Ubicado en Km. 14.5 Carretera a El Salvador, finca Villa Herminia, callejón llanos de lechuga, esquina residenciales Alta Loma, teléfono 57091441.
Cuando el término "comida casera" se aplica en el buen sentido, es ineludible asociarlo con la calidez, la sencillez y autoridad que se encuentran en La Cucina. En medio de los residenciales y bosquecillos de Muxbal, se encuentra este tesoro escondido de la comunidad italiana.
Un lugar difícil de encontrar. Lo mejor es ir con alguien que conozca, mejor si es un italiano. No es un lugar comercial ni mucho menos. Un encantador local con tres espacios de parqueo y un gran mural con motivos boloñeses son suficientes para recibir a los comensales que buscan el auténtico sabor del norte de Italia.
Los platillos que yo probé fueron: un plato di fromaggi misti, una piadina, melanzane alla parmigiana, gramigna con salsiccia y ensalada capresse. De postre, un tiramisú.
El queso dominante en el plato di fromaggi, la melanzane y la capresse fue, por su puesto, el mozzarella. Un queso destacado, fresco, versátil. Con un poco de aceite de oliva y pimienta recién molida, resulta en un bocado maravilloso. La piadina era una especie de tortilla de harina tostada, muy aromática, excelente para acompañar los quesos.
La melanzane, berenjena, estaba espectacular. Un punto de cocimiento perfecto, una consistencia insuperable y un feliz casamiento con queso. Un plato extraordinariamente bien logrado, sin excesos ni pretensiones, fruto simplemente de la generosidad y honestidad de una buena cocina.
La gramigna era una pasta con forma de bastón que no había visto antes y estaba servida con salchicha artesanal nada mantecosa y de impresionante carácter. Este plato me mostró cándidamente la importancia de ponerle pimienta recién molida a la pasta junto antes de servirla. Los platos de pasta no son particularmente abundantes: si va a pedir unos tortellini, prepárese para una comida breve. Si quiere algo un tanto más convincente a la vista, el tortelloni le vendrá mejor. Tienen un horno de ladrillo, que estaba apagado el día de mi visita, pero considero que en él se han de preparar pizzas muy convincentes.
También probé el ossobucco. Muy bien aromatizado con limón y aderezado con zanahora recién rayada y salsa de tomate.
El tiramisú que tuve de postre fue el mejor que he probado. La crema batida era firme, muy cremosa, al punto que se sentía arenosa, dando una textura adicional al multifacético tiramisú.
Por ser una excelente muestra de los alcances de la comida casera y auténtica, la Cucina di Borgorotondo se merece cuatro lenguas :P :P :P :P
Que interesante forma de presentar una critica, te felicito, comelon empedernido. La verdad es que encuentro interesante la narrativa de tus experiencias en estos lugares donde varios de nuestros sentidos se pueden dar "gusto". Me llama la atencion tambien tu conocimiento del tema y te comento que estaremos pendientes para luego hacer alguna visita a estos lugares, pues a veces uno quiere cambiar de aires para el paladar y no sabe a donde ir a dar. Asi que estaremos pendientes... Te saluda Rudy Gallardo
ResponderEliminarEl excelente comentario hace querer ir a probarlo. Ojalá tuvieran página en internet con mapa para llegar!
ResponderEliminarMuchas gracias por sus comentarios. Espero mantener reseñas frescas para su referencia.
ResponderEliminarno podemos esperar a ir!
ResponderEliminarlo visite el sabado y en verdad una delicia. Buena opcion
ResponderEliminarFelicitaciones
Hola, Dulce, gracias por el comentario, a ver si nos cuentas qué te gustó más...
ResponderEliminarFelicidades por la reseña tan precisa y especial de la comida de este estupendo lugar. Sólo me voy a permitir, describir mi experiencia desde otro punto de vista..... ¡¡LA AMBIENTACIÓN!!
ResponderEliminarEs un lugar especial para disfrutar, con personas especiales, momentos que se graban inevitablemente en el corazón. Donde lo sencillo brilla más que la elegancia y lo acogedor, relaja la mente y el corazón.
La música ambiental y la buena conversación, se conjugan armónicamente para despertar todos los sentidos y permiten acariciar la delicada felicidad.
La suave brisa y el reflejo de la luz del día que entraban por una pequeña y linda ventana, nos acompañaron durante nuestra estadía, exaltando los ojos de mi acompañante, recordándome que los ojos son la ventana del alma.
Vista de árboles y casas cercanas, clima fresco y aromas diferentes, así como sus espacios reducidos, transportan el momento a un lugar lejano, rara vez conocido por los humanos.
Es un lugar donde una sencilla y pequeña mesa, tiene la capacidad de (re)unir a sus comensales a disfrutar no sólo una estupenda comida, sino la verdadera compañía.
Fue tal el mágico efecto, que no sé cuando regresaré, porque son pocos los momentos que merecen disfrutar de este pequeño paraíso.