domingo, 31 de julio de 2011

Visitas y comentarios

Hola, muchas gracias por seguir visitando este blog y comentando las reseñas a pesar de esta larga ausencia. El tiempo de todos ustedes es muy valioso, ustedes lo saben mejor que nadie, y que se tomen unos minutos para leerme, aconsejarme, felicitarme, o vituperarme, es un honor.

De mi ausencia, lo que les puedo decir es que felicito a quien prepara la salsa morena en el hospital El Pilar, sorprendentemente convincente, mejor que la que me han servido en muchos restaurantes...

Un incremento en actividades y ocupaciones, me ha dejado tan poco tiempo para explorar restaurantes y escribir, que finalmente empiezo a entender el valor del twitter! Por lo que consideraré abrir mi cuenta, si consigo un plan de datos a buen precio, para twittear cada observación culinaria en tiempo real.

Mientras le regateo a mi proveedor de señal de celular, trataré de seguir con el blog, en deuda con mis seguidores, y decenas de miles de visitantes, ¡buen provecho!

Restaurante Casa Carmela



Ubicado en la 10 calle 2-68 zona 10. Teléfono 24643500

En las antiguas instalaciones de lo que alguna vez fue el colegio Julio Verne, en la zona 10, hicieron una impresionante remodelación en una casona de aire señorial, que despierta la curiosidad por su distintivo estilo arquitectónico y accesible ubicación.

Lo bautizaron con un nombre más bien criollo, “Casa Carmela” y le dotaron, intencionalmente o no, de una atmósfera que encontré guapachosa y desenfadada, en gran contraste con la solemne fachada.

La iluminación natural del lugar, la clientela bulliciosa, y la apresurada atención de los meseros, no me indujeron a tomarme muy en serio el menú, en el cuál noté una familiaridad sorprendente: quesos fundidos, puyazo, lomito, entraña, ceviches... casi en broma le digo al mesero: “y yo que venía a probar los chiles en nogada...!” que no encontré, claro está, al igual que la cocina mexicana celosa y chauvinista que me esperaba.

Inicié mi comida con un plato de pulpo a la criolla, de chispeante gusto ácido con aroma de pimientos, acompañado de papas, sobre una hoja de plátano, que compartimos con mis hermanos comensales, ayudados de tortillas calientes y salsas variadas, dentro de las cuales destacaba una punzante salsa de chipotle.

Cediendo al clima despreocupado, mas no desatendido, de Casa Carmela, me consentí con una (tras otra) margarita frozen de tamarindo, excelentemente balanceadas, que me cayeron muy bien a la conciencia, por ser el tamarindo una planta medicinal...dicen que es bueno contra la ictericia y la lepra...

Mi plato fuerte fue un mole verde de pepita con cerdo, guarnecido con arroz. Más abundante de lo que me esperaba, el platillo consistía en tres, nada despreciables, trozos de carne, recubiertos por una salsa con aromas de semillas ahumadas y cilantro, decorado con pepitas de calabaza. Al cortar la primera pieza, noté que la carne estaba seca y recocida, y la salsa era pastosa y poco fluida. Definitivamente no me pareció el resultado de una cocina cuidadosa y delicada.



Casa Carmela no es el templo de la comida mexicana que me había figurado, pero sus precios no son astronómicos, su atmósfera es amigable y alegre, y estoy persuadido de que, explorando más cuidadosamente el menú, me encontraré sorpresas más agradables que el poco lucido mole verde, al cual atribuyo las tres lenguas, que le doy en esta ocasión.

Restaurante El Sereno

Ubicado en la 4a avenida norte No. 16, La Antigua Guatemala. Teléfono 78320501 y 42622365

Entrar el Sereno me recordó un poco las casas en forma de 7 de los barrios centrales de la ciudad de Guatemala, donde un patio central, que en La Antigua se transforman en soberbios jardines, sirve de punto focal para una serie de salones y cuartitos que, adaptados con ingenio, se convierten en ambientes con atmósferas propias, que en el caso de El Sereno incluyen un salón para un grupo numeroso, y lo más fascinante, una cuevita forrada de piedra, usada en algún momento como cava, que se transforma en un rincón acogedoramente romántico para la pareja que quiera reservarla.

Después de confirmar que también tuvieran servicio en la terraza que está en el lado poniente, subí las gradas, añosas y ataviadas de plantas y hasta un estanque de peces dorados, hasta llegar a donde están las mesas, unas bajo una pérgola de tumbergias (digo yo, no me tomen la palabra), rodeado un bar un poco más rústico que el resto del local.

Me senté bajo la pérgola, de donde de vez en cuando caía alguna hormiguita, parte del encanto, supongo de estar entre tanta vegetación, cuando me llevaron la carta. De las interesantes entradas, me decidí por una sopa vichyssoise. Fría, cremosa y refrescante, la vichyssoise me resultó muy estimulante para el paladar, con notas de puerros y papa.

Como plato fuerte, una pierna de cordero con menta llamó inmediatamente mi atención. El cordero es una de mis carnes favoritas, por su fuerte aroma y compleja consistencia, pero no siempre me ha dejado feliz cuando lo he pedido en distintos restaurantes.

En algunos lugares, las chuletas de cordero no se sienten frescas. Y también recuerdo un restaurante, que ya no existe, por cierto, donde ofrecían pierna de cordero, pero la servían en hilachas, lo que me dejó negativamente sorprendido cuando me llevaron mi plato. En pocas oportunidades he podido satisfacer mi deseo de comer cordero cavernariamente: enfrentándome a una carne resistente, aromática, y desprenderla del hueso a la que está atada.

Una sorpresa similar me llevé en El Sereno, pues el cordero venía en medallones de carne prensada, con la menta en su interior, lo que rompió con mi ilusión de deleitarme con una pieza de mayor integridad. Y si eso no fuera decepción suficiente, estaba cubierta con una salsa morena de muy pocos méritos, sin complejidad ni dedicación. Todo esto acompañado con arroz y vegetales salteados, las guarniciones menos imaginativas posibles.

También probé unas chuletas de cerdo, que tenían una salsa mucho más interesante, y una sopa de tortilla, de convincente aroma, opciones que parecieron bastante mejores de las que yo escogí, aunque siempre acompañadas de vegetales salteados y arroz.

El Sereno me sedujo más por su local, que por la comida que ordené, lo que en mi opinión es para darle tres lenguas :P :P :P

Restaurante Khawp Khun Kha

Ubicado en la 13 calle, 7-19 zona 10, local 1, Centro Comercial Tifany

Un viernes a medio día, después de que en la oficina me dijeran “vos, qué bueno está el restaurantito tailandés de plaza Tifany, ¿ya fuiste?” me asomé solitario, al aún más solitario local, pulcramente blanco, donde se encuentra Khawp Khun Kha. Me sentí extrañamente observado, al ser el único comensal en el lugar, donde me recibieron un mesero y un bar tender, sorprendentemente parecidos, sin que sean gemelos, ni tan siquiera hermanos, averigüé después.

Ya sin poder echarme atrás, me senté a la mesa a examinar el menú. Los especiales del mes incluían una ensalada de mango con atún que fue mi selección a manera de entrada. De varios y bellísimos colores, como el pimpollo del poema, la ensaladilla era vistosa y provocadora, pero me pareció que el mango resultaba muy avasallador contra el sutil aroma del atún.

Mi plato fuerte consistió en un curry rojo de cordero. Acompañado de arroz con aroma de jazmín. El curry era sustancioso, aromático, un verdadero tributo al cordero ahogado en él, pero extremadamente especiado, de tal manera que no podía comerme más de dos cucharadas seguidas. Y ahí empezó mi sufrimiento: me empezó a subir la temperatura, y comencé a sudar, como en un sauna.

Le pedí al mesero que me sirviera pepino picado, para aliviar el efecto del curry. Y me lo llevó con un poco de ajonjolí negro, y ¡jugo de limón! que sólo vino a hacerme sufrir más el acalorado picor del curry. Mejor pido que me lo envuelvan para llevar, pensé, y en mi casa me lo como con yogurt.

Con diligencia prepararon mi platillo para llevar, en unos recipientes plásticos de lo más útiles y resistentes, que estoy seguro me durarán muchos meses, si no es que años. Ya en mi casa, pasé comiendo curry rojo ¡por cuatro días! Por cierto, si alguien me dijera que el curry rojo es afrodisíaco, se lo creo sin dudar...

Exótico y minimalista, Khawp Khun Kha tiene una propuesta interesante, que bien vale la pena visitar. A mí me inspira tres lenguas y media :P :P :P :p