viernes, 26 de junio de 2009

Restaurante Giuseppe Verdi

Ubicado en la 14 calle 0-20 zona 10, en el hotel Camino Real

Un curioso túnel conduce del vestíbulo del hotel Camino Real a esta bóveda color terracota con alfombra recargada y mobiliario exquisito que componen el restaurante Giuseppe Verdi.

La atmósfera de cava del lugar me resultó un poco claustrofóbica, pero para quienes desean una mejor iluminación, hay otra sección del restaurante/bar con vista a la 14 calle.

El menú es extenso, pero con pocas propuestas que despertaran mi curiosidad. Crema, hongos y más crema en una y otra variación, fue la impresión que me dio. El bocadillo de cortesía consistió en focaccia con aceite de oliva y queso parmesano.

El mesero apareció de pronto con un plato con queso y me sirvió unas cucharadas y luego se retiró con todo y su queso. Me resultó muy cómico, pues hasta en las pizzerías le dejan a uno el queso para servirse. Antes de esfumarse con su carga láctea, el mesero tuvo el atino de ponerle pimienta fresca a mi plato con aceite. Una simple y buena idea.

Cuando el mesero reapareció, recitó los especiales del día, y antes de que le pudiera decir que estaba listo para ordenar, se disculpó y se escurrió de nuevo. De no ser por el capitán de meseros que tomó mi orden, creo que todavía estaría esperando que me sirvieran.

Pregunté si servían chocolate caliente, y fueron lo suficientemente honestos para decirme que me podían servir cocoa comercial. Lo pedí, y por supuesto, me quedó de lección para no volver a hacerlo.

Inicié la comida con una ensalada italianísima. Un descuido notable. Palmitos duros, alcachofa rústica, como sacada de una lata sin preparación adicional alguna. Una vistosa composición de lechugas, un aderezo de vinagre balsámico y unas aceitunas negras intentaban justificar la precariedad de los otros ingredientes, pero sin mucho éxito. Recuerdo que el menú decía que la vinagreta era de menta, pero yo sentí más la amargura de las lechugas que cualquier aroma a menta.

Me había decidido por un rib eye como plato fuerte, pero cuando el capitán de meseros me recomendó un sea bass, mis arterias me dieron una patada en la espinilla debajo de la mesa para recordarme que debo cuidar mi colesterol. Accedí entonces a la recomendación, que además supuse, sería más barata que el rib eye.

Me llevaron un plato que me dejó perplejo. Dos trozos de pescado, como de 3 onzas cada uno, atractivos e intrigantes, separados por unas espinacas al vapor, todo rodeado por unas papas fritas con forma de tabletas, como de esa viruta de popurri. El plato me dejó perplejo porque no tenía vistosidad ni armonía, pero invitaba a probar el pescado.

Partí el pescado e inmediatamente pude ver la alta calidad de su carne. Fue una lástima que por fuera tuviera el amargor dejado por un fuego demasiado alto, pero por dentro era delicadísimo y muy agradable al paladar. La preparación era sencilla, con aceite de oliva, unos trocitos muy discretos de un queso, y tal vez algo de ajo. Me pareció que la calidad del pescado compensaba el descuido en la preparación, al menos me convencí de ello por un momento.

Las papas fueron un fracaso total, y las espinacas estaban bien logradas, sin astringencia, pero un tanto simples.

De postre pedí un "dulce sueño". Queso mascarpone reducido con vino dulce, con un trozo de manzana en dulce en el medio, y adornado con pasas y almendras. Suena bien, y al gusto no estaba nada mal. Las pasas y almendras, sin embargo, parecían sobreexpuestas al refrigerador.

Deliberaba sobre la calificación del restaurante cuando me llevaron la cuenta. Cuando vi que el sea bass era "chilean sea bass" y que costaba Q235, reparé en que el pescado merecía un tratamiento mucho mejor. Es posible que haya sido merluza negra, y de ser así, el descuido en la cocina es bastante más condenable.

Es un alivio no incluir a este suntuoso restaurante de mi lista de preferencias... es una distracción menos. Un servicio que hizo un marcado esfuerzo en cuanto a cortesía, pero que en términos de efectividad quedó rayano en la torpeza y una comida que no vale lo que cuesta, mi calificación del restaurante Giuseppe Verdi no puede subir de dos lenguas :P :P

No hay comentarios:

Publicar un comentario