sábado, 17 de octubre de 2009

Restaurante Ambia

Ubicado en la 10av. 5-49 zona 14

Hace algunos años había visitado este lugar y me comí un cuestionable phad thai. No me interesó regresar, hasta que ví que habían remodelado el lugar creando un bistro de comida francesa junto al restaurante de comida internacional.

El ambiente es muy elegante, decorado con un gusto moderno pero sin dejar de ser serio. Me decidí por comer en el bistro, cuya selección de platillos no es muy amplia. Filetes de pescado o filetes de res en presentaciones con salsas cremosas parecía ser lo central del menú.

De entrada pedí un queso brie envuelto en una escamosa pasta de hojaldre, relleno de tomates secos, nueces y otras delicias. El cilindro lácteo reposaba en un plato blanco con dos manchas de salsa, una como de moras o saúco y otra interesantísima de guayaba. La mancha de la salsa de guayaba era algo así como la mancha naranja del logotipo del canal infantil Nickelodeon.

El platillo estuvo bastante convincente, con texturas interesantes, aunque me esperaba que el queso hubiera sido más aromático y que la salsa de guayaba hubiera sido más abundante. Lamentablemente la iluminación del lugar es tan discreta que casi no pude apreciar el colorido del relleno. Creo que es mejor ir de día.

Desde esta muy agradable entrada, mi velada se fue deteriorando. De plato fuerte pedí un Entrecote Café de París, que según el menú estaba acompañada por un sufflé de espinacas. La primera decepción fue que el mesero me indicó que no había tal sufflé, por lo que debía escoger entre papas ralladas y vegetales. Pedí los vegetales.

Bien pude haber hecho una siesta mientras me traían mi orden. Esperé como media hora y por fin llegó mi plato. Era un corte alargado de carne asada con un acompañamiento de ejote, zucchini, papas y zanahoria. Se supone que "Café de París" es una salsa compleja a base de mantequilla, pero este plato no tenía nada de salsa. Cuando corté la carne resultó estar recocida. Sin más, llamé al mesero para que se la llevara, una decepción total.

El capitán muy cortésmente me ofreció otro plato. Pedí un steak tartare ¡a prueba de recocimiento! Me llevaron unos diez minutos después, el picadillo de carne cruda con alcaparras, aceites y otros ingredientes atractivos, incluyendo un huevo crudo. De tono agresivo y desafiante, pimentoso y ácido, con texturas variadas y provocadoras, el steak me dejó una muy buena impresión.

De postre pedí una crème brûlée de pistacho. Bien me hubieran podido decir que era "chánclèta de gûisquìl con caramelo", que igual se los hubiera creído. Realmente he probado chancletas bastante más interesantes que esta crème brûlée.

Cuando me llevaron la cuenta, protesté por que me habían cargado por equivocación un cocktail de vodka de como Q45. Lo corrigieron y en la nueva cuenta, como es normal, escribí mi nombre y NIT para la factura, la que me llevaron luego sin nombre y sin NIT...además había una promoción de L'Occitane, y me esperaba que me trajeran mi vale de L'Occitane junto con mi factura, pero tampoco lo hicieron. Entonces, como niño reclamando el premio de su tapita contramarcada, demandé mi vale, el que me llevaron sin demora.

El queso brie y el seak tartare fueron platos que disfruté. La fracasada entrecote y el postre no fueron convincentes. El servicio lo sentí errático y a destiempo, aunque cortés. En balance, no le daré a Ambia una calificación mayor a dos lenguas y media :P :P :p

miércoles, 14 de octubre de 2009

Desayuno en La Perla

Ubicado en el centro comercial Plaza Tiffany en la 13 calle "A" 7-19 zona 10, teléfono 23661544.

Los sábados La Perla sirve un "breakfast in Tyffany's" que consiste en que por Q100 uno puede escoger tres platos de una selección tipo "brunch". Yo probé 9 platos. Vamos a ver si los recuerdo todos...un lomito en salsa de chipotle, un seviche de camarón, tostadas a la francesa, huevos escalfados, crepe de pollo, panqueques, un omelette con queso ricotta...¡hasta allí llega mi memoria! ¿me habré comido también un salmón con alcachofas??

Fue una experiencia muy satisfactoria, bastante más elegante e interesante que las batallas campales de los buffés de brunch de otros lugares. Más cara también.

Los huevos escalfados y la crepe de pollo descansaban sobre salsas blancas muy sabrosas, aromáticas y no muy pesadas.

Las tostadas a la francesa y los panqueques son acompañados por una especie de chutney o picadillo de piña con canela y clavo, un acompañamiento perfecto, junto con la miel de abeja y miel sintética (de maple que le llaman...)

El seviche era fresco y con un toque cítrico interesante. El lomito estuvo bastante provocador en la salsa picante, algo un poco estridente para un brunch, pero muy bueno.

Quedé más satisfecho que en mi visita anterior, por lo que le doy al bruch de La Perla una calificación de cuatro lenguas y media :P :P :P :P :p

Restaurante Dim Sum Tea House

Ubicado en la Plaza Futeca, zona 14, local 24, teléfono 23667909

Hace mucho que necesitábamos en Guatemala un lugar donde sirvieran Dim Sum (Yam Cha) de manera permanente. Dim Sum Tea House ha venido a llenar este vacío, así no hay que esperar los domingos para comer los interesantes bocadillos del sur de la China.

El local está más inspirado en un estilo japonés que en uno cantonés, con curiosas bancas y mesas de madera rústica, todas con un reverbero al centro, y tiene una cocina abierta donde se puede ver parcialmente la preparación de los bocadillos. Esta decoración sugiere fuertemente que se quiere hacer del Dim Sum una competencia seria contra los bares de sushi.

Mi selección de bocadillos consistió en un pau de carne de cerdo; unas costillas en salsa de frijol de soya (pai quat); unas bolas de arroz y carne de cerdo (pearl balls); siu mai de cerdo; empanadas de camarón (gyosas); li chi de camarón; chiles rellenos de pescado (yeon lat cin); enrollados de lechuga; y enrollados vietnamitas.

Debo decir que me esperaba una selección más abundante y más "artesanal", si es que el término es admisible, de bocadillos, pero aún así, el dim sum es una alternativa excelente frente al shushi.

Lo más destacado de la comida fue el pai quat. Costilla de cerdo en trocitos, cocinada en una vigorosa salsa de frijol de soya negro. Muy sabrosas y convincentes. Junto con el pai quat, el li chi de camarón sobresalía entre los demás platillos. Consiste en camarones insertados en frutas li chi, sobre una salsa agridulce que recuerda una mermelada de frambuesa. Muy impresionante. El menú decía que se había ganado un premio.

Las empanadas de camarón tenían una corteza un poco dura y aguda para mi gusto, pero el relleno estaba bien. Las bolitas de arroz y carne de cerdo eran pegajosas e inestables (¡sos isótopo!) y no tenían un gusto particularmente bueno. Los enrollados estuvieron entretenidos de comer. Los de lechuga más interesantes que los vietnamitas, con un relleno provocador que uno mismo envuelve en hojas de lechuga.

Mi bebida fue una sangría, bastante aceptable. El servicio fue puntual y efectivo. Una experiencia positiva. Dim Sum Tea House ofrece una curiosa y atractiva alternativa al sushi, con porciones breves, diversas y, diría yo, saludables. Calificación, tres lenguas y media :P :P :P :p

domingo, 4 de octubre de 2009

Comparaciones odiosas

Me parece que las comparaciones son de mal gusto y desmerecen los logros de cada objeto o persona que está siendo comparada.  Por eso en mis diversas reseñas, me he ocupado exclusivamente del lugar que estoy criticando, sin compararlo expresamente con otro.  

Hoy, sin embargo, por alguna razón esto del mal gusto me vale wango, y me siento de un súper ánimo para hacer comparaciones, así que aquí va mi opinión de diez platillos o bebidas, sobre la base de mi propia experiencia:

1.  Tostadas a la francesa.  Las mejores: Café de Saúl, ricamente compuestas y esponjosas.  Las peores: Skillets, enigmáticamente secas, sosas y duras.  Las más elegantes: La Perla, donde se pueden comer los sábados por la mañana, muy elaboradas y con un pan maravilloso.  

2.  Tacos de banano. Los mejores: Bing Bing, con un relleno dulce e intenso.  Los peores: el Chinito Veloz, tan malos que creo que ya los quitaron del menú.  Los más elegantes: Dim Sum Tea House, demasiado breves, pero presentados con excelente buen gusto, con una bola de helado de vainilla depositado en una estrella de tela de wantan dorado.  

3.  Ossobucco.  El mejor: Alfredo di Roma, con una salsa provocadora a la vez que noble.  El menos bueno, no puedo decir en ningún momento que el peor: La Cucina di Borgorotondo, creo que se pasa de artesanal y queda en desventaja ante los demás.  El más elegante: Peccorino, con una presentación regiamente montaraz y abundante, como para el diente de Olafo.

4.  Mousse de Chocolate. El mejor: Peccorino, hecho con amaretto, con una consistencia increíble.  El menos bueno: Jean Francois, de presentación descuidada.  

5.  Peras al vino. Las mejores: Clio's.  Una pera rellena de queso mascarpone, aromática y seductora.  La peor: Café de la Paix, no podía creer que le llamaran "pera al vino" a lo que me estaba comiendo.  La más curiosa: Tasca el Rocío, donde las sirven frías, como duraznos en miel. 

6.  Sangría.  La mejor: Tasca el Rocío, una verdadera bomba, pero intrigante y compleja.  La peor: Pla, me pareció más bien una granizada.  

7.  Paté.   El mejor: Chez Fabrice, el terrine de venado es un tesoro gastronómico en todo el sentido de la palabra.  El menos bueno: Clio's, menos complejo que otros.  El más curioso: Casa Yurrita, con fuerte aroma a perejil.

8.  Pato.  El mejor: Lai Lai, con la genial simpleza de la tradición cantonesa.  El menos bueno: Bing Bing, poco impresionante.  El más curioso: Casa Yurrita, sobre una sobresaliente salsa de rosa de jamaica.

9.  Carpaccio.  El mejor: Peccorino, con una carne de calidad que salta a la vista.  El menos bueno: la Fattoria, aceitoso y hecho de carne curtida.  El más curioso: Tuá, hecho con algo de jugo de naranja, y sin más ingredientes que queso.  

10.  Bocadillo de cortesía.  El mejor: Chez Fabrice, un paté con hierbas, magníficamente aromático.  El menos bueno: Tamarindo's, una pasta de fresas que me recordó que ya me tocaba ir donde el dentista.  El más curioso: El Faro, un fumé de mariscos que lo hace sentir a uno verdaderamente bienvenido.

Restaurante Café de la Paix

Ubicado en el Hotel Intercontinental, 14 calle y 2da avenida zona 10.

Con la típica elegancia de los hoteles lujosos, el Café de la Paix recibe el comensal con dos protagonistas en su carta: un bufé y un menú del día.  El menú, en su versión completa tipo degustación, es un poco más caro que el bufé.  El día de mi visita me decidí por el bufé, de inspiración italiana.  

Debí haber pedido el menú.  Lo destacado del bufé fue un paté con cognac.  Sabroso, intenso y refrescante al mismo tiempo.  El resto del bufé, no me causó mayor impresión.

Me serví unos gnocci con salsa de albahaca, aromáticos y suaves aunque un tanto aceitosos; unas papas con azafrán aceptables; y de ahí en adelante, la base de la comida era grasa, mucha grasa.  Había un pescado con tocino, un risotto de mariscos y unos tomates horneados, todo con más aceite de lo que me hubiera esperado.  Incluso el risotto estaba demasiado cremoso para mi gusto.  También comí pierna de cordero, que estaba bastante mejor que otras opciones.

De los postres no encontré nada cautivante tampoco.  Y entre las ensaladas, me serví una caesar que tenía una argolla de pan que cuando la quise partir, salió volando.  

A la próxima, creo que me decidiré por el menú del día.  Calificación, tres lenguas :P :P :P 

Soberana engullida

¿Qué se puede pensar de un restaurante que sólo abre durante el sábado, el domingo y los asuetos importantes? Puede ser que vendan tanto durante esos días, que sea innecesario abrir el resto de la semana.  O puede ser que los ingredientes se escogen con tanto esmero, y las recetas sean tan amorosamente aplicadas, que no se pueden hacer todos los días.  Algo como esto sucede en el "Mini Comedor" (nombre oficial y completo), ubicado en la 7 calle, 5-81 de Amatitlán.

Es una casa de estas con patio interior, donde hay una pintoresca fuente de piedra coronada por una muy notoria imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa.  

El 15 de Septiembre, el asueto de mayor importancia, pude visitar este lugar y darme una comida a la altura de la celebración de la independencia.  Esta es la lista de los platillos que probé:

Gallo en chicha Tiras en salsa verde Salpicón Pacayas envueltas

Lengua envuelta Frijoles volteados Hilachas Mojarra frita

Tortilla con pierna Carne adobada Molletes Mazapán

Esta soberana comida, la acompañé con un buen fresco de súchiles.   Pero no crean que yo sólo me comí todo esto.  Éramos cuatro comensales a la mesa, y comiendo todo esto, junto con bebidas ¡pagamos un total de Q315!

Para quien no desee quedarse en el local, hay un amplio mostrador que da a la calle, donde se despacha la comida para llevar.  Como la demanda es tanta, quienes llegan temprano son los únicos que encuentran toda la variedad de platillos.  

El gallo estaba tan suave y aromático que bien pudo haber sido otro tipo de ave.  Si no fuera por que las piezas no eran suficientemente grandes, hubiera pensado que era pavo.  La salsa fermentada no sólo envolvía cuidadosamente la carne, sino dejaba sentir vapores en el paladar, que acentuaban la combinación de aromas, de manera más familiar de como lo haría un vino.  La experiencia fue tan intensa que podía sentir el triptófano invadiendo mis neuronas.

El punto de cocimiento y la calidad de las tiras de panza era inmejorable.  La salsa verde era más bien modesta, en el sentido de que no tenía una complejidad particular, pero estaba muy buena, un fondo perfecto para la panza.  

A la mojarra la escogimos de entre la selección que nos presentó la mesera en una palangana plástica.  Cuando nos la pasaron ya frita, pude verificar en la gelatina de los ojos y la cabeza, la fantástica frescura del pescado.  

Las hilachas estaban hechas al mejor estilo de la comida casera más auténtica y tradicional, con carne de excelente calidad y una salsa a base de tomate aromatizada con pimientos.  

Las frituras estaban en su punto.  La lengua jugosa y las pacayas crocantes, con su sutil amargor, eran un festival envuelto en una tortilla.  La carne adobada, en su característica pasta de achiote, era intensa, al contrario de la pierna que me pareció que podía estar mejor aromatizada.  

Los frijoles volteados estuvieron sorprendentemente malos.  Salados y aceitosos, sugerían que no eran totalmente frescos.  Normalmente, quien tiene talento y práctica para la comida tradicional guatemalteca hace unos frijoles volteados que son exquisitos.  Pues este no fue el caso.  Los molletes tampoco estaban buenos, tenían un aire comercial, como de supermercado, sin la dedicación que se podía sentir en los otros platillos.

El toque final fue el mazapán.  Una pasta suave, con lejano aroma a almendras, me dio la paz suficiente para reflexionar sobre aquel sabio dicho que dice "atásquese, que hay lodo".  Vaya si no me quedé atascado.

El "Mini Comedor" es una auténtica y destacada fonda, que por abrir sólo los fines de semana nos fuerza a celebrar con nuestros seres queridos una identidad gastronómica, tan generosa y suculenta, como la más tradicional y secretamente guardada receta de la abuela.   Calificación: cuatro lenguas :P :P :P :P