, que se manifestaba en una llovizna ligera, el clima me permitió visitar este interesante restaurante. Tiene un lounge tipo "dug out" y unos ambientes que invaden un jardín interior.

En esta ocasión probé como entrada unas vieiras con salsa de jamaica y menta, mi plato fuerte fue un Puk, y en cuanto al postre, mi factura dice "Douceur Noisette" pero recuerdo que el menú decía algo así como Chocovaky, o algo parecido.

Las vieiras estaban cubiertas por un petatillo de camote cada una, llamado capellini en el menú, y soberbiamente presentadas sobre una combinación hermosísima de glacée de jamaica y aceite de albahaca (¿o dije menta? ¡ya me hice bolas!) lo que asemejaba una nebulosa estelar colorida por el polvo cósmico ardiente, comprimiéndose para formar nuevas estrellas. Los colores verde vegetal y corinto intenso de la rosa de jamaica se abrazaban el uno al otro, como acuarelas, luciendo con transparencia su distinción y su (sutil) aroma. Muy impresionante. El sabor, pues no estaba mal, las vieras de por sí son más bien insípidas, y las salsas pudieron haber sido un poco más provocadoras al paladar. En todo caso, el gusto no fue tan despampanante como la presentación.

Siempre con la inspiración galáctica, me sirvieron el Puk. En forma de galaxia o de símbolo de yin y yang, una salsa de reducción de vino tinto y una de reducción de vino blanco eran el fondo de una pechuga de pollo enrollada y rellena de queso azul y otros ingredientes que no recuerdo bien. El plato estaba guarnecido por dos mitades de un iridiscente y destacado pak choi. Lamentablemente ví una partícula sospechosa en una de esas mitades, y me las cambiaron por zanahoria rayada, salteada en mantequilla. De nuevo, la presentación superó al sabor.

También probé un "Gaugin", un medallón de carne de cerdo con una croqueta de arroz por sombrero, posada sobre una salsa de curry. Ese plato era más aromático, pero el cerdo era demasiado magro, sin la provocación ni encanto de piel o de gordito.

El postre me convenció aún menos. Era un bizcocho con unas capas de chocolate, coronado por chocolate blanco y unas vetas de chocolate obscuro. Si no mal recuerdo, el bizcocho era como de estilo italiano, de esos que tienden a ser secos, hasta un poco arenosos.

El servicio resultó muy bueno: después de yo llenar de migas la mesa al consumir el plato fuerte, el mesero pasó una de estos cilindros para limpiarla. No recuerdo la última vez donde ví tan buen y sencillo detalle. Por una presentación artística, con un servicio de primera, y un gusto aceptable, a Zumo le confiero cuatro lenguas :P :P :P :P


Restaurante Pla

Ubicado en la 2a calle 13-25 zona 10, local B

Es un gusto sentirse apreciado como cliente en un restaurante. En Pla, probablemente por su reciente apertura, o tal vez por la camaradería que inspiran sus integrantes (¡ya se volvió comité, jajaja!), se puede percibir el franco esfuerzo por dejar a cliente complacido, para que regrese.

La noche que fui a cenar allí, que creo que por exponerme al chiflón me gané un soberano resfriado, me pareció que el host (¿socio, dueño?) y el chef, tenían de comensales a un buen grupo de sus amigos, lo que resultaba en una atmósfera de jolgorio y confianza.

En cuanto a la comida, probé un salmón, una trucha y un lomito con queso camembert. Mi entrada fueron unos anacates y mi postre, un mousse de chocolate blanco y chocolate de leche. Mi bebida fue una mal lograda sangría que más parecía granizada.
La trucha estaba excelente, cultivada en la Sierra de las Minas, según nos dijeron. Eran dos filetes color rosa, jugosos y de intenso sabor. Si no recuerdo mal estaba acompañada de unos espárragos salteados. El lomito, que según entendí, era de los más pedidos, no me convenció del todo.

Eran dos medallones de carne coronadas con queso camembert, acompañados de una ensalada de arúgula muy bien seleccionada. La ensalada no necesitaba más que vinagre balsámico para causar una destacada impresión, debido a la calidad de sus ingredientes. El lomito, por el contrario, no me pareció muy aromático.

El salmón no estaba mal, descansaba sobre una cama de vegetales al vapor, pero no despertó mi curiosidad. Lo que sí me resultó curioso fue un como picadillo de chile relleno que acompañaba a los anacates de entrada.

El postre estuvo bien, el mousse blanco más dulce y seductor que el obscuro, espumoso pero no por ello sin carácter.

El host (¿socio, dueño?) se mostró muy interesado por nuestra opinión, y cuando vio que el lomito no nos había convencido del todo, nos compensó con vasos de amaretto. Pasé por alto decirle lo de la sangía, tal vez me hubiera dado la botella de vino entera ¡jejeje! Así, con gusto le hubiera dado más que tres lenguas y media, pues debo penalizar esa sangría, :P :P :P :p

martes, 1 de septiembre de 2009

Restaurante Tanoshii

Ubicado en el interior del Hotel Intecontinental, 14 calle entre 2da y 3ra avenidas zona 10.

De las varias veces que he ido a este restaurante, la comida me ha parecido siempre buena, pero el servicio, demasiado lento. En mi más reciente visita, las cosas fueron un poco mejores.

El clima del lugar es muy orientado a negocios, siento yo. O tal vez sea la clientela. El asunto es que mi orden consistió en tres platos: una sopa sutil, un ebi caliente y un postre de banano tempurizado.

La sopa sutil, de sutil no tiene nada. Es un plato súper llamativo, muy bueno y entretenido de comer, ligero, interesante y, espero, nutritivo. Se trata de un caldo claro depositado junto a unos camarones en un plato hondo, en cuyas orillas se acomodan verduras tempurizadas, como berenjena y otras, que hacen que el plato parezca como que florece con texturas y colores variados, ¡además cuesta sólo Q35! Si trabajara o viviera cerca, comería esto todos los días, y seguro que rebajo unas mis cuantas libras, que mal no me caería, y me ahorro un buen dinero también.

El ebi caliente sí que me resultó sutil, tanto que ya ni me acuerdo qué tal estaba. Tal vez la sopa lo opacó de tal manera que lo mandó directo a mi subconciente. Pero si hubiera estado feo, bien que me recordaría.

El postre estaba bien presentado, con interesantes texturas y colores, pero nada espectacular en sabor. Supongo que por ser comida japonesa, los postres no son particularmente agresivos o intensos. Como no soy un fanático de los postres sutiles, me resultó satisfactorio, pero hasta allí.

La experiencia hasta ese momento bastante agradable, acompañada de un té verde para retrasar el envejecimiento (right!), se vio empañada por que se tardaron más de lo debido en llevar la cuenta. Bueno, al menos van mejorando. Calificación: cuatro lenguas :P :P :P :P

Restaurante Como Como by Txoco

Ubicado en el Centro Comercial Escala, Km. 14.5 Carretera a El Salvador

Un novísimo bar de tapas (la factura que me dieron era todavía de dos cifras solamente), Como Como, ofrece platos españoles, con la promesa de pronto poner a funcionar el ¿cómo le llaman? ¿faja, cinto? es un bar movible que va pasando las tapas para que la gente se sirva en sus mesas.

Si no estoy mal, en la Antigua hay un restaurante homónimo, pero desconozco si hay relación.

El menú está diseñado de una manera bastante confusa. No se entiende dónde comienza y dónde termina, y por la manera en que está impreso no es cómodo de leer tampoco. De entrada pedí unos medallones de cerdo que se llamaban algo así como "flamencos" o "flamenquitos", no recuerdo bien. Había una nota de que los medallones habían ganado algún reconocimiento gastronómico.

Bueno, como me los sirvieron no parecían muy galardonados, que digamos. La carne estaba reseca, sobrecocida, el empanizado no se sentía fresco, y estaban servidos sobre unos pimientos que eran lo mejor del plato.

Mi plato fuerte fue un arroz con calamares. Era un arroz suelto, frito, con cuatro calamares, sin mucho aroma ni complejidad. Un plato normal. También probé un plato de pescado, que era mucho más interesante. Era como un medallón de pescado sobre aguacate y pimientos, con una salsa a base de limón. Ese sí me resultó atractivo.

Se veía que unos meseros se esforzaban por ser corteses, pero el que me tocó a mí parecía que aún no había recibido el cursillo de capacitación. Otro detalle que me resultó incómodo fue que los platos son demasiado grandes y los cubiertos, demasiado pequeños. Un plato grande es elegante y presentable, pero cuando a uno se le va el cuchillo dentro de la comida por que no hay cómo apoyarlo, uno desea mejor tener un plato normal, o por lo menos, cubiertos más grandes.

De postre quise pedir un flan de queso, pero no había, por lo que ya no comí postre.

Lo que más disfruté del lugar fue el ambiente. Es elegante y sencillo a la vez, sin ser pretencioso, y cuando funcione la banda de tapas, creo que será muy entretenido. La cocina es totalmente abierta, lo que requiere mucho valor, pues uno puede ver exactamente qué le están poniendo a los platos y cómo los cocinan, así como la higiene general.

Por el momento, mi experiencia en Como Como no sube de tres lenguas. ¡Volveré a ir cuando esté funcionando el bar de tapas! :P :P :P