domingo, 3 de octubre de 2010

Restaurante La Pista

Ubicado en el cruce a Muxbal, antigua carretera a El Salvador. Teléfono 66420127.

En algún momento de mi juventud me agarró por visitar constantemente la Chasa Tao en la 6 avenida de la zona 10. Por supuesto, había un grupo de gente, tal vez todavía la hay, que se hacía presente siempre. Recuerdo un personaje en particular que todas las noches cantaba la misma canción: "Es por ti" de Cómplices. Y esto viene al cuento por que la Pista, a pesar de un nombre poco evocador, produjo en mí un efecto emocional; un retornar a mis veintes, rodeado de troncos de árbol, luces tenues, y atmósfera con vocación bohemia.

Claro, todo eso está en mi cabeza. En la realidad, la Pista sí tiene un local rústico, con el encantadoramente frío aire de las montañas, que en estos tiempos se derrumban un día sí y un día no. Y la concurrencia juvenil imprime optimismo y camaradería al ambiente, pero es menos bohemio que la Chasa, es decir, bastante más convencional. Lo que pude percibir desde mi llegada fue la diligencia de los meseros en dar un servicio eficiente y puntual, que valga decir, se fue diluyendo conforme fueron llegando más comensales.

El menú me pareció una interesante propuesta de influencias orientales, a las que sucumbí ordenando de entrada un tartare de atún. Me causó una muy buena impresión. Con una salsa oscura netamente oriental, picadillo de cebollines, algo de jengibre si no recuerdo mal, y un atún que se sentía fresco y firme. Me dejó con muchas expectativas sobre mi plato fuerte.

Mi plato fuerte fue un filete de robalo a la plancha en salsa de coco con arroz basmati. Cuando llegó mi plato tuve la sensación de haberme equivocado de elección. Pregunté al mesero: "no pensé que el arroz iba a estar frito" "la verdad, lo debieron haberlo hecho al vapor", me contestó. Adicionalmente, el pescado tenía una evidente costra de harina, que en el proceso de freírlo se endureció creando una consistencia poco atractiva. La salsa era aromática e interesante, pero no lo suficiente para darle realce a los demás elementos del platillo. Tal vez el tartare me indujo a tener expectativas demasiado altas.

De postre pedí un mousse de toblerone. Y aquí creo que el que me falló fue mi espíritu. Con un aspecto sólido, obscuro y frío, esperaba que el chocolate me provocara la sensación de bienestar, efecto característico de la serotonina. Pero no sucedió así. El postre estaba agradable y convincente, pero yo me sentía como el adicto que ya no encuentra satisfacción en la dosis convencional de su droga, y ya no siente el mismo efecto. O como Bart, cuando vende su alma a Milhouse, y pierde la capacidad de disfrutar de sus travesuras.

Me dijeron que los jueves hay música en vivo: canto y acordeón, me parece. "Se llena" me dijeron, "si viene sería bueno que hiciera reservación". Y ciertamente tengo intención de regresar, más ahora, que los vientos se están poniendo más fríos, pretexto perfecto para acercarse al fogarón del jardín de La Pista. Calificación, tres lenguas y media :P :P :P :p