lunes, 15 de marzo de 2010

Restaurante Passerelle

Ubicado en la 12 calle 5-53 zona 10, teléfonos 23326607, 23606446 al 56

Entré al restaurante Passarelle atravesando el umbral que plantea una simbiosis de comercio y gastronomía, que se resuelve al final del pasillo en un jardín y dos ambientes más donde se encuentra el restaurante propiamente dicho. Todo ello dentro de un excelentemente remozado chaletón, típico de la zona 10.

Al sentarme a la mesa me llevaron una hoja de papel periódico, a manera de la primera página de Le Monde diplomatique, con noticias y todo, que al ser abierto presenta un menú de los más estimulantes y refinados platillos que he visto en muchos tiempo. El menú está en francés y en español, y sólo leerlo es un deleite.

Inicié mi almuerzo con una crème brûllé de hígado de pollo. La combinación de texturas y sabores de este plato resultó maravillosa. Las sutiles hierbas combinadas con el hígado, bajo la costra de azúcar caramelizada, no evitaban el resabio que me hacía imaginar a un chucho después de un chaparrón, pero que lo considero parte del carácter fuerte de esta atrevida composición.

Para seguir con el tema del hígado, ordené como plato fuerte un Beef Wellington con duxelles y salsa de la referida víscera. Advertido del tiempo que tardaría la preparación de esta receta, eché un vistazo a las fotografías y al curioso pozo que está en el jardín.

Cuando me llevaron el Beef Wellington y puse frente a mí esa soberbia empanada gigante, recordé una vez más por qué el oficio del crítico es tan solitario. Como un arqueólogo que se acaba de encontrar un un raro artefacto, empecé a cortar la empanada desde un extremo, y ésta fue revelando su fascinante relleno, que examiné abstraído de todo lo que me rodeaba. Unos cubitos de lomito término medio, jugoso y aromático, se desprendían con apenas una muestra del picadillo de hongos y ajo que componen la duxelles, que por momentos hacía pensar que el ajo estaba en la mantequilla de la empanada.

Dos impresionantes espárragos al vapor acompañaban dicha empanada, junto con una salsa morena, recia y sin modestia. En un platillo con forma caprichosa me llevaron la guarnición consistente en pequeños ejotes atados con nori, dos tomates cherri y medio tomate manzano horneado, complementado con un picadillo de cebolla.

Continuando con mi excavación gastronómica, hallé el medallón de lomito y el resto de duxelles como reliquias alrededor del sarcófago de un faraón. Mientras contemplaba mi descubrimiento, veía como hacia otras mesas, los meseros llevaban platos de formas curiosas, con comida de presentación original y estimulante.

De postre había ordenado desde un principio un volcán de chocolate, que toma su tiempo en estar listo. Y a pesar de que lo pedí con tanta anticipación, todavía tardaron un tanto en llevármelo. Al llegar por fin el volcán, pensé que no había mejor manera de dar un punto final a la comida del día. Acompañado de un café, sin azúcar, continué mi trabajo de arqueólogo, o en este caso, de geólogo, apreciando la seductora combinación de lo que parecía ser chocolate amargo con un toquecito de chocolate con leche, que vertía fundido a un costado del panecillo cónico también de chocolate, que estaba coronado con un cráter saturado de salsa de fresas.

Por una experiencia brutal, a Passerelle le perdono hasta la larga espera por la factura detallada, a la que parece no están acostumbrados, y le otorgo la máxima calificación de cinco lenguas :P :P :P :P :P

domingo, 7 de marzo de 2010

Reseña combinada

¡Qué semana! A penas me ha dado tiempo de contestar los amables comentarios de mis lectores, pero afortunadamente pude visitar varios restaurantes aunque fuera por cuestiones de negocios y no de placer.

Todo fue tan repetitivo y a la carrera, sin embargo, que me sería imposible inspirarme para escribir una reseña individual para cada uno de ellos.

En Sushi Itto de plaza Fontabella me comí un curry de mariscos. Ahora le ponen salmón en lugar de robalo, pero como el salmón se deshace, no queda con una presentación muy llamativa que digamos. La atención no está a la altura de otros locales de la franquicia (tuve que preguntar si todavía daban toallas húmedas) y me tocó la mala suerte de estar en un rincón muy ruidoso para mi gusto. Hay suficientes restaurantes japoneses en los alrededores como para preferir este Sushi Itto en particular.

En Delicatessen la Estancia de la zona 14 ordené un bife de chorizo término medio. Recio y robusto pedazo de carne guarnecido con espinacas al bechamel y una ensalada que pedí en lugar de papa al horno. Estaba muy bueno pero con precio abultado a mi criterio. El lugar estaba bastante lleno, y el servicio sufrió consecuentemente. Lo que más disfruté fue que frente al parqueo del restaurante, justo cuando me disponía a salir, pasó la caravana de la Sra. Clinton, lo que me tuvo esperando un buen rato viendo con jocosidad tanta alharaca y carrerío. Pasaban motos de Emetra, patrullas de la PNC, suburban blancas, van blancas con letreros improvisados como "prensa", una ambulancia...total, parecía aquélla película de "Dónde está el Piloto", cuando los vehículos de emergencia se preparan para recibir el aterrizaje forzado. En el caso de la Sra. Clinton sólo faltó el camión de mixto listo y el tráiler de Budweiser!

Para terminar mi semana, fui a cenar al nuevo Tapas y Cañas que abrieron en el Bulevar de Vista Hermosa, en un complejo comercial de restaurantes donde está Burger King, Skillets, Tapas y Cañas y Pans, un lugar de sandwiches europeos. Hace 30 años en ese mismo lugar había una biblioteca pública que desmantelaron para poner un pollo campero. Después lo demolieron todo para hacer esta construcción.

En ese Tapas y Cañas probé un Lomito Bilbao, un Pulpo a la Gallega y un par de postres. El lomito estaba pasado de cocimiento, sobre una salsa blanca pasada de sal y unos hongos ostra que eran lo único rescatable. El pulpo estaba tan poco inspirado como el que critiqué en mi reseña del 14 de junio sobre la sucursal de Tapas y Cañas que está en la zona 10, me culpo a mí mismo por haber cometido el error de haberlo vuelto a pedir, pero para ser franco, ya se me había olvidado totalmente lo pobre que era.

Al rescate vinieron el postre frío de Alicante y la pera al vino. Nada como un postre hecho con esmero para subir el ánimo y los triglicéridos. Ah, la sangría también estuvo muy interesante, con un infantil picadillo de frutas en el fondo.

Lo que sí me irritó mucho de esta sucursal de Tapas y Cañas es el circuito de televisores de plasma con programación de música dance con un volumen nada sutil, como para calentar motores antes de ir a un rave.

¿Será que le puedo dar lenguas a cada uno por separado? Qué pereza, mejor los meto a todos en un saco con dos lenguas y media :P :P :p