domingo, 26 de febrero de 2012

ya, meses...!



Llevo ya varios meses fuera de Guatemala por cuestiones de trabajo, y hoy que el domingo me pilla en el Restaurante Ivoire, frente al parque Lincoln en la Ciudad de México, ¡por fin me he dado un respiro para regresar a las andadas de bloguear!

Un omelette de huitlacoche y flor de calabaza, coronado un una hoja de nopal asada y ahogado en salsa verde, me da los buenos días en esta faraónica ciudad. El omelette, con más cebolla que hongos o flores, preso de la salsa comprensiblemente agria, estaba acompañado de unos frijoles "molidos", como les llaman aquí, y sosos.

La atmósfera de Ivoire es exquisita, sin embargo. Con una decoración que recuerda al sur de Francia y una encantadora vista a la fuente del parque, donde chuchos finos llegan a remojarse a la vista de sus orgullosos dueños.

Lo mejor que me tocó probar esta mañana fue el pan. Ah, y el café. Al tomar mi puesto, el mesero me presentó una canastona con panes dulces, de los que escogí un chocolatín, rollito hojaldrado relleno de chispas de un soberbio chocolate.

Complementé el desayuno con una mimosa, no tan buena como el jugo de toronja que pedí al final, perfumado y ligero.

Me decía un amigo de la Embajada de Guatemala en esta ciudad: "en México, a usted lo que no le pica, lo mata". Vamos a ver si me mata de veras...

Mientras decido si me embarco o no en escribir sobre mis experiencias gastronómicas en México, y termino de escuchar "What a Wonderful World" en versión de Rod Stewart, no puedo resistirme a la costumbre de calificar, en esta ocasión a Ivoire, ¡con tres lenguas! :P :P :P

Restaurante Ivoire
Emilio Castelar No. 95
Delegación Miguel Hidalgo
México DF

Y Los Comentarios

En esta Edad de la Información, no hay nada más valioso que el tiempo que lectores y lectoras reservan para echar un vistazo a este blog, y para dejar sus comentarios, a pesar de que ya no puedo darle el mismo mantenimiento de hace un par de años. Como siempre, ¡mi inmensa gratitud!

En un esfuerzo, a todas luces insuficientes, para reaccionar a sus amables mensajes, permítanme compartir las siguientes reacciones:

¿No creen ustedes que los dueños de restaurantes deberían ser los que más provecho sacan de que sus clientes se expresen, positiva o negativamente, de sus servicios? ¡El comerciante que sabe qué le gusta -y qué no- a sus clientes es el más próspero!

Por eso me sorprende que haya quienes reaccionen tan hepáticamente a las críticas. En la época de los blogs, twitter y facebook, toda la información es valiosa.

Efectivamente, yo publiqué mis reseñas alguna vez en la Prensa Libre, excelente espacio, que lamentablemente no pude continuar...¡aunque no es que me hayan pedido que me quedara, tampoco!

Cuando sea grande, espero poder hacer de los blogs y redes sociales, una fuente de ingresos decente. ¿Será esto posible?

Ahora que reviso sus amables comentarios después de tanto tiempo, veo que hay cordiales ofertas y sugerencias de visitar restaurantes y escribir sobre ellos. Mi ausencia del país me lo impide por el momento. Pero, ¿será que esperan que les haga buena publicidad? Si es ese el caso, ¿Vender mi opinión a quien quiera comprarla por dinero es una buena idea? Y si es así, ¿cuánto dinero valdrá mi vendida opinión?