viernes, 26 de junio de 2009

Restaurante Puerto Barrios

Ubicado en la 7av. 10-65 zona 9, teléfono 23341302

En mi opinión, una de las más arriesgadas y exitosas propuestas de los años 80, el restaurante Puerto Barrios se asentó en la zona 9 con una pintoresca y convincente fachada de un barco. Más de 20 años después, el restaurante sigue en pie, a flote y con viento en popa.

Creo que ha pasado tanto tiempo, que el piso del barco cruje como si fuera auténtico y con cada carrera de los meseros los tablones rebotan y resuenan, y se ha vuelto un poco ruidoso para mi gusto. También se ha contagiado de la atmósfera de cevichería.

Después de escoger sin éxito una mesa aislada de la constante agitación de la madera, pedí de entrada un ceviche mixto, estilo peruano. Recuerdo que hace ya algunos años pedí aquí mismo un ceviche peruano que me lo sirvieron con un ají amarillo. ¡La cosa más condenadamente picante que he probado en mi vida! Creo que después de comerlo tuve que estar 15 minutos aplicándome agua corriente en el lavamanos, y todavía así, regrese con los labios y la lengua inflamada a mi mesa.

Ahora ya no le ponen ese endiablado ají al ceviche. Pero tampoco tiene la frescura y carácter que solía tener. Camaroncitos recocidos y pescado de segunda hacían una imponente confabulación contra el ceviche.

Pregunté al mesero sobre los especiales del día, a lo que respondió que de "pesca fresca" tenían atún. Estuve de acuerdo, pero cuando me lo sirvieron, fue una decepción grave. El atún estaba tan recocido que había quedado seco y chicloso. Una pérdida total. Apenas comí unos bocados

Mi postre fue un flan de la casa. Ortogonal e interesante, el flan no estaba mal, aunque no fue lo mejor de la comida. Lo mejor fue que tuvieron la decencia de no cobrarme el fracasado atún. Debo reconocer que fue un gesto profesional y justo, pero ni aún así, por una experiencia poco convincente, no puedo dar al restaurante Puerto Barrios una calificación mayor a la de dos lenguas y media :P :P :p

Restaurante Giuseppe Verdi

Ubicado en la 14 calle 0-20 zona 10, en el hotel Camino Real

Un curioso túnel conduce del vestíbulo del hotel Camino Real a esta bóveda color terracota con alfombra recargada y mobiliario exquisito que componen el restaurante Giuseppe Verdi.

La atmósfera de cava del lugar me resultó un poco claustrofóbica, pero para quienes desean una mejor iluminación, hay otra sección del restaurante/bar con vista a la 14 calle.

El menú es extenso, pero con pocas propuestas que despertaran mi curiosidad. Crema, hongos y más crema en una y otra variación, fue la impresión que me dio. El bocadillo de cortesía consistió en focaccia con aceite de oliva y queso parmesano.

El mesero apareció de pronto con un plato con queso y me sirvió unas cucharadas y luego se retiró con todo y su queso. Me resultó muy cómico, pues hasta en las pizzerías le dejan a uno el queso para servirse. Antes de esfumarse con su carga láctea, el mesero tuvo el atino de ponerle pimienta fresca a mi plato con aceite. Una simple y buena idea.

Cuando el mesero reapareció, recitó los especiales del día, y antes de que le pudiera decir que estaba listo para ordenar, se disculpó y se escurrió de nuevo. De no ser por el capitán de meseros que tomó mi orden, creo que todavía estaría esperando que me sirvieran.

Pregunté si servían chocolate caliente, y fueron lo suficientemente honestos para decirme que me podían servir cocoa comercial. Lo pedí, y por supuesto, me quedó de lección para no volver a hacerlo.

Inicié la comida con una ensalada italianísima. Un descuido notable. Palmitos duros, alcachofa rústica, como sacada de una lata sin preparación adicional alguna. Una vistosa composición de lechugas, un aderezo de vinagre balsámico y unas aceitunas negras intentaban justificar la precariedad de los otros ingredientes, pero sin mucho éxito. Recuerdo que el menú decía que la vinagreta era de menta, pero yo sentí más la amargura de las lechugas que cualquier aroma a menta.

Me había decidido por un rib eye como plato fuerte, pero cuando el capitán de meseros me recomendó un sea bass, mis arterias me dieron una patada en la espinilla debajo de la mesa para recordarme que debo cuidar mi colesterol. Accedí entonces a la recomendación, que además supuse, sería más barata que el rib eye.

Me llevaron un plato que me dejó perplejo. Dos trozos de pescado, como de 3 onzas cada uno, atractivos e intrigantes, separados por unas espinacas al vapor, todo rodeado por unas papas fritas con forma de tabletas, como de esa viruta de popurri. El plato me dejó perplejo porque no tenía vistosidad ni armonía, pero invitaba a probar el pescado.

Partí el pescado e inmediatamente pude ver la alta calidad de su carne. Fue una lástima que por fuera tuviera el amargor dejado por un fuego demasiado alto, pero por dentro era delicadísimo y muy agradable al paladar. La preparación era sencilla, con aceite de oliva, unos trocitos muy discretos de un queso, y tal vez algo de ajo. Me pareció que la calidad del pescado compensaba el descuido en la preparación, al menos me convencí de ello por un momento.

Las papas fueron un fracaso total, y las espinacas estaban bien logradas, sin astringencia, pero un tanto simples.

De postre pedí un "dulce sueño". Queso mascarpone reducido con vino dulce, con un trozo de manzana en dulce en el medio, y adornado con pasas y almendras. Suena bien, y al gusto no estaba nada mal. Las pasas y almendras, sin embargo, parecían sobreexpuestas al refrigerador.

Deliberaba sobre la calificación del restaurante cuando me llevaron la cuenta. Cuando vi que el sea bass era "chilean sea bass" y que costaba Q235, reparé en que el pescado merecía un tratamiento mucho mejor. Es posible que haya sido merluza negra, y de ser así, el descuido en la cocina es bastante más condenable.

Es un alivio no incluir a este suntuoso restaurante de mi lista de preferencias... es una distracción menos. Un servicio que hizo un marcado esfuerzo en cuanto a cortesía, pero que en términos de efectividad quedó rayano en la torpeza y una comida que no vale lo que cuesta, mi calificación del restaurante Giuseppe Verdi no puede subir de dos lenguas :P :P

martes, 23 de junio de 2009

¿Gastrosexual?

Ayer publicaron en Siglo XXI el siguiente artículo: http://www.sigloxxi.com/noticias/29195 y no puedo pasarlo por alto.

Hay un episodio de Seinfeld donde George Constanza logra la insuperable hazaña de mezclar al mismo tiempo sexo, comida y TV. Después de enterarse que George había podido mezclar sexo y comida, Seinfeld lo empieza a llamar "fornicating gourmet". Agregar TV a la ecuación hizo que el logro fuera único e irrepetible.

Claro, conquistas como esa sólo se pueden lograr en la ficción de la TV... ¿o no?

Si el mercadeo se sale con la suya, pronto estaremos embullidos en un mundo degenerado, disoluto y libertino. El "gastrosexual" es sólo el primer paso, sin retorno por cierto, en esta espiral de entrega progresiva a los a-pe-ti-tos más primitivos (risa malvada, ¡¡jajaja ajajajajaja, jajajaja!!)

Por supuesto, la comida y su preparación pueden ser extremadamente sensuales: las texturas, los aromas, los colores...el calor de la fuente del fondue, la voluptuosidad envolvente del chocolate, la firmeza y redondez de las berenjenas...la champaña burbujeante, que irrita lascivamente tu garganta y hace que los ojos se te llenen de lágrimas de placer...y qué decir del turrón, que te empalaga mientras se apodera de tu lengua y tus labios, la crema batida que ahoga tu respiración por un segundo: el mismísimo segundo que te deja muerto, sólo para resucitar en medio de su espumosa plenitud, de la que no podés escapar...

¡Pero qué tontería! después hay que lavar esa bendita fuente, y si es de queso, ¡ya te llevó la que te trajo, por que el queso como cuesta que salga! Hay que recoger cada uno de los arrocitos que quedaron en la mesa, raspar las ollas con piedra pómez y restregar los trapos de cocina para que no queden apestosos.

Claro, te van a vender delantales pornográficos (en Italia te venden unos con el torso desnudo del David, ¡muy cómicos!), woks de titanio, espátulas de plata certificada, gorros de chef con motivos provocativos, salsitas dizque afrodisíacas, recetas para enamorados o para antes y después de las orgías...¡qué barbaridad! ya no va a poder uno cocinar tranquilo porque todo el mundo va a estar esperando que ese sushi que uno acaba de aprender a enrollar, ¡sea sólo el aperitivo antes de en una bacanal desenfrenada!

¡A mí no me engañan! ¡Los que están detrás de esto son los vendedores de condones! Ya lo dice la sabia parábola del casado: "¿por qué los hombres en cuanto se casan engordan? Pues muy simple: el soltero va a la refri y dice: ¡otra vez lo mismo! entonces se va a la cama sin comer. El casado va a la cama y dice ¡otra vez lo mismo! ¡entonces se va a la cocina a comer!" Lo que quieren hacer los vendedores de condones es capturar ese gran mercado de hombres que canalizan su libido a través de la comida ¡y que ya no necesitan sexo!

Quieren hacerles pensar que preparar comida les traerá compañeras sexuales, entonces deben estar preparados con condones frescos y abundantes, ¡tal como los escargots que están salteando con perejil!

Como siempre, las que salen ganando son las mujeres. Sobre todo las que venden condones. Es el negocio perfecto. "Fijate rorro que un hombre que cocina es para mí un hombre sexxxyyyy...te vendo una docena de estos condones, te los dejo bien baratos... y después me hacés un mofongo de bacalao con pimientos...y ¿¿sabés que es lo único que hay más sexy que un hombre que me cocine?? ¡uno que me lave los platos y me los deje bien puliditos!

Y con esto presenciaremos el fin de la civilización como la conocemos...¡que conste que no dije que esto fuera necesariamente malo!

¿Habrá un lado positivo de toda esta charada de los "gastrosexuales"? Hasta ahora, mis camarones al perol no me han llevado a mucha actividad sexual que digamos...pero si esta idea de la gastrosexualidad pega de verdad, ¡tal vez tenga algún chance!

domingo, 21 de junio de 2009

Sophos Bistro - ¡En directo!

Ubicado en el Centro Comercial Fontabella

La Papila escribe en tiempo real desde el Bistro de Sophos en Fontabella, aprovechando el servicio de internet wireless que aquí se ofrece al cliente. Mientras ellos me filman en su nada discreta cámara de seguridad, yo cobro venganza criticando su restaurante de manera instantánea.

En este momento estoy disfrutando de un provocador chocolate con jengibre, ¡una maravilla! De entrada pedí unos pétalos de queso parmesano con salsa de chocolate. El chocolate está demasiado espeso, entonces al intentar sumergir el queso ¡éste se resquebraja todo! Además, la salsa está un poco agria para mi gusto.

Estoy aguardando por mi orden consistente en un pad thai. He comido este plato en oros lugares. No mucho me gusta cuando le ponen chile pimiento con mucho descaro, tampoco el apio me convence. Ahora me lo traen en un plato blanco cuadrado, muy vistoso.

Tiene un aspecto atractivo. Cuatro camarones parecen indicar que no encontraré mucha carne debajo de los fideos. Unas manías un poco desnudas para mi gusto adornan el plato cunto con cilantro mal picado. Procedo entonces a probarlo...

El aroma del cilantro es lo primero que me impacta. Luego viene el calor de los fideos de arroz, suaves y sedosos. De inmediato siento el dulce de la salsa. No hay chile pimiento a la vista, un punto a favor.

Continúo degustando el plato y encontro que no son cuatro, sino cinco camarones. Me alisto a probar el primero...un poco más duro de lo que me esperaba. Pero con un aroma lo suficientmente sutil como para decir que no están viejos.

Conforme avanzo descubro el aroma de jengibre. También una especie de retoño de soya, pero más delgado, que no puedo identificar, pero hace un complemento excelente al plato.

Me sirvo otro sorbo de chocolate con jengibre y empiezo a sentir como esta agresiva especia me empieza a cobrar la factura.

Regresando al pad thai, veo unas curiosas formaciones grumosas, que no sé si serán tofu pasado por un colador o si son flores o apéndices del vegetal que emula al retoño de soya. Si la salsa del pad thai debe ser de manía con leche de coco, este que me estoy comiendo no me revela esos aromas.

Confirmo que el vegetal que parece retoño de soya pues ¡ha de serlo! no encuentro otra explicación, pero son filamentos largos y delgados. Y lo que parece tofu, conseguí que la mesera me confesara que se trata de concentrado líquido de soya. Muy interesante. Esto permite dar un toque de tofú sin las complicaciones de la consistencia del mismo.

Bueno, creeo que la comida ha sido lo suficientemernte dulce para obviar el postre. Total, ya me trajeron la cuenta pues parece que están cerrando el lugar.

Será hasta la próxima, mientras tanto, por una comida curiosa y una bebida provocadora e intreresante, precedida por una entrada con luces y sombras y todo ello con un servicio amable pero insuficiente, le doy a Sophos Bistro la calificación de tres lenguas :P :P :P

Ahora si me disculpan ¡¡me aprovecharé de este mismo servicio de internet para publicar esta reseña!!

domingo, 14 de junio de 2009

Restaurante Don Emiliano

Ubicado en el Centro Comercial Oakland Mall, en la diagonal 6 de la zona 10.

He comido varias veces en este local. El ceviche es particularmente bueno, sin el trillado picadillo de tomate y cebolla, y con una frescura incomparable. También he probado el lomito en un corte especial que llaman "corte don Emiliano" o algo parecido, muy suculento.

En mi más reciente visita probé la ensalada césar. ¡Excelente! Los ingredientes muy bien escogidos, un aceite abundante (supongo que de oliva, ¡el buen colesterol!) y perfectamente aromatizado con anchoas y queso parmesano. Hasta los crutones se sentían frescos y crocantes, como recien hechos. Todo ello envuelto en la lechuga electrizada.

Mi plato fuerte fue un robalo al wok. Aquí creo que fui víctima de lo lleno que estaba el restaurante. Todas las mesas estaban ocupadas y los meseros corrían de un lado para otro. Mi mesero tuvo el tino de presentarse personalmente, pero no fue suficiente para evitar tener que dividir su atención entre tantos comensales. Si bien esto no es particularmente agraviante, es la evidencia que me indica a pensar que el fracaso del robalo al wok se debió al intenso trajín.

El robalo al wok fue un fracaso por que estaba quemado. Extrañamente quemado. No lo parecía en la superficie, pero el aceite requemado en el que lo cocinaron tenía un sabor penetrante y amargo. Una lástima.

El postre consistió en flan de queso. Otra decepción. Casi insípida, la porción de flan parecía más bien un corte de pie arrepentido. No era un flan preparado en una porción individual, sino un pedazo de un flan grandototote como un pastel, que saber desde qué día lo tienen en la refri.

Ya he comprobado en dos ocasiones que los lugares de carne asada no preparan bien el pescado, pero qué le voy a hacer, no me voy a comer el gran pedazo de carne cuando se supone que me estoy cuidando el colesterol, ¿no?

Aunque en otras visitas he disfrutado de la comida de don Emiliano, en esta ocasión lamentablemente no puedo darle más de dos lenguas y media :P :P :p

Restaurante Tapas y Cañas

Ubicado en la 13 calle, 7-88 zona 10, teléfono 2388-2727

Pasé muchos años de mi vida en la 13 calle de la zona 10 por que allí estuvo por muchos años el colegio donde estudié. Esa misma casona ha servido de sede a varios colegios. Recuerdo que había otro colegio del otro lado de la cuadra, era algo así como un secretariado o colegio de señoritas. El punto es que, si no estoy mal, ese local es ahora el restaurante Tapas y Cañas.

El local y el ambiente son muy agradables, con un jardín bien cuidado, paredes que parecen añoso adobe, y un bar que no vi de cerca pero que parece prometedor. Las tapas tienen la gran ventaja de que se puede gastar poco en un par, o se puede gastar mucho en una docena. Yo me decidí por probar una ensalada, 8 tapas y dos postres.

Creo que lo mejor será empezar por el final. Probé dos postres. Uno fue simplemente exquisito: el postre frío alicante, o de turrón de alicante. No recuerdo muy bien. Una pequeña obra de arte. Sobre una galleta con consistencia de espumilla se presentan dos esferas de colores llamativos, cuales huevos de ave del paraíso. En medio de las dos esferas, un ala de mariposa hecha de caramelo. Esta pequeña escultura descansa sobre una espesa salsa de dulce de leche con trocitos de alguna fruta seca que no identifiqué. Intenté comerme el ala de mariposa, pero no conseguí mas que puyarme la lengua con una filosa punta.

Las bolitas parecían una combinación de helado, crema y turrón de alicante, de variadas consistencias y texturas, que al combinarse con la galleta de espumilla y la salsa de caramelo, daba un resultado magnífico.

El otro postre que probé fue un mousse de nutella con un licor, no recuerdo si Baileys u otro. El licor daba un aroma provocativo al mousse, pero lamentablemente no sabía a nutella.

De allí hacia el inicio, la experiencia fue más bien deslucida. Tal vez la mejor de las tapas fue un gratinado de espincas. Cremoso y aromático, fue muy convincente, sobre todo por el aura de salud que tienen las verdes espincas, entonces uno bien puede pensar que está comiendo algo bueno en lugar de la bechamel con sus pobres carbohidratos simples.

El segundo lugar se lo daría a las croquetas de cangrejo. Muy sabrosas, acompañadas inteligentemente por una salsa de tomate en lugar de la abusiva y pesada salsa tártara. Lo gracioso es que las croquetas son más bien de papa. Genéticamente creo que es imposible demostrar que en esas croquetas había cangrejo, pero estaban ricas.

Los callos a la madrileña, y las patatas alioli estaban bien pero sin nada interesante o llamativo. Ya en una escala menor, ubico al pulpo a la gallega y las albóndigas de lomito. El pulpo era demasiado aceitoso y sin aroma. Las albóndigas estaban resecas, y dudo seriamente que fueran de lomito. Ahogadas en una salsa de tomate atractiva, las albóndigas parecían llamativas y sabrosas, pero a mi juicio era más una ilusión óptica que se desvanecía con sólo cortar las albóndigas con un cuchillo.

En último lugar ubico a la ensalada templada de alcachofas. Me supo amarga, como enfermera malhumorada, reforzada por el pesado aroma del queso de cabra.

El servicio es muy bueno y el lugar es en general bastante agradable. Habrá que buscar más cuidadosamente entre las tapas para ver cuál resulta genial. Calificación: tres lenguas y media :P :P :P :p

domingo, 7 de junio de 2009

Restaurante Kacao

Ubicado en la 2da avenida 13-44 zona 10.

Kacao es un restaurante que lo saca a uno de apuros. Cuando viene alguien del extranjero y dice "llévenme a comer comida típica", pues uno sabe que no se puede arriesgar a ir a un mercado, por cuestiones de seguridad e higiene, aunque allí se encuentre la mejor comida; tampoco se hace necesario viajar a Chimaltenango o a Cobán. Basta con desplazarse a la zona 10 y aprovechar el parqueo gratuito y la propuesta poco amenazadora y forzadamente pintoresca de Kacao.

Siempre he pensado que el simpático ranchón y la ropa típica de los meseros son lo suficientemente convincentes para que los extranjeros se lleven la idea de que comieron la auténtica comida guatemalteca.

Me llevé una sorpresa muy agradable al visitar Kacao un domingo. Resulta que tienen un buffé de comida típica por Q140. Al pagar esa cantidad, se puede uno servir sopa de frijoles, frijoles volteados, chiles rellenos, dobladas de chipilín, guacamol, chojín, buñuelos, rellenitos, torrejas, longanizas y carne a la parrilla, y lo más importante, los cuatro platillos más representativos de la comida autóctona: el subanic, el pepián, el kak ik y el jocón y algunos platos más. Todo ello sin límite.

Se supone que el buffé empieza a las 12pm, pero el día que yo lo visité, el último plato (los buñuelos) lo agregaron como a la 1:15, por lo que no se esfuerce demasiado en ser puntual.

Inicié mi almuerzo con los tres grandes recados: subanic, pepián y kak ik, que me los serví en pequeñas escudillas de barro. Todavía no habían puesto el jocón, por lo que me quedé sin probarlo. Ya había comido antes subanic aquí, y me fui muy poco impresionado.

Ahora debo decir que de los tres recados, el subanic fue el mejor. Era el más aromático. Parecía como que hubieran usado algo de grasa de chorizo para condimentarlo. Con ello no quiero decir que sea el más auténtico. Hace mucho tiempo que aspiro a ir a Chimaltenango y que en mi presencia abran el apaste con hojas de plátano para disfrutar el verdadero subanic. Si ustedes conocen algún lugar, su recomendación será muy bien venida.

El kak ik no le tenía nada que envidiar a una sopa de pollo con yerbabuena. Definitivamente no era el auténtico, que ese sí que lo he comido en Cobán. El pepián, tampoco era convincente. La verdad les digo que unos días antes por Q23, me comí un pepián de res (bueno, dejémoslo en "de origen animal") muy bien acompañado (consomé, arroz, tortillas, refresco de tamarindo y pan de banano de postre) en el Centro Comercial de la zona 4, y era bastante más verosímil que el de Kacao.

Me da la impresión de que la comida de Kacao es víctima de su propia clientela: tiende a parecer aséptica, higiénica y poco exótica, de tal manera que los extranjeros la aceptarían con plenitud. Esto resulta en incluir cortes magros y más bien insípidos en los recados: posta de cerdo, pechuga de pollo, pavo desmenuzado. Todo cortado en trocitos ortogonales, sin misterio, sin riesgo y sin genio.

Los frijoles volteados y el guacamol estaban un poco salados para mi gusto. La longaniza tenía un aroma ahumado tan profundo, pero tan profundo que me pareció más de orígen químico (humo líquido) que auténticamente impregnado por carbón. Las torrejas no tenían suficiente carácter, con un tímido relleno que parecía más manjar que crema. Los buñuelos, por el contrario, aunque tarde, fueron bastante más convincentes, acompañados con un almíbar ligero aromatizado con canela y anís.

Las dobladas, chiles rellenos, arroz en leche y rellenitos, eran convencionales. Nada terriblemente seductor ni tampoco nada catastrófico. Lo mismo puedo decir del servicio. La atención fue suficientemente buena para mantener platos y cubiertos limpios después de cada visita al buffé, pero se puede percibir que los meseros no tienen la misma devoción que otros, sobre todo la de los concurridos restaurantes de carne asada.

Aunque yo prefiero platos más auténticos, debo reconocer que la oportunidad de probar todo esto por Q140 es una muy buena propuesta para cuando sus visitantes quieran exponerse sin mucho riesgo a la comida tradicional guatemalteca.

Calificación: tres lenguas :P :P :P

Restaurante El Portal del Ángel

Ubicado en el Km 11.2 Carretera a El Salvador. Teléfono 2369 6007 y 23696015

La trilogía del colesterol, parte III

Este restaurante goza de una de las mejores vistas de toda la ciudad. Ubicado en la pendiente de los cerros del sureste de la ciudad, permite ver en una noche clara, casi el final de la calzada Roosevelt hacia el oeste y la calle Martí hacia el norte. Vale mucho la pena, sin duda.

La atmósfera del restaurante es de casa de finca, similar a la Hacienda Real, y su menú también está basado en la parrilla. El servicio es excelente. Los meseros se esmeran por hacer pasar un buen rato a los comensales y se apresuran a recomendar algún vino.

Mi experiencia con la comida no fue tan afortunada. La inicié con el clásico consomé, bebida-bocadillo de cortesía. Ordené unas chuletillas de cordero al romero, un corte que he pedido en otros lugares. Debo reconocer que, de todos los lugares donde lo he pedido, este era el plato más abundante. Lo pedí acompañado de guacamol y una ensalada de tomate y lechuga.

Las costillas no estaban jugosas, no se sentían frescas, y su sazón no era convincente. La ensalada y el guacamol estaban bien, sin ninguna ciencia en su preparación. Lo peor estaba por venir.

Pedí una crema catalana. Estaba un poco, como decirles...un poco horrible. Bueno, tal vez no para tanto como decir así "horrible como la película en que los gusanos se comen a la gente", pero con sólo ver la especie de suero de los bordes del plato, sobre el caramelo cristalizado, se podía pronosticar lo negativo del sabor. Efectivamente, el sabor era pobre y la textura de la crema bajo el caramelo, aguada. Ni un servicio impecable les salva de la calificación de dos lenguas y media :P :P :p